Cómo organizar una hora santa en la playa y que se llene de jóvenes
Cuando se recogen las sombrillas, las toallas y las neveras portátiles, algunas playas se convierten en una improvisada iglesia bajo el cielo estrellado
Las olas rompiendo en la orilla, el sol poniéndose por el horizonte y las notas de una guitarra rasgando la atmósfera. Podría tratarse de la letra de una canción, pero en realidad es lo que vivió la pasada semana en la playa de la Almadraba de Benicàssim (Castellón). Había una añadido: sobre una mesa desmontable dignamente ornamentada con un mantel, velas y antorchas reposaba una custodia dorada. A su alrededor, decenas de jóvenes convocados por Hakuna, por la Pastoral Universitaria, por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y por la universidad UCH-CEU adoraban al Santísimo Sacramento.
Se trata de una iniciativa que se realiza por segundo año consecutivo para «facilitar el encuentro con Jesucristo», como ha explicado el delegado diocesano para la Pastoral Universitaria, el sacerdote Samuel Torrijo. Tiene éxito: muchos jóvenes se acercaron hasta la playa al atardecer para compartir un rato de oración y alabanza.
¿No habría que restringir los actos eucarísticos al interior de los templos? ¿Es la playa un lugar adecuado para desarrollar una hora santa? Algunos creyentes seguramente se harán esta pregunta, pero lo cierto es que los jóvenes viven con naturalidad y devoción adorar a Cristo a la orilla del mar. Un remedo, tal vez, de la imagen de Jesús con sus apóstoles junto al lago de Genesaret. Muchos de ellos, además, aprovechan para confesarse con alguno de los sacerdotes que aguardan sentados a unos metros del grupo principal. El murmullo del oleaje amortigua la confesión de los pecados y asegura el necesario sigilo.
La hora santa de la pasada semana estuvo precedida de la charla testimonial de la influencer Raquel Alvarado. Nacida en el seno de una familia católica, es la mayor de seis hermanos, tiene 24 años de edad y está casada con Víctor, un joven que también estaba presente en la adoración. «En un momento determinado de mi vida marcado por mucho sufrimiento, sentí que Dios me había abandonado», confesó Raquel a los jóvenes presentes. Les habló del suicidio juvenil y cómo a ella le ayudó sentirse «profundamente amada en medio de una sociedad líquida que te lleva a pensar que el amor no existe».
La adoración alternó testimonios, momentos de silencio y cantos de alabanza dirigidos por miembros de Hakuna Castellón. Cuando ya había oscurecido, un sacerdote impartió la bendición eucarística a todos los presentes. Hakuna organizará numerosas horas santas este verano en muchas ciudades de España. Se puede encontrar la información específica en su página web.