Revilla, ¿por qué no te callas?
Ya es triste que hayas usado al Rey Juan Carlos para volver al mapa mediático por una demanda, a la que tiene todo el derecho, en defensa de su honor. Has de reconocer, Revilla, que cuando te ponían un micrófono delante te venías arriba e injuriabas a cascoporro
No, Revilla, no. No eres el gracioso que te crees. Ni el político (o expolítico) que mejor interpreta el sentir de la calle. Ni tus mensajes están cargados de sabiduría popular, aunque los expongas de forma populachera. Ni rompes los audiómetros cada vez que hablas (en tu tierra, donde te conocen, no te escuchan ni la anchoas). A lo sumo, llenas media hora de chatarra televisiva con tu verborrea barata. No fuiste un buen presidente de Cantabria, a lo más que llegaste fue a primero de oportunista que mamó del dinero público durante 40 años; desde que en 1983 fuiste elegido diputado autonómico. Tampoco eras infalible, como vendías, porque al final los cántabros te dieron boleta en 2023 con un batacazo sideral. Probablemente, tus paisanos entendieron que, si te pasabas horas y horas enganchado a un pinganillo, poco le dedicabas a la misión bien pagada de presidir su autonomía. La capacidad de los cántabros de aguantarte tenía fecha de caducidad, aunque duró más de la cuenta: tu proverbial falta de principios te llevó a ser presidente regional con el apoyo del PSOE y antes haber ostentado la vicepresidencia en Gobiernos del PP. Esa transversalidad olía muy mal, Revilla, sobre todo porque encima usabas el regionalismo agraviado para meterte con los presidentes en Moncloa. Así cubrías todos los flancos.
Ya es triste que hayas usado al Rey Juan Carlos para volver al mapa mediático por una demanda, a la que tiene todo el derecho, en defensa de su honor. Has de reconocer, Revilla, que cuando te ponían un micrófono delante te venías arriba e injuriabas a cascoporro. Has llamado al anterior Monarca trincón, corrupto, evasor fiscal, apátrida al que pagábamos a sus queridas y al que los de la chilaba habían regalado cien millones, pagador de fondos públicos a su amante Corinna… A falta de contar tus fracasos como dirigente político, largabas del anterior jefe del Estado para hacerte indispensable en los programas especializados en hacer picadillo del padre de Don Felipe. Antes, también le habías utilizado para elogiarle farisaicamente, aduciendo que eras un republicano juancarlista. Bueno, más que republicano tuviste orígenes falangistas, por llamar a las cosas por su nombre.
Pero tus mezquindades no han tenido límites. Todavía recordamos cuando, en el colmo de la pésima crianza, te fuiste en las navidades de 2022 a un acto oficial en Molledo ante unos niños y, acompañado de los Reyes Magos, les dijiste a los pequeños que «hay otro rey fugado» que «se queda con los regalos». A saber dónde están los que recibiste tú como presidente cántabro. De eso nunca hablas. Y ya el colmo llegó cuando en un programa de Bertín Osborne contaste que, durante la boda de Don Felipe y Doña Letizia, hallaste en los baños al Rey Harald de Noruega sentado en el retrete. Un gran descubrimiento para este purriego de montaña; y un gesto de falta de etiqueta institucional y de grosería personal, que nos puso en un compromiso con el Reino de Noruega.
Con todos los errores de Juan Carlos I –algunos de ellos muy graves– su legado y su servicio a España están lejos de toda duda. A pesar de los Sánchez o los Revilla de turno, que serán meras anécdotas pésimas las dos, el Rey padre pasará a la historia como el gran estadista que fue, motor de la democracia que hoy disfrutamos, a pesar de los pesares. Compara, Revilla, su legado con el tuyo: travestismo político, mal gestor, charlatán populista, y, sobre todo, un señor profundamente maleducado. Ahora ya tienes, Revilla, los platós a tu disposición para llenar tus ratos de ocio y comentar la jugada; no vas a salir de las teles, ya lo verás. Incluso, si tienes dignidad, puedes retractarte y evitar pagar los 50.000 euros que te pide Don Juan Carlos y que irán destinados a Cáritas.
Ayer estabas haciendo un cameo en una peli, vestido de juez, junto a Paz Padilla y Antonio Resines, cuando recibiste la noticia de que salías en los telediarios. No hay mal que por bien no venga. Revilla, ¿por qué no te callas?