Entrevista a Javier Ortega, sacerdote de Torrejón de Ardoz (Madrid)
«Halloween es el día más grande para los satanistas»
«Es verdad que los niños no se imaginan lo que están haciendo, pero de alguna forma están participando en una fiesta que no tiene nada de bueno», advierte
Como cada año, este 31 de octubre se celebra la víspera de la solemnidad de Todos los Santos. No obstante, cada vez se ha instalado más en nuestra sociedad la fiesta de Halloween, la otra cara de esta víspera. Las películas de terror, las marchas de zombis, las fiestas de disfraces en las que se evoca la muerte, lo feo, lo grotesco y lo sangriento están a la orden del día. El sacerdote Javier Ortega Martín, de la diócesis de Alcalá,párroco de San Juan Evangelista, en Torrejón de Ardoz (Madrid), ha hablado ante los micrófonos de Cope.
– ¿Cuáles son los peligros de 'jugar' con cosas como estas?
– El origen de Halloween es una fiesta pagana que hacían los celtas en la que celebraban el final del verano, y era el día en el que se juntaban los dos mundos: el de los muertos y el de los vivos. Salían los muertos, los espíritus de los muertos podían caminar entre los vivos, y la gente, para protegerse, se disfrazaba también con máscaras como si fueran zombis y evitar ese contacto con los muertos.
La Iglesia pone la fiesta de Todos los Santos justamente en respuesta a esta fiesta, pero dándole el sentido del Cielo, la belleza, la vida eterna…
Después, esta fiesta pagana se retoma con otros elementos. Por una parte se edulcora (la calabaza), pero detrás de todo esto está el Malo, está la influencia del mal. De hecho, es el día más grande para los satanistas. Antiguamente, por ejemplo, el «truco o trato» era lo que hacían los espíritus de los malos: «Maldición o sacrificio». Si no hacías una ofrenda, te iba a caer la mala suerte, la maldición…
El Malo se sirve también de la ignorancia y de la ingenuidad para entrar. Es verdad que los niños no se imaginan lo que están haciendo, pero de alguna forma están participando en una fiesta que no tiene nada de bueno. Es importante que no seamos ingenuos, el Malo se aprovecha mucho de la ignorancia. Si uno bebe veneno, aunque él no lo sepa, se está envenenando. Es algo que le hace daño, aunque él no lo sepa, aunque él piense que está tomando algo estupendo… A veces con estas cosas pasa lo mismo: uno puede pensar que no pasa nada, que está haciendo algo buenísimo, pero en el fondo está haciendo algo que le está haciendo daño. Y lo puede notar en ese momento o también después. Muchas veces las cosas que hacemos, las cosas que no hacemos bien, se quedan ahí guardadas y el Malo las aprovechará cuando él considere oportuno.
– ¿Cómo distinguir cuando algo es malo?
–Es verdad que a veces, a priori, es muy difícil distinguirlo. Hay cosas evidentes: las cosas feas, uno ve un esqueleto, uno ve una bruja disfrazada toda de negro… Pues eso es feo… Pero otras veces el Malo se disfraza de ángel de luz. Entonces hay que estar muy atento, pedir al Señor la gracia de poder discernir y en ese sentido es muy importante también la formación. Formarse y también fiarse de lo que la Iglesia nos dice.
– Vivimos en una cultura que exalta lo feo, lo monstruoso… en todos los aspectos de la vida, sobre todo en las manifestaciones artísticas, en la producción de películas, en la música… ¿Hay una influencia real del demonio en las personas que llevan a cabo esto y en las personas que ven estos espectáculos, que ven esas películas, que escuchan esa música?
– Sí, detrás de todo lo malo, de todo lo feo, de todo el pecado está siempre el Malo. Detrás de los que organizan estas cosas sin duda está la presencia del Malo de una forma muy directa. Es verdad que la gente que ve las películas o que participa de alguna forma de estas cosas no es que tengan la influencia… pero es verdad que pueden quedar influidos por el Malo.
Detrás de todo pecado, de las guerras, de toda la ideología de muerte que estamos viviendo, el ataque a la familia, el aborto, la ideología de género… detrás de todo eso está, sin duda, el Malo, que quiere destruir y quiere alejarnos de Dios, alejarnos de la belleza, de la vida y de todo lo bueno.
No obsesionarse
– ¿Hasta qué punto uno puede exagerar en su prudencia con respecto a estas cosas? Es decir, antes hablábamos de que los niños a lo mejor participan en esto pero de una manera inocente. ¿Hasta qué punto es bueno que normalicen esta fiesta, que participen en esto, hasta qué punto uno puede ser 'demasiado' prudente? ¿Cómo podemos identificar cuándo el demonio se está metiendo en nuestra vida?
– Creo que nomse trata de obsesionarse, pero tampoco de ser ingenuos. Hay que evitar los dos extremos. Hay que formarse bien, hay que prevenir… Por supuesto, no poner nunca la mano en el mal directamente. Yo invitaría a los padres a que, si es posible, no participen. Y si sus hijos participan, pues que se vistan de santos o con disfraces de cosas hermosas y bellas.
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Que no se les ocurra disfrazarse de demonios, de brujas o de muertos. Porque de alguna forma estás abriendo puertas, estás de alguna forma tentando al diablo… O sea, no es algo neutro. Creo que es bueno que los cristianos elevemos la voz, demos nuestro punto de vista y ofrezcamos también otra alternativa a esta cultura de la muerte.
Esoterismo y espiritismo
– Actualmente hay una auge del espiritismo, de lo esotérico… Todos somos muy conscientes de la cantidad de tiendas que ofrecen productos o servicios vinculados con todo esto. Incluso venden figuritas de santos, de ángeles… ¿Es lícito que un cristiano tenga parte en este tipo de negocios, que participe en ellos?
– Yo sería partidario de no tener ningún contacto con esas tiendas porque se mezclan las cosas. Y, a veces, de la forma más tonta o más ingenua puedes llevarte una sorpresa, una mala sorpresa. A veces en el origen de influencias del mal hay cosas a veces muy banales, o no tan banales… Pensad en la ouija, por ejemplo, que la gente lo hace como un juego inocente y, sin embargo, estás invocando, estás abriendo puertas… estás invocando a los malos espíritus.
O todo el tema de la Nueva Era, incluso el reiki o cosas de estas, el yoga a ciertos niveles… no el yoga que hace una persona que va con su colchoneta a hacer un poco de ejercicio. Pero lo que significa el yoga como tal, ahí llega un momento en que se abren puertas a energías, a espíritus, a los chakras… En el fondo estás invocando al Malo, estás tentando a la suerte y yo por eso soy partidario de evitar ese contacto, de no poner nunca la mano directamente en el mal.
– ¿Cómo podemos cuidar desde pequeños la contemplación de lo bello?
– Me agrada mucho esta pregunta y es muy importante. La belleza salvará al mundo. Es muy importante educar en lo bello y sobre todo los niños. Hay que cuidar su imaginación, para que ellos tengan en su imaginario cosas hermosas y bellas. Que no haya en las habitaciones de los niños cuadros feos, sino que haya una imagen de la Virgen, del ángel de la guarda… que haya cosas hermosas… los dibujos animados, los cuentos… que se bendiga a los niños todas las noches, que escuchen palabras de bendición, palabras de Cielo, palabras de Esperanza.
Para que los niños vayan poco a poco teniendo en su imaginario, en esa imaginación que después les va a acompañar durante toda la vida, cosas verdaderas, cosas hermosas. Es muy importante y es una responsabilidad grande de los padres. Si los padres van por la calle y alguien quiere hacer daño al niño inmediatamente se lanzarían como leones a protegerlo y, sin embargo, no cuidamos su alma. Las cosas que ven, las cosas que oyen… Vivimos en un mundo que atenta mucho contra los niños, en el que hay cosas feas y cosas que atacan verdaderamente la pureza de corazón, la inocencia de los niños… Entonces hay que combatir contra ello con todas nuestras fuerzas.