«Algunas noches hemos escuchado los bombardeos»
El misionero valenciano que se queda en Líbano: «Es nuestra gente»
El marista Juan Carlos Fuertes dirige un centro de formación profesional para 1.500 alumnos
A pesar de la situación que se está viviendo estos días en Líbano con la intensificación de los ataques de Israel, el misionero marista valenciano Juan Carlos Fuertes permanece en el lugar para ayudar en lo posible a la gente que lo necesite: «Hemos decidido quedarnos para ayudar en lo posible. Es nuestra misión y nuestra gente».
Allí, Juan Carlos Fuertes, natural de Albalat de la Ribera, es el director del Centro Fratelli, situado cerca de la ciudad de Sidón, la tercera ciudad más grande del Líbano. En este centro, atendido por los maristas y por los hermanos La Salle, atienden y acogen a refugiados sirios y especialmente se encargan de la educación de los niños para que, a través de la educación, tengan un futuro mejor.
El lugar en el que se encuentra, según ha explicado el misionero al arzobispado de Valencia, «es seguro, aunque es verdad que algunas noches hemos escuchado los bombardeos». De hecho, cuenta que ha habido días en que los escuchaban cada cinco minutos: «Es terrible». «Nuestra misión es estar al lado de aquellos más vulnerables, y entendemos que esta situación es una situación de vulnerabilidad. Sabemos que este es nuestro sitio y hemos venido para echar una mano y para eso estamos aquí», reitera el valenciano.
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En este momento, su ayuda se está centrando en ayudar a sus educadores y a las familias que habitualmente atienden para que no les falte de nada. También a otras personas que llegan a su ciudad desde otros sitios huyendo. «Hay que tener en cuenta que los que vienen aquí a Fratelli son refugiados sirios que viven en casitas de 15 o 20 metros, y están acogiendo a nuevos miembros en sus casas. Nosotros salimos, vemos lo que necesitan e intentamos echarles una mano. Pero nuestra idea es reabrir cuanto antes el centro- ahora mismo cerrado por la situación- y que puedan venir los niños para jugar, correr y encontrarse unos con otros», explica.
El religioso comenta que las familias con las que tienen relación «ya tienen experiencia de haber huido de una guerra y lo viven con incertidumbre». «Algunas nos decían: 'mira, ahora los bombardeos se acercan hasta aquí. Nosotros hemos huido de nuestros pueblos y, ahora, ¿adónde tenemos que ir?'». Otros lo viven con inquietud: «Unos padres nos decían que nosotros estamos acostumbrados a esto, pero cuando escuchamos a nuestros niños llorar o tener miedo, se nos hace difícil. Otros lo viven con mucha resignación. Pero me sorprende que la mayoría de ellos lo viven con una serenidad increíble», relata.
En cuanto a la situación del conflicto, el religioso ve complicado por el momento la paz, puesto que «puede haber una ausencia de guerra, pero la paz no se conseguirá hasta que se vaya a la raíz del problema, que viene de muchos años atrás». Asimismo, reconoce que lo que se está viviendo estos días «es terrible con miles de muertos y heridos, de personas desplazadas, y más teniendo en cuenta que la mitad de la población, muchos de ellos refugiados, vive en la pobreza».
Centro Fratelli
El religioso valenciano llegó al Líbano en marzo de 2022 al Centro Fratelli, un centro que ayuda sobre todo a refugiados sirios. Allí realizan actividades educativas, psicosociales y también imparten formación profesional. Al año atienden a cerca de 1.500 personas. En este tiempo ahí explica que ha sido una experiencia «excelente» porque trabajar aquí «es un continuo aprendizaje y sobre todo de humanidad». «Aquí puedo decir que es verdad eso de que los pobres evangelizan y puedo mirar el mundo a través de los ojos de un niño pobre», subraya.