¿Vivimos tiempos del Anticristo? Los 4 sermones proféticos de John Henry Newman que hablan sobre su venida
Este término aparece cinco veces en la Biblia y se refiere a una figura que cumplirá las profecías como el oponente definitivo de Cristo
A lo largo de los siglos, grandes escritores y pensadores como Robert Hugh Benson, G. K. Chesterton o Leonardo Castellani han intentado describir cómo sería la época del Anticristo. En sus obras, han presentado la idea de cómo el endiosamiento del hombre y la obra salida de sus manos se convertirían en la religión sustitutoria de la fe. La confianza desbordada en la ciencia y la tecnología permitiría transformar la naturaleza básica de las seres y decidir sobre el destino de la vida humana.
Pero estas ideas e interpretaciones, entre otras, provienen de mucho tiempo atrás. El primer libro que aborda esta cuestión es el Apocalipsis, atribuido a san Juan en el siglo I, que describe la revelación de los eventos del fin del mundo. En las Escrituras, se describe al Anticristo como aquel que aparecerá en los últimos días, mostrando sutilmente su poder y engañando a quienes no estén firmemente arraigados en la fe, incluso a los elegidos.
Lo que se ha visto en el trascurso del tiempo es que este término ha intrigado a muchas personas que han intentado plasmar y entender el clima en el que se haría presente la figura del Anticristo. Entre ellas, uno de los personajes más destacados es san John Henry Newman, teólogo y cardenal inglés del siglo XIX, conocido por su conversión al catolicismo y por su influyente trabajo en la apologética y el desarrollo de la doctrina cristiana.
Hace más de 180 años, pronunció cuatro proféticos sermones sobre el Anticristo, todos ellos basados en las enseñanzas de la Biblia y los Padres de la Iglesia. A pesar de su antigüedad, los discursos siguen atrayendo a numerosos lectores que encuentran en ellos una asombrosa actualidad de su mensaje.
Aunque Jesús afirmó en el Evangelio: «No sabéis el día ni la hora», respecto al fin de los tiempos, la lectura de Newman invita a plantear en qué circunstancias se manifestaría el Anticristo y cómo los creyentes deben prepararse espiritualmente para enfrentar esta figura profética y los desafíos del fin de los días, todo ello a la luz de la enseñanza bíblica y patrística.
Primer sermón: tiempos del Anticristo
En su primer sermón, Newman explora las señales del segundo advenimiento de Cristo, describiendo una época marcada por una apostasía global y la aparición del Anticristo, «el hombre de pecado, el hijo de perdición», como se le llama comúnmente. Según Newman, las Escrituras sugieren que la manifestación del Anticristo seguirá de cerca el aumento de falsos profetas y el enfriamiento del amor. «Nuestro Salvador parece agregar que esa señal lo precederá inmediatamente», afirma Newman, advirtiendo sobre un estado de iniquidad que prepara el terreno para el Anticristo.
El cardenal también conecta estos tiempos con la Revolución Francesa, interpretando estos eventos históricos como preludios de la apostasía que lleva al advenimiento de esta figura apologética: «¿No hay un movimiento vigoroso en todos los países para derrocar a la Iglesia de Cristo del poder y el lugar?» se pregunta, cuestionando la creciente secularización y relativismo. «¿No hay una opinión reconocida y creciente de que una nación no tiene nada que ver con la religión; que es meramente un asunto de la conciencia de cada uno?», añade.
Segundo sermón: la religión del Anticristo
En su segundo sermón, Newman profundiza en la naturaleza del Anticristo como un poder que niega a Dios y se establece a sí mismo como una deidad. Al analizar la interpretación de los Padres de la Iglesia, Newman destaca cómo, en una época en la que la educación y la cultura se han inclinado hacia el escepticismo y la incredulidad, la comprensión del Anticristo sigue siendo relevante y necesaria para enfrentar las tendencias contemporáneas que rechazan lo sobrenatural y ridiculizan las creencias que no están basadas en evidencias empíricas.
«En el estado actual de las cosas, cuando se supone que el gran objetivo de la educación es deshacerse de las cosas sobrenaturales, cuando se nos pide reír y burlarnos de creer en todo lo que no vemos, y que evalúen cada declaración con la piedra de toque de la experiencia, debo pensar que esta visión del Anticristo, como un poder sobrenatural por venir, es una gran ganancia providencial y un contrapeso a las malas tendencias de la época», observa Newman.
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Tercer sermón: la ciudad del Anticristo
El tercer sermón de Newman se centra en la figura del Anticristo en el contexto del Imperio Romano. Aunque el imperio se disolvió, Newman argumenta que podría aún existir en una forma mutilada: «La Roma pagana puede ser el tipo de alguna otra gran ciudad, o tal vez de un mundo orgulloso y engañoso», sugiere el cardenal.
El sermón examina cómo el Imperio Romano, a pesar de su colapso, no fue completamente destruido, sino que la Iglesia, mientras sufría en la ciudad pagana, también actuaba como «la vida y la sal de esa ciudad». Newman señala: «La Iglesia santifica, pero sufre con el mundo, compartiendo sus sufrimientos, pero aligerándolos». Utiliza esta reflexión histórica para sugerir que el Anticristo podría surgir de un mundo o una ciudad que refleje los mismos defectos del antiguo imperio, con un gobernante que posea «un espíritu avaricioso, lujoso, autosuficiente e irreligioso».
Cuarto sermón: la persecución del Anticristo
En su cuarto sermón, Newman aborda la cuestión de la persecución bajo el Anticristo, advirtiendo que la Iglesia podría enfrentar una persecución sutil: «Quizás no sea una persecución de sangre y muerte, sino únicamente de arte y sutileza, no de milagros, sino de maravillas naturales y poderes de habilidad humana, adquisiciones humanas en manos del diablo», el cual, como previene Newman «puede adoptar las armas de engaño más alarmantes».
Señala que la persecución podría manifestarse en divisiones internas y debilidad espiritual: «Cuando nos hayamos arrojado sobre el mundo, dependamos de él para nuestra protección y hayamos renunciado a nuestra independencia y nuestra fuerza, entonces él puede estallar sobre nosotros con furia, hasta donde Dios se lo permita», afirma el cardenal.
Ante esta advertencia destaca la necesidad de unidad y fortaleza espiritual en tiempos de crisis, subrayando que, aunque el Anticristo pueda aparecer en diversas formas, la respuesta cristiana debe ser la de mantener la fe y la integridad espiritual: «Es nuestro deber, como el Señor nos muestra en el Padrenuestro, orar: venga tu Reino. Se haga en la tierra como en el cielo», concluye el cardenal Newman.