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Monseñor Rafael Zornoza durante la Solemne Función del Voto

Monseñor Rafael Zornoza durante la Solemne Función del VotoAlejandro Moreno

Cádiz celebra a la Virgen del Rosario, que protegió la ciudad del maremoto de 1755

Provocado por el terremoto de Lisboa, los gaditanos corrieron a sacar su imagen en procesión y la ciudad se libró del peligro

En el templo de Santo Domingo, los gaditanos veneran a su patrona, la Virgen del Rosario, que recibe fervoroso culto en el camarín central de su retablo mayor. Custodiado por los frailes dominicos, a la titular se le atribuye la protección de la ciudad durante los devastadores efectos del funesto terremoto de Lisboa de 1755. El seísmo –que provocó unas 90.000 muertes en Portugal– se transformó en un maremoto que avanzó imparable hacia las costas de Cádiz con olas de hasta 20 metros de altura. Los gaditanos, temerosos, corrieron hacia la puerta del convento de Santo Domingo y les pidieron a los dominicos que sacaran a la Virgen en procesión para detener la fuerza del mar. Y así ocurrió, o así lo narran las crónicas de la época. Nueve días después del suceso, el ayuntamiento de la ciudad tuvo a bien nombrar a la Virgen del Rosario Patrona y Protectora de la Ciudad de Cádiz.

Por eso, cada 7 de octubre, los gaditanos renuevan el voto que hicieron en su momento con su Patrona y Alcaldesa Perpetua. Esta mañana, el obispo de Cádiz y Ceuta, monseñor Rafael Zornoza, presidió la ceremonia de la Solemne Función del Voto en la citada iglesia, a la que asistieron decenas de personas que llenaron el templo. Por segundo año consecutivo, el encargado de renovar el voto a la patrona fue el alcalde de la ciudad, Bruno García.

Numerosas autoridades han acudido a la celebración

Numerosas autoridades han acudido a la celebraciónAlejandro Moreno

Monseñor Zornoza se unió a la Jornada por la Paz convocada para hoy por el Papa Francisco, y manifestó que «la Virgen puede librarnos también ahora de las profundas amenazas de guerra, odio y destrucción que pesan sobre el mundo. Pidamos, hermanos, intensamente por la paz. María, nuestra madre, siempre atenta a nuestras necesidades, sigue siendo nuestra poderosa protectora y guía espiritual, a condición de que sigamos creyendo en el poder de la oración y oremos intensamente para que cambie el curso de los acontecimiento».

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