Domund 2022
Tamara Falcó: «A través del amor de Jesús comprendí que me había faltado algo toda la vida»
«En todos los lugares del mundo hay personas no amadas, no deseadas, rechazadas; personas a las que nadie ayuda, personas marginadas y olvidadas, y esta es la mayor de las pobrezas», ha testimoniado Tamara Falcó
La marquesa de Griñón, Tamara Falcó, ha sido la encargada de poner rostro y voz a los misioneros en el tradicional pregón del Domund 2022. «En palabras del Papa Francisco [en su mensaje del Domund], quisiera agradecer especialmente a los tantos y tantos misioneros que han gastado su vida por ir más allá», ha comenzado Tamara Falcó.
Santa Teresita
«Los misioneros… me imagino todos sabemos quiénes son los misioneros. Es gente buenísima, que abandona a sus familias -no las abandona, las deja-, pero que se va a sitios recónditos para ayudar, para llevar la Palabra», ha explicado. Y ha hecho referencia a la patrona de los misioneros Santa Teresita de Lisieux, una monja de clausura que nunca salió de su convento, pero tenía gran celo por la evangelización.
Al explicar que los misioneros dan testimonio con obras y palabras, Tamara ha querido compartir su propio testimonio, de cuando conoció la fe. Según ha relatado, ella se definía a sí misma cristiana no practicante. «Una amiga me dijo: eso es como ser vegetariana y comer carne». Una vez que conoció a la Virgen y la fe hace trece años su vida cambió. «Fue a través de ese amor de Jesús que descubrí que podía ser feliz, que me había faltado algo toda la vida. Y que de repente ese algo estaba llenado por Jesús». Y comenzó a dar testimonio.
«El Señor me había puesto en un sitio que yo no entendía absolutamente nada», ha explicado, en referencia a que no viene de una familia convencional. Y entonces, escuchó una cita de la misionera Santa Teresa de Calcuta, que le dio la clave: «Se puede encontrar Calcuta en todas partes si tienes ojos para ver, y no solo para ver, sino para mirar. En todos los lugares del mundo hay personas no amadas, no deseadas, rechazadas; personas a las que nadie ayuda, personas marginadas y olvidadas, y esta es la mayor de las pobrezas».
Al hilo de esto, Tamara Falcó ha explicado que tuvo la suerte de hacer un viaje humanitario a Mozambique, y le impresionó mucho el contraste entre las situaciones tan duras de pobreza y enfermedad que tenían, y la alegría que mostraban. «Pensé: ‘¿cuál es la diferencia? ¿cómo puede ser que frente a todo esto estos niños estén bien; y yo vaya a sitios donde la gente, que se supone que tiene más -guapos, ricos, todo famosos…- y sin embargo se suicidan? Y pensé: es que Dios está con los que sufren».
Después de esto, Tamara reafirmó su convicción de que tenía que seguir danto testimonio allí donde Dios le había puesto: «a partir de entonces entendí mi misión, que era llevar a Cristo a todos los lugares, incluidos esos sitios que parecían más frívolos. Porque la gente tiene alma, también son hijos de Dios».
La marquesa de Griñón ha terminado su pregón animando a todos a «buscar su Calcuta», y a ser testigos, como dice el lema de este año «Seréis mis testigos».
Un pregón programado desde hace un año, y por amor a la misión
«El pregón es una forma de hacer una reseña de agradecimiento a los misioneros, y una llamada de atención de que todos somos misioneros», ha afirmado José María Calderón, director de Obras Misionales Pontificias (OMP). Según ha explicado, cada año una persona conocida da voz a los misioneros. Y este año se ha elegido a Tamara Falcó por su testimonio valiente en los medios de comunicación que, según ha explicado con citas de diversos Papas, es uno de los nuevos Areópagos en los que anunciar el Evangelio.
El nombre de Tamara se suma a la lista de personas que generosamente han dado voz a los misioneros: el cocinero Pepe Rodríguez, el club de baloncesto San Pablo Burgos, la cantante Luz Casal, los periodistas Cristina López Shlichting, Ángel Expósito, Javier Nieves y Pilar Rahola; los políticos Manuel Pizarro y Francisco Vázquez. Todos ellos fueron pregoneros del Domund en ediciones anteriores.
Semana del Domund
El domingo 23 es la jornada del Domund, que busca concienciar y apoyar el trabajo que la Iglesia misionera realiza. Es una jornada que se celebra en todo el mundo de forma simultánea, y en ella todos los cristianos rezan por los misioneros, y colaboran con el sostenimiento de su tarea.
OMP España organiza anualmente la iniciativa «El Domund, al descubierto», que pretende acercar esta jornada a la gente de la calle. Además de este pregón, el jueves 20 tendrá lugar una mesa redonda de testimonios misioneros en Alcalá de Henares, que contará con la intervención de Ángeles López, comboniana superviviente de un ataque terrorista. El sábado 22, víspera del Domund, OMP entregará sus primeros premios misioneros «Beata Pauline Jaricot» y «Beato Paolo Manna» a dos misioneros secuestrados y recientemente liberados (la hermana Gloria Cecilia Narváez y el sacerdote Pier Luiggi Maccalli), y a Ana Álvarez de Lara, expresidenta de Manos Unidas y Misión América.
El pregón de Tamara
Buenas tardes a todos:
Primero quiero dar gracias a Obras Misionales Pontificias, que son las encargadas de esta jornada, del Domund. A José María Calderón, su director, que me ha acogido con tanto cariño y me ha invitado a dar el pregón. Muchas gracias a la Colegiata de San Isidro por prestarnos este maravilloso enclave, que como bien explicado José María, hace cuatrocientos años se canonizó a San Isidro. Como buena madrileña soy muy devota de él, y además resulta que es Año jubilar, así que todo fenomenal: eso que ganamos. Estos tres agradecimientos para mí son muy importantes, pero el más importante es, en las palabras del Papa Francisco, «por los tantos y tantos misioneros que han gastado su vida por ir más allá». Hoy es su día, y celebramos que hoy el Domund por fin cumple 200 años. Vamos a dar un aplauso.
He buscado el significado de misión y he encontrado dos -en Google no en el diccionario-. El primero: trabajo función o encargo que una persona debe cumplir. Pero me quedo con el segundo: encargo o poder que un gobierno le da a una persona, especialmente a un diplomático, para ir a desempeñar un trabajo o una determinada función en algún lugar. Me quedo con esta segunda definición porque ese es Jesús, que nos manda hasta los confines de la tierra a extender su Palabra.
Los misioneros… me imagino todos sabemos quiénes son los misioneros. Es gente buenísima, que abandona a sus familias -no las abandona, las deja-, pero que se va a sitios recónditos para ayudar. ¿Cuál es la diferencia de los misioneros de la Iglesia? Que transmiten la Palabra.
A mí Santa Teresita de Lisieux me encanta. La mayoría la conocemos, pero por si acaso voy a repetir su historia. Es la patrona de las misiones y escribió un libro precioso que dejó como legado. Y en él dice lo siguiente: «tengo la vocación de apóstol, quisiera recorrer la Tierra, predicar tu nombre, y plantar sobre el suelo infiel tu cruz religiosa. Pero, oh Amado mío, una sola misión no me bastaría. Desearía anunciar al mismo tiempo el Evangelio en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas. Quisiera ser misionera, no solo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo; y seguir siéndolo hasta la consumación de los siglos. Pero desearía sobre todo, oh amadísimo Salvador mío, derramar por ti hasta la última gota de mi sangre».
A mí estas líneas me inspiran muchísimo, porque una monja que nunca dejó su convento, porque era monja de clausura, es capaz de sentir ese amor y desearlo; desear que todo el mundo conozca el amor de Dios hasta los confines. Entonces me parecía importante mencionarlo.
Una de las cosas que me pidieron es que hiciera especial hincapié es que el testimonio se realiza con obras y palabras. La verdad es que aquí voy a dar mi pequeño testimonio, y digo pequeño, porque yo soy conversa desde hace solamente 13 años.
Y la verdad es que en esos trece años me han pasado muchas cosas preciosas al lado de Jesús. Primero la que me llevó a él fue María, que es una madre preciosa. Y cuando ya empezaba a adorarla como si fuera Dios, me llevó a su Hijo y allí descubrí un Dios vivo, a Jesús y Jesús es lo máximo. Jesús es ese amigo que nunca te falla, que te quiere, que lo sabe todo sobre ti. Tenía una noción de lo que era Dios Padre, pero a través de María conocí a Dios Hijo y ahora estoy conociendo al Espíritu Santo.
De vuelta a mi historia, yo había sido bautizada y había hecho la primera comunión, pero no seguíamos en casa ninguna de las reglas del cristianismo -alguna me imagino que sí, pero la gran mayoría no-. Entonces, yo me consideraba cristiana no practicante. Y me acuerdo de esto, porque una amiga me dijo: eso es como ser vegetariana y comer carne. Eso se quedó ahí.
Fue a través de ese amor de Jesús que descubrí que podía ser feliz, que me había faltado algo toda la vida. Y que de repente ese algo estaba llenado por Jesús. Así que me confirmé aquí en la catedral de la Almudena con otros 500 personas -o mil personas, no me acuerdo-. La mayoría tenía quince años y yo tenía 27. Pero fue maravilloso. A partir de entonces empecé a dar testimonio. ¿Y porque empecé a dar testimonio? Es que Jesús era mi amigo, y como buen amigo que había sido y que había luchado por mí durante todo este tiempo… Pensé: ‘yo puedo hacer una pequeña cosa por Él, que es contar la verdad; contar la verdad de cómo me ha cambiado la vida’. Así que empecé a dar testimonio, y cuanto más me criticaban pues yo pensaba ‘más puntos ganas para el cielo así que ahí están las bienaventuranzas…’. Me criticaban bastante, así que debo de tener bastantes de esos puntos…
El Señor me había puesto en un sitio que yo no entendía absolutamente nada. Qué hacía yo siendo hija del marqués de Griñón, hija de Isabel Presley, con mis padres separados y casados muchísimas veces… Y pensé: ‘pero Señor, de verdad, de verdad… ¿qué hago aquí? Me tendrías que haber puesto en una familia cristiana normal, y yo te serviría fenomenal ahí. ¿Pero aquí qué hago?’. Bien, pues hubo una frase que cambió mi vida, que es de la Madre Teresa de Calcuta: «Se puede encontrar Calcuta en todas partes si tienes ojos para ver, y no solo para ver, sino para mirar. En todos los lugares del mundo hay personas no amadas, no deseadas, rechazadas; personas a las que nadie ayuda, personas marginadas y olvidadas, y esta es la mayor de las pobrezas».
Y eso es lo mismo que descubrí cuando me fui de misiones a Mozambique, a Casa do Giato. Estuve muy poquito, solamente cinco días. Pero vi a niños felices, llenos de una alegría que no era propia de la situación que vivían. Eran hijos de madres que a lo mejor habían sido infectadas con el SIDA -porque es algo súper común-, huérfanos que básicamente tenían para comer los siete días de la semana una pasta, que era una especie de harina que hacían con agua. Pero te la servían con una alegría…
El caso es que pensé: ‘¿cuál es la diferencia? ¿cómo puede ser que frente a todo esto estos niños estén bien; y yo vaya de repente a los sitios donde la gente se supone que tiene más -guapos, ricos, todo famosos…- y la gente se suicida?’ Y pensé: ‘es que Dios está con los que sufre y estas miserias la gente no las ve’. A partir de entonces entendí mi misión, que era llevar a Cristo a todos los lugares, incluidos esos sitios que parecían más frívoles. Porque la gente tiene alma, también son hijos de Dios.
No me gusta mucho hablar en público, la verdad. Voy a terminar, pero os voy a dejar con otra palabra de la Madre Teresa Calcuta: encuentra tu propia Calcuta. Y acordaros que seréis sus testigos.