¿Por qué es tan importante para el Papa Sudán del Sur?
Frente a quienes lo querrían ver rodeado de multitudes o en su país natal, el obispo de Roma cree que es preciso poner el foco en lugares por los que casi nadie se interesa
Hace tres años, en marzo de 2019, el Papa Francisco reunió en el Vaticano a dos de los principales líderes políticos, enfrentados entre sí, de Sudán del Sur. Con ellos vivió un par de días de retiro espiritual que terminaron de forma sorprendente. En el momento de la despedida, en Casa Santa Marta, el Papa se inclinó ante ellos y les besó los pies para suplicarles de corazón que mantuvieran la paz. El gesto tuvo un impacto internacional.
Durante estos días de julio, el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Parolin, está de visita en el país, de apenas 12 millones de habitantes, al que el Papa no ha podido viajar por motivos de salud. Esta implicación del más alto nivel de la Santa Sede en uno de los países más pobres del mundo es llamativa, pero tiene su explicación.
En conflicto desde 1965
La zona del Sud Sudán vive en permanente conflicto desde el año 1965. La violencia, en un primer lugar se achacaba a razones religiosas, ya que en el sur del país vivían mayoritariamente cristianos y en el norte musulmanes. Un discurso que se rompió tras la independencia, en 2011, con un nuevo Sudán del Sur mayoritariamente cristiano, pero en el que operan al menos 12 grupos armados distintos.
La realidad es que son intereses étnicos y económicos los que alimentan las tensiones. Pero el factor religioso tiene su importancia. De hecho, un diplomático británico que trabajó sobre el terreno confesaba que los líderes religiosos son los únicos que transmiten esperanza y que están dispuestos a perdonar y empezar de nuevo.
Por este motivo, el Papa Francisco había invitado a su viaje al país al arzobispo de Canterbury y líder de la iglesia anglicana, Justin Welby, y al moderador de la Iglesia de Escocia, el reverendo Iain Greenshields. Se trata de dos instituciones que tienen cierta presencia en el país y con quienes el Papa quería ir de la mano en su empeño por la paz. Es importante despejar cualquier sospecha de diferencias religiosas como base del conflicto entre distintos grupos.
Desde que volvimos de Roma no hemos vuelto a combatir. He dicho 'no' a nuevas guerras. La gente, quizá, no ha visto el desarrollo, pero ha sentido el silencio de las armasPresidente de Sudán del Sur
En su primer día en Juba, la capital del país, el cardenal Parolin ha asegurado que «el Papa está muy preocupado sobre la reconciliación y la paz en Sud Sudán y está siguiendo su desarrollo. Os asegura su oración y apoyo, tanto a los ciudadanos como a las autoridades».
El Secretario de Estado del Vaticano se ha reunido con el presidente del país, Salva Kiir, quien ha asegurado que «desde que volvimos de Roma no hemos vuelto a combatir. He dicho 'no' a nuevas guerras. La gente, quizá, no ha visto desarrollo, pero ha sentido el silencio de las armas». Una declaración a la que el cardenal Parolin ha respondido animando a que «hagan todo lo posible, con la ayuda de Dios».
Quienes trabajan sobre el terreno en el país tienen claro que esta visita no va a cambiar la situación radicalmente, pero puede ayudar a consolidar un precario proceso de paz que está en marcha desde hace cuatro años.
Los más necesitados, primero
La constante atención por un pequeño país, pobre y castigado por la violencia, es también un mensaje a todos los católicos. La prioridad por los más humildes y necesitados es una constante en el magisterio del Papa Francisco y lo materializa con sus desplazamientos. Frente a quienes lo querrían ver rodeado de multitudes, o en su país natal, el obispo de Roma cree que es preciso poner el foco en lugares por los que casi nadie se interesa.
Por último, Sudán del Sur también es una zona castigada por la crisis climática. Un hecho que está provocando también movimientos de población y que desestabiliza a toda la región. No hay que olvidar que el país tiene frontera con Etiopía, Kenia, Uganda, Congo y República Centroafricana, por lo que del progreso en las negociaciones de paz depende también la seguridad y estabilidad de la región. Y el Papa lo sabe.