«Es un pequeño milagro»
El monumental retablo barroco que esquivó fuegos, guerras y mudanzas hasta llegar a un pueblo de La Alcarria
Romancos, un municipio de Guadalajara de 141 habitantes, recibe la magnífica obra que ha recorrido un sorprendente periplo
Los cuatro siglos de vida del retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Romancos (una pedanía de Brihuega, Guadalajara) han sido azarosos. En realidad, no es el único en España que ha atravesado todo tipo de contratiempos hasta llegar a nuestros días. Otros muchos han desaparecido, siendo pasto de las llamas, de las desamortizaciones (la más funesta, la de Mendizábal) y de las guerras.
Los apenas 141 vecinos censados en el municipio alcarreño recibieron un «regalo» el pasado otoño: un extraordinario retablo dorado de estilo manierista del siglo XVII que ahora preside su iglesia parroquial. El próximo domingo, a las 13:00 horas, el obispo de Sigüenza-Guadalajara, monseñor Julián Ruiz Martorell, bendecirá el retablo restaurado, y los vecinos preparan un fin de semana de festejos con una comida popular, un mercadillo, bailes y una vigilia de oración al caer la tarde del sábado. Pero, ¿por qué ha llegado ahora este fastuoso retablo al pequeño municipio de Romancos?
Quemado en 1936
El templo de Nuestra Señora de la Asunción, fechado en los últimos años del siglo XV y los primeros del XVI, se construyó en época de bonanza económica y claras perspectivas de paz y crecimiento. Se trata de un edificio de tipo catedralicio perteneciente al primer Renacimiento alcarreño. Para su construcción se derribó casi por completo un edificio románico anterior, como solía ser habitual en esa época.
Ante la falta de ayudas de la Junta de Castilla-La Mancha
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Con el paso del tiempo, Romancos, como cualquier rincón de España, sufrió el azote de guerras, desastres naturales, pestes y enfermedades, pero el templo se mantuvo íntegro. Sin embargo, en 1936 –una fecha aciaga para el patrimonio cultural español–, el magnífico retablo que presidía la nave central fue incendiado por una turba de milicianos de izquierdas. «Sólo se salvó la escultura del Padre Eterno que lo coronaba en su parte más alta», explica José Félix Bricio, párroco de Brihuega, a El Debate.
Terminada la Guerra Civil hubo que restaurar la iglesia, y en el lugar del retablo original, en los años 90 se colocó uno más pequeño proveniente de Villascusa de Palositos, un diminuto pueblo que había quedado abandonado.
Fue una solución provisional. También en la posguerra, el entonces obispo de Sigüenza-Guadalajara, monseñor Luis Alonso Muñoyerro, decide trasladar el retablo del convento de Paredes Albas (en la localidad soriana de Berlanga de Duero, pero que pertenecía a su diócesis), que llevaba varios años abandonado, al seminario mayor de Sigüenza, que acababan de rehabilitar. «Todos los sacerdotes de aquella época que siguen con vida recuerdan perfectamente el retablo en la capilla de su seminario», añade el padre Bricio.
Gracias a esa acción, el retablo se salvó, porque actualmente el convento franciscano de Paredes Albas se encuentra completamente arruinado, hasta el punto de estar incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra.
Sin embargo, a partir de los años 80 se agudiza una crisis vocacional sin precedentes, lo que obliga a cerrar el inmenso edificio del seminario de Sigüenza. Se suceden varias negociaciones para tratar de dar una salida al mismo, pero resultan ser infructuosas. Mientras tanto, el edificio se va deteriorando y, con él, el retablo. «Se encontraba en un estado lamentable; había peligro de que se perdiera para siempre», apostilla el padre Bricio.
«Parecía hecho a medida»
Fue entonces cuando se planteó una segunda mudanza del magnífico retablo: iría destinado a embellecer la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Romancos. «Comenzamos una labor de saneado, consolidación y restauración del mismo», prosigue el padre Bricio. Fue necesaria una importante inversión, que provino de ayudas y donativos. Y, por fin, el pasado otoño, con el visto bueno de la Consejería de Patrimonio del Gobierno de Castilla-La Mancha, se instaló en su –esperemos– destino definitivo. «Ha quedado precioso. Y parece que estaba hecho a medida para la iglesia de Romancos. Es como un pequeño milagro», subraya el padre Bricio. El retablo que, hasta otoño, ocupaba la cabecera de la nave central, ahora ha sido trasladado a un lateral. Y este domingo, con la bendición de monseñor Ruiz Martorell, los vecinos de este pequeño pueblo de La Alcarria podrán, por fin, disfrutar de su «nuevo» retablo del siglo XVII.