'Gonzalico' de Valcázar, el niño mártir de la Alpujarra que pronto podría ser santo
El arzobispado de Granada introduce la causa de canonización del pequeño de diez años degollado durante la revuelta de los moriscos de 1568 junto a otros mártires
Quería ser sacerdote, estaba estudiando para ello en Ugíjar (Granada) y apenas contaba con 10 u 11 años, pero la revuelta de los moriscos de 1568 tronchó los planes de futuro de Gonzalo de Valcázar, al que apodaban Gonzalico. Al amanecer del 25 de diciembre de ese año, «estando diciendo la misa del gallo, se dijo haber rebato de moros y que los moriscos de la tierra se habían alzado», según recogen los testimonios de la época. «Buscando refugio, la mayor parte de los cristianos viejos se acogieron a la iglesia y su torre, otros se ampararon en otras dos torres que había en la villa y desde ellas hicieron frente al cada vez mayor número de moriscos que desde los lugares altos de la taha descendían sobre Ugíjar», explica el profesor de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha José Carlos Vizuete Mendoza. «Asaltaron la cárcel y, tras liberar a los moriscos presos, dieron muerte a tres cristianos viejos que se encontraban en ella», prosigue.
Ahora, muchos de los asesinados durante aquel episodio se encuentran más cerca de la canonización, después de que el arzobispado de Granada introdujera hace unos días la causa de los Siervos de Dios Diego Pérez de Gúzman, sacerdote; Pedro de Villegas, presbítero de la orden de San Agustín; Gonzalo de Valcázar, niño, y 406 compañeros mártires.
Durante la Guerra Civil
El sacerdote toledano que asistió al asesino de su padre y le abrazó en su muerte
Gonzalo de Valcázar había ido a Ugíjar a recoger a su hijo Gonzalico cuando estalló la revuelta y se refugiaron en la iglesia con los demás feligreses. Tres días duró la resistencia en el templo y su torre. El 27 de diciembre «entraron los moros en la iglesia, por un agujero que hicieron en la sacristía de ella, y le pegaron fuego y así mismo a la torre», según recogen las crónicas. Entonces, los cristianos, decidieron entregarse.
Degollado delante de su madre
Los moriscos hicieron oídos sordos a Gonzalico, que rogaba y suplicaba por la vida de su padre. El niño vio cómo lo mataban. Posteriormente, su madre, Dª Isabel de Melgar, y otras mujeres, fueron apresadas, y el 8 de enero les llevaron a todos ellos río Adra abajo hasta llegar a Lucainena. Allí, delante de su madre, degollaron a Gonzalico y a otro muchacho de la misma edad, Melchorico. «Horas más tarde de tan vil asesinato las tropas del marqués de Mondéjar liberaron a los cristianos cautivos», prosiguen las crónicas de la época.
La iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora Virgen del Martirio, custodía en su interior las reliquias del niño mártir de Las Alpujarras, Gonzalico, de cuya entereza y santidad se tuvo constancia desde el instante de su muerte, y que —tal vez, pronto— podría ser reconocida por la Iglesia universal.