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El Papa Francisco durante su visita a la isla de Lampedusa el 8 de julio de 2013.GTRES

La profecía cumplida del Papa Francisco en la isla de Lampedusa

De aquel día queda la imagen del Papa celebrando misa en un altar hecho con barcas de hombres perdidos en el mediterráneo y el abrazo con los jóvenes que sobrevivieron a esos viajes mal llamados de la «esperanza», mientras preguntaba en la homilía insistentemente «Caín, ¿ dónde está tu hermano?»

El 8 de julio de 2013, el papa Francisco visitó Lampedusa. En aquel conmovedor primer viaje como Papa insistió en la fraternidad como la urgencia para un mundo que se desfiguraría en su rostro con gestos de inhumanidad y de olvido, tras la violencia de las guerras por venir y el drama de la pandemia.

Hombres ahogados

El 8 de julio de hace nueve años realizó su primer viaje apostólico, dirigiéndose a Lampedusa: la isla que se había erigido en signo de la tragedia de los hombres que mueren ahogados en el Mediterráneo, y allí Francisco testimonió con su presencia lo que entendía por «Iglesia en salida» hacia las «periferias existenciales».

De aquel día queda la imagen imborrable del Papa celebrando la misa en un altar hecho con barcas de hombres perdidos en la mar y el abrazo con los jóvenes que sobrevivieron a esos viajes llamados de la «esperanza», pero que sólo causan desesperación: «Estamos desorientados, no estamos ya atentos al mundo en que vivimos, no nos preocupamos, no protegemos lo que Dios ha creado para todos y no somos capaces siquiera de cuidarnos los unos a los otros. Y cuando esta desorientación alcanza dimensiones mundiales, se llega a tragedias como ésta a la que hemos asistido», lamentó el Papa frente a las aguas que se habían tragado a trescientos hombres en busca de esperanza.

El Papa Francisco durante su visita a la isla de Lampedusa 2013.GTRES

Francisco pronunció una homilía que leída a la luz de los acontecimientos, llama la atención por su carácter de profecía no sólo para los migrantes libios o subsaharianos, sino para todos los hombres poseídos por ese «espíritu cainita de matar, en lugar del espíritu de paz».

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«Caín, ¿ dónde está tu hermano?», repitió Francisco: «¿Dónde está tu hermano?»; y en los años sucesivos el Pontífice no ha dejado de repetir esa escena bíblica. «¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que llevaban a sus hijos? ¿Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de sufrir con: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!»

Fratelli Tutti frente a Caín

Fratelli Tutti, el viaje a Abu Dhabi, la insistencia en la fraternidad entre los hombres, el nombre de Francisco y la pregunta de Dios a Caín como la contraposición entre la mirada fraterna de Jesús y las sombras aterradoras de lo que él llama «la Tercera Guerra Mundial en pedazos», cuya raíz nace de la envidia y la violencia de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?»

El 27 de marzo de 2020, en una Plaza de San Pedro vacía, el Papa afirmaba que la pandemia había «vuelto a descubrir esa bendita pertenencia común de la que no podemos escapar: la pertenencia como hermanos». Y en la pasada y olvidada Semana Santa volvió a insistir en nuestra pertenencia «al espíritu de Caín, que mira a Abel no como un hermano, sino como un rival, y piensa en cómo eliminarlo».

Hoy en día, la humanidad se enfrenta a una de las crisis más profundas y con más niveles que jamás haya tenido que afrontar. Para salir de ella, el Papa vuelve a llamarnos para que nos alejemos del poderoso influjo de Caín, y volvamos a retomar la inevitable relación que nos constituye como hermanos e hijos de un mismo Padre.