Un experto en marketing da las claves para que la Iglesia sepa atraer a su «público objetivo»

Es un hecho real que la Iglesia católica alemana pierde cada día cientos de fieles. En 19 años han cerrado sus puertas un total de 650 iglesias en este país. Algunas siguen vacías a día de hoy, pero otras o han sido derribadas o han sido aprovechadas para otros fines, como una de Gelsenkirchen, donde la Iglesia evangélica colocó en su interior un centro de escalada para atraer turistas, ya que no tienen tanta éxito con los feligreses.

Esta crisis ha sido percatada por el experto en marketing y estrategia comercial, Veit Etzold. El consultor, lleva más de veinte años asesorando a empresas, principalmente en torno al storytelling, es decir, la historia que una compañía o institución transmite sobre sí misma, sus productos y sus clientes y la forma en que estas incorporan mensajes emocionales favorables y eficaces hacia dentro y hacia fuera de la estructura empresarial.

En un artículo titulado Los creyentes huyen en masa de las iglesias porque son demasiado contemporáneas, publicado en Focus, Etzold ha expresado de forma contundente sus impresiones sobre la Iglesia católica y analiza el modo en que esta 'cuenta su propia historia', asunto sobre los que es especialista ya que también ha publicado libros como Final Cut, que pasó a ser bestseller en 2012.

«La Iglesia comete todos los errores de marketing»

En el artículo, el autor lamenta la pérdida de tantos fieles en la Iglesia y comenta que «cualquier jefe de ventas responsable de unas cifras tan desastrosas ya le habrían despedido tres veces».

Así, Veit explica la situación de los católicos en Europa con términos comerciales, donde además reflexiona sobre cómo, en la sociedad actual, la Iglesia busca complacer al mundo a costa de perder a los que forman parte de ella: «La Iglesia se dirige a un público objetivo que no existe, al mismo tiempo que espanta a sus clientes habituales» y añade: «Ha perdido de vista su misión original y la esencia de su marca. Todos los errores de marketing que pueden cometerse... los comete», expresó firmemente.

El coach de empresarios puso un ejemplo para ilustrar la idea: «Jesucristo dijo una vez a Pedro: 'Pedro, ¿cuál es tu oficio?'. Y Pedro respondió: 'Soy pescador'. Entonces Jesús le dijo: 'A partir de ahora, eres pescador de hombres. Sobre ti edificaré mi Iglesia'». Y explicaba: «Ser pescador de hombres significa inspirar al mayor número posible de personas» y proseguía argumentando que esto era una clara «tarea de ventas» para el apóstol Pedro. Sin embargo, remarca que las «ventas» para las iglesias actualmente «significa ahuyentar al mayor número de personas posible».

¿El problema?: «Renunciar a la conversión»

Según este autor, el problema principal no es que la Iglesia no sea lo bastante contemporánea, como suelen afirmar la sociedad y los dirigentes. Más bien, explica, la cuestión es que está demasiado alineada con una agenda que tiene poco que ver con sus valores reales: «la Iglesia intenta congraciarse con la corriente dominante verde-izquierdista hasta el punto de abandonarse a sí misma. Los congresos eclesiásticos se están convirtiendo en actos políticos 'rojiverdes', y la Iglesia se esfuerza por resultar atractiva a personas que sólo sienten desprecio por la religión y la Iglesia y que nunca van a misa», afirma.

Sobre todo, el principal problema que percibe Veit Etzold, es cuando se renuncia a la «conversión». Este término, argumenta, que el marketing interpreta como la transformación de un cliente potencial en un cliente efectivo, es un concepto heredado de la conversión teológica. En vez de buscar conversiones, «la Iglesia se obstina en celebrar una asamblea eclesiástica politizada tras otra y en publicar un documento sobre el cambio climático tras otro. De pastoral o espiritualidad, ni rastro», sentencia Etzold.

A raíz del polémico sínodo alemán que tomó decisiones que, como afirmó el secretario del Vaticano Pietro Parolin, «no encajan con lo que es la doctrina actual de la Iglesia», el formador de directivos aclaró que «aunque los obispos lleven 20 años repitiéndolo como loros», las dimisiones de sacerdotes y la ausencia de fieles «no se deben a que la Iglesia no sea suficientemente contemporánea», concluyó.