Cuando Mecano le cantó a Jesucristo
Las letras de sus canciones versaban sobre fiestas, amores, perros que iban al espacio y barcos que viajaban hasta Venus. Pero también sobre Dios
Los éxitos del grupo musical Mecano son innumerables: Hijo de la luna, Mujer contra mujer, Perdido en mi habitación, Maquillaje, Me colé en una fiesta, Barco a Venus, Me cuesta tanto olvidarte, La fuerza del destino... El internet hay decenas de foros con votaciones para elegir cuál es la mejor canción de la banda que reinó absolutamente en las listas de éxitos musicales de España e Hispanoamérica (e, incluso, en varios países europeos) en los años 80 y 90. No hay consenso, pero una cosa queda clara: Mecano ha sido el grupo español de pop más importante de la historia.
Ana Torroja y los hermanos José María y Nacho Cano han seguido sus carreras por separado, aunque sus temas siguen sonando en las emisoras, las listas de reproducción y en las memorias de jóvenes y mayores. Lo que es menos conocido es que Mecano, uno de los iconos de la movida madrileña, con letras en ocasiones transgresoras, tuvo varias canciones con un marcado componente espiritual y cristiano.
La más evidente de ellas es «J. C.», cuyas iniciales significan «Jesús crucificado». Se trata de un tema que Nacho Cano compuso en 1991 y que tuvo una muy buena acogida, aunque no al nivel de los súper éxitos de la banda madrileña.
Letra de J. C.
qué vibró dentro de mí
y sin pensar me fui detrás de ti.
La luna en tu melena me ayudó a
seguir tus pasos por la acera.
Pero al doblar la esquina del bazar
no sé cómo te perdí.
En plena confusión escuché
dentro de mi corazón
como una voz marcando la señal.
Iba diciendo, me va diciendo
Tú, tú y yo, tú y yo, tú y yo.
Como un radar en el mar
el barco a puerto quiere anclar.
Aquella voz subía la intención
o bajaba si iba mal iba un poco mejor.
En miles de movidas me metí
por seguir de tras de ti.
Pero al final encontré el lugar en medio de la luz
estabas esperando.
Tú, tú y yo, tú y yo, tú y yo.
Colgado de los palos y amarrado
por los pies y por las manos.
Me pregunté ¿quién lo pudo hacer?
Trepé por la madera y aparté
de tu cara la melena y te besé.
Tres palabras rotas escapaban de tus labios
Tú, tú y yo, tú y yo, tú y yo.
Algunos han señalado el sincretismo religioso que permea las letras de las canciones de Mecano. Es cierto que hay otros temas, como el conocidísimo Aidalai –compuesto también por el menor de los Cano– que revela una espiritualidad oriental. Nacho Cano siempre se ha caracterizado por una búsqueda trascendente, y él mismo reconoce que no siempre ha acertado en sus caminos (como casi cualquier ser humano, en definitiva). «Te busqué en el oro y el placer, y en el cuerpo de alguna mujer. Te busqué en las drogas y el alcohol y en los vicios y en la corrupción», escribió en su tema de 1985 Te busqué. Al final, esa búsqueda incansable parece que consigue su objetivo: «Te busqué en los templos de oración y en los libros que hablan del amor. Te busqué por toda la ciudad y en el pozo de la soledad. Te busqué en el corazón. Allí estabas tú en un rincón. Te busqué en el corazón. Y en silencio oí tu voz», concluye la canción.
Hace un par de años, durante la presentación de su musical Malinche, Nacho Cano reconoció con naturalidad ante los periodistas que es creyente. «Siempre lo he sido. Para mí, es imposible no tener fe», señaló. Al referirse a Mecano, exclamó: «¡Está claro que Dios ha sido maravilloso con nosotros!», y admitió que «siempre he tenido un lado espiritual que me ha ayudado a contrarrestar mi lado canalla, que también es muy potente».
Algo similar ocurre con su hermano José María. En febrero de 2020 presentó en la catedral de Toledo Apostolados, en la que establece un diálogo entre sus obras y nada menos que las de El Greco. «No hay hoy nadie en su sano juicio que pueda cuestionar que el cristianismo es un humanismo extraordinariamente bello», aseveró en aquella ocasión. «Celebro estar hoy aquí con ustedes, celebro estar vivo, celebro ser cristiano y que Dios les bendiga mucho y tengamos más ocasiones de vernos», dijo al final de su presentación.
Hay otras dos canciones de Mecano que contienen un profundo significado cristiano, aunque fueron menos relevantes: Ángel y Hermano sol, hermana luna. El primer tema trataba sobre la aparición de un ángel de Dios: «Esta mañana me asome al balcón. Todo el mundo miraba arriba. Y es que, detrás del sol, apareció un ángel de Dios, y esperan todos tu bendición».
La segunda canción, como se puede adivinar, se inspira en el célebre Cántico del Hermano Sol o Alabanza de las Criaturas, obra de San Francisco de Asís: «Hermano sol, hermana luna, que nada nunca me separe de mi Dios».