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La costumbre de la corona de Adviento surgió en Alemania

Por qué las velas de la corona de Adviento son de cuatro colores diferentes

Este período litúrgico es el tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús, y esta costumbre esconde una bonita historia

Si va usted estos días a una iglesia, verá que, en casi todas ellas, hay una corona de ramas de árboles con cuatro velas. El pasado domingo, de hecho, se encendió la primera, y cada domingo de las tres próximas semanas, hasta la Navidad, se encenderán las restantes. Se trata de la corona de Adviento, una costumbre de origen pagano, pero lleno de simbolismo cristiano. Encierra, además, una preciosa historia surgida en Alemania.

En el siglo XIX, el pastor luterano Johann Wichern, fundador de una casa de acogida para niños pobres en Hamburgo, ideó una rueda de madera con 19 velas pequeñas y cuatro grandes para contar los días hasta la Navidad. Las velas pequeñas se encendían de lunes a sábado y, las grandes, los domingos. Con el tiempo, esta rueda se simplificó y se convirtió en la corona de cuatro velas que conocemos hoy.

Antes que él, los pueblos germanos ya tenían esa costumbre, que consistía en encender velas durante el invierno para invocar al dios sol y propiciar su regreso con la primavera. Los primeros misioneros cristianos aprovecharon esta práctica para evangelizar a esos pueblos y relacionarla con la venida de Cristo, la verdadera luz del mundo.

La corona de Adviento está llena de simbolismo cristiano. Su forma circular expresa el amor eterno de Dios y la unidad de los fieles. El color verde de las ramas de pino o abeto representa la esperanza y la vida nueva que nos trae Jesús. Las cuatro velas, que se encienden progresivamente cada domingo de Adviento, simbolizan las cuatro etapas de la historia de la salvación: la creación, la encarnación, la redención y la consumación. Las velas en la corona de Adviento representan las cuatro semanas que preceden a la Navidad, en las que los cristianos se preparan para celebrar el nacimiento de Jesús. Las llamas de las velas también expresan la fe, la esperanza, el amor y la alegría que nos trae Jesús.

Las cistercienses del monasterio de Santa María de Armenteira, en Pontevedra, han compartido con la fundación DeClausura las oraciones que rezan cada domingo de Adviento con el encendido de cada vela, recogidas de diversos santos y místicos de la Iglesia. Son las siguientes:

1. La vela morada significa vigilancia

Si todo tu interior guarda el silencio de medianoche, entonces del trono del Padre, la Palabra todopoderosa descenderá secretamente a ti. En la soledad más recóndita de tu alma acallada, oirás no solo la voz del Verbo, sino al Verbo mismo; no solo a Juan, sino a Jesús. Vigilemos y escuchemos lo que nos clama la voz del Verbo, a fin de que un día podamos pasar de la voz al mismo Verbo.

Guerrico de Igny, sermón IV de Adviento

2. La vela verde significa esperanza

«Jesucristo viene del corazón del Padre al seno de la Virgen Madre. Viene desde el ápice de los cielos a las regiones más profundas de la tierra. Viene a ti y en ti. Espera y guarda su Palabra y ella te guardará a ti. El Hijo vendrá junto con el Padre hasta ti. Vendrá Aquel que todo lo hace nuevo».

San Bernardo de Claraval, sermones I, III, V de Adviento

3. La vela rosa significa alegría

«Alegrémonos y corramos tras el olor de sus perfumes, con los que fue ungido Cristo; corramos alegres con María llevando al Creador en nuestro seno; alégrate y goza Jerusalén que llega tu luz. Aquella luz que estaba en el mundo desde el principio y que el mundo no reconoció».

Elredo de Rieval, sermón de Adviento

4. La vela blanca significa plenitud

«'Cerca está el Señor de los que lo invocan': apresurémonos hacia el pesebre del Señor cuanto nos sea posible. ¡María, pronto nacerá el fruto de tu vientre!. En Belén nacerá la Fuente y correrán las aguas por todo el mundo. Un río de gracia y plenitud fluye por doquier, bordeando la redondez de la tierra, entra en el paraíso. Esta agua es dulce y llega envuelta en pañales. Este Niño recién nacido crea una nueva estrella en los cielos, el sol que nace cada mañana».

San Gregorio de Nisa, discurso sobre el bautismo