Fundado en 1910

976 años de la Orden de Malta: de soldados de la fe a embajadores de la hospitalidad

Fundada en el siglo XI en Jerusalén y con sede en Roma desde 1834, la Soberana Orden de Malta es un pilar de la asistencia humanitaria y defensa de la dignidad humana. Con presencia en 120 países, gestiona una amplia red de hospitales, centros médicos y programas de ayuda social. Además, mantiene relaciones diplomáticas con más de 100 estados, coordinando sus esfuerzos globales sin fines políticos ni lucrativos

María Rabell García
María Rabell GarcíaCorresponsal en Roma y El Vaticano

Actualizada 04:30

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Toda historia tiene un principio

Desde su origen en 1048, la Orden de Malta ha estado marcada por una profunda misión de servicio. Fundada en Jerusalén por mercaderes de Amalfi que recibieron permiso del Califa de Egipto, la comunidad comenzó con una iglesia, un convento y un hospital dedicado a san Juan Bautista para ayudar a los peregrinos. Bajo el liderazgo del beato Gerardo, la comunidad se formalizó como una orden laica. En 1113, el Papa Pascual II la reconoció oficialmente, dándole autonomía para elegir a sus líderes sin interferencia externa.

Posteriormente, el beato Raymond du Puy estableció las primeras reglas, que incluía los votos de pobreza, castidad y obediencia, y donde tendrían como principal misión a asistir a los pobres y enfermos. Con el tiempo, la Orden también asumió la defensa militar de los necesitados y peregrinos, protegiendo sus centros médicos y vías de comunicación. La cruz octagonal blanca, que simboliza las ocho Bienaventuranzas y su compromiso espiritual, sigue siendo un símbolo de su compromiso con la hospitalidad y la defensa de la fe.

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La obra continúa su misión

Tras la caída de San Juan de Acre en 1291, la última fortaleza cristiana en Tierra Santa, y la consiguiente pérdida de la región, la Orden de San Juan se trasladó a Limassol, Chipre. Desde 1210, ya estaba presente en la isla, con importantes propiedades y derechos comerciales. En Chipre, la Orden continuó su labor hospitalaria, construyendo nuevos hospitales y utilizando la estratégica posición de la isla para organizar una flota naval que protegiera a los peregrinos en su ruta hacia Tierra Santa.

Con la llegada de más miembros de toda Europa, la Orden reforzó su estructura y expandió su influencia en la región, adquiriendo propiedades en la costa mediterránea, incluyendo el puerto de Famagusta y la ciudad de Nicosia. Sin embargo, la creciente inestabilidad en Chipre llevó a los Hospitalarios a considerar Rodas como un mejor lugar para establecer su sede.

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Defensores del mundo cristiano

En 1307, los Caballeros de la Orden de San Juan, liderados por el Gran Maestre Frey Foulques de Villaret, llegan a Rodas con una flota decidida. Tras adquirir la isla en 1310, trasladan allí su sede y establecen una formidable fuerza naval para proteger el mundo cristiano. Con su poderosa flota, los Hospitalarios se convierten en defensores destacados del Mediterráneo, participando en numerosas batallas. La independencia de la Orden, respaldada por decretos papales, y su derecho reconocido a mantener un ejército y enviar embajadores, son los pilares de su soberanía internacional.

A comienzos del siglo XIV, los caballeros europeos en Rodas se organizan en siete grupos lingüísticos, conocidos como Lenguas, representando regiones como Provenza, Francia, Italia y Aragón. En 1462, se añade la octava Lengua, Castilla y Portugal. Bajo el liderazgo del Gran Maestre y su Consejo, la Orden acuña moneda y mantiene relaciones diplomáticas. A pesar de su fortaleza, en 1523, después de un brutal asedio de seis meses por el ejército del Sultán Solimán el Magnífico, los Caballeros se ven obligados a rendirse, abandonando Rodas con honor.

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Una isla contra un imperio: la victoria de los malteses en uno de los asedios más salvajes de la historia

En 1565, la Orden de Malta se enfrentó a un asedio épico por parte del Imperio Otomano, un evento que definió el destino de la isla de Malta donde se habían establecido. Bajo el liderazgo del Gran Maestre Jean de la Valette, los Caballeros de Malta repelieron el ataque de una formidable flota otomana que llegó con 130 galeras y 30.000 hombres. Los otomanos bombardearon las defensas de la isla, pero la resistencia de los defensores malteses, junto con el heroísmo del capitán de caballería Vincenzo Anastagi, que desorganizó la retaguardia enemiga, jugaron un papel crucial en la defensa.

El asedio, que comenzó en mayo y culminó en agosto, fue una prueba de resistencia. A pesar de las intensas bajas y la abrumadora superioridad numérica de los otomanos, la Orden logró mantener sus posiciones. El sitio terminó con una sorpresiva victoria para los malteses, que lograron vencer a los invasores y asegurar su independencia, marcando un punto decisivo en la lucha contra el expansionismo otomano en el Mediterráneo.

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La batalla que cambió el destino de Europa

En 1571, la flota de la Orden de Malta, dirigida por el almirante Frey Pietro Giustiniani, desempeñó un papel crucial en la batalla de Lepanto, uniéndose a la Liga Santa del Papa Pío V. Esta victoria decisiva detuvo el avance del Imperio Otomano en Europa, marcando un hito en la defensa cristiana del Mediterráneo.

Durante los siglos XVII y XVIII, la Orden, asentada en Malta, se consolidó como un actor clave en el Mediterráneo. Su influencia se extendió a la política, la diplomacia y el comercio, mientras su prestigiosa escuela naval formaba a numerosos oficiales europeos. La Orden se convirtió en un interlocutor esencial para cualquier potencia interesada en la región.

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Los malteses se levantan contra la ocupación francesa

En 1798, Napoleón Bonaparte ocupó Malta, obligando a los Caballeros de la Orden a abandonar la isla debido a su regla que prohibía luchar contra otros cristianos. El Gran Maestre se vio forzado a capitular ante las abrumadoras fuerzas francesas. El 12 de junio, se firmó un acuerdo que incorporó Malta a la República Francesa.

A finales de 1798, las tensiones se dispararon. Napoleón, que dejó una guarnición de 4,000 soldados y se dirigió a Egipto, dejó a Malta en una situación volátil. Los malteses, descontentos con la ocupación francesa, se levantaron en revuelta en septiembre, lo que permitió a los británicos intervenir. Durante un asedio que duró hasta 1800, las fuerzas británicas tomaron el control de Malta, y la isla quedó bajo dominio británico. En 1964 Malta finalmente alcanzó la independencia,

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Malta llega a la Ciudad Eterna

En 1834, tras moverse por diversas ciudades italianas, la Orden de Malta se establece en Roma, dentro del Estado Pontificio. Liberada de las tensiones políticas y militares, la Orden se enfoca en su misión original de asistir a los pobres y enfermos. Durante los siglos XIX y XX, actualiza sus estatutos y reorganiza su estructura interna, dejando atrás la antigua división por Lenguas y dando paso a nuevas Asociaciones nacionales.

Situado en el corazón de Roma, en la Via dei Condotti, el Palacio Magistral ha sido la residencia del Gran Maestre y sede del Gobierno de la Soberana Orden de Malta desde 1834. Este imponente edificio supervisa todas las acciones diplomáticas, religiosas, humanitarias y administrativas de la Orden, y goza del derecho de extraterritorialidad garantizado por Italia.

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La Orden de Malta en el siglo XXI

La Orden de Malta es una organización única que combina su carácter religioso con la soberanía internacional. Es una orden religiosa laica, en la que sus miembros están divididos en tres clases. Por una parte se encuentran los Caballeros de Justicia, los que hacen votos de pobreza, castidad y obediencia sin ser sacerdotes. Los miembros de la Segunda Clase se comprometen a vivir de acuerdo con los principios cristianos y los valores fundamentales de la Orden, haciendo la promesa de obediencia. En cambio, la Tercera Clase está formada por miembros laicos que no hacen votos religiosos ni asumen la promesa de obediencia, pero que siguen los principios de la Iglesia y de la Orden en su vida diaria.

La Orden es singular en que sus actividades religiosas y diplomáticas coexisten, sin que una interfiera en la imparcialidad de su misión de ayuda. Aunque esto incluye tener embajadores, emitir pasaportes diplomáticos y moneda, la Orden mantiene un enfoque humanitario y neutral en su trabajo. Sus esfuerzos diplomáticos, que abarcan relaciones con 113 países, están diseñados para apoyar sus iniciativas de ayuda a los pobres y enfermos, sin atender a intereses propios. La misión humanitaria de la Orden, guiada por su fe católica, se centra en asistir a los más vulnerables y olvidados, actuando con imparcialidad en contextos de violencia, hambre y desastres.

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El ojo de Roma

La Villa Magistral, propiedad de la Orden de Malta desde el siglo XIV, es una de sus sedes institucionales clave junto con el Palacio Magistral. El histórico edificio ha sido escenario de importantes eventos, como la elección de los últimos seis Grandes Maestres y la celebración del día de San Juan Bautista en sus jardines desde hace siglos, además de albergar la iglesia de Santa Maria de Aventino.

La Villa, ubicada en la colina del Aventino, es también un destino turístico popular, especialmente por el Buco della Serratura, conocido como el 'ojo de Roma' una cerradura a través de la cual se puede ver la cúpula de la Basílica de San Pedro. Además, es el lugar donde el Gran Maestre recibe a dignatarios y embajadores, y alberga el Gran Priorato de Roma y la embajada de la Orden ante Italia.

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Compromiso con su misión humanitaria

La Orden de Malta, con una red global que incluye 13.500 miembros, 95.000 voluntarios y 52.000 profesionales, opera en 120 países ofreciendo asistencia médica, social y humanitaria. Su labor abarca desde la ayuda de emergencia para refugiados y víctimas de conflictos hasta la gestión de hospitales y servicios sociales. En Ucrania, ha asistido a más de 300.000 personas, distribuido 6.700 toneladas de ayuda en 71 ciudades y proporcionado apoyo psicológico y formación en primeros auxilios.

En Oriente Medio, gestiona el único hospital con unidad de cuidados intensivos neonatales en Belén y participa en rescates de inmigrantes en el Mediterráneo. Originalmente compuesta por miembros de la aristocracia europea, hoy la Orden admite nuevos miembros basándose en su compromiso con su misión humanitaria. Esta misión, inspirada en principios de fe y caridad, se extiende a la ayuda en zonas de crisis y desastres naturales, apoyando a los necesitados sin distinción de religión o origen.

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¿Cómo financia la Orden de Malta sus múltiples actividades humanitarias?

Los fondos de la Orden de Malta provienen tanto de sus miembros como de donaciones privadas y públicas, y varían según el país y el tipo de proyecto. Para la gestión de hospitales y actividades médicas, los recursos suelen derivarse de acuerdos con instituciones nacionales de salud y servicios sociales, lo mismo aplica para los servicios de emergencia.

En los países en desarrollo, muchas de sus actividades se financian a través de subvenciones gubernamentales, aportaciones de la Comisión Europea, organismos de las Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales. Además, reciben apoyo de cientos de miles de donaciones de personas y contribuciones de benefactores que respaldan las iniciativas de la Orden.

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