Las misioneras de la Caridad hacen retroceder a las tropas israelíes y vuelven a su casa en Gaza
Las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, que atienden a los más pobres y vulnerables en la Franja de Gaza, vivieron momentos de angustia y temor cuando las fuerzas israelíes cercaron su casa durante la ofensiva militar contra Hamás
Las misioneras de la Caridad llegaron a Gaza en 1976, invitadas por el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Giacomo Beltritti, quien les ofreció una casa en el barrio de Zeitun, al este de la ciudad. Allí, las religiosas abrieron el Hogar de la Paz, donde acogen a ancianos y discapacitados que no tienen familia ni recursos. También colaboran con el hospital Al-Shifa, el más grande de Gaza, donde asisten a los enfermos y heridos, especialmente durante los conflictos armados.
Allí, son un signo de esperanza y de amor en medio de la violencia y el sufrimiento que vive la población de Gaza, sometida al bloqueo israelí y a los ataques de Hamás. Las religiosas no hacen distinción entre musulmanes, cristianos o judíos, sino que ven en cada persona el rostro de Cristo. Su testimonio de fe, de caridad y de perdón ha sido reconocido y valorado por todos los habitantes de la Franja, que las respetan y las protegen.
Según relató la hermana María, una de las cuatro religiosas que residen en la casa, a la agencia Fides, el 7 de noviembre, varios tanques y soldados israelíes rodearon la casa, situada en el barrio de Zeitun, al este de la ciudad de Gaza. Los militares israelíes les ordenaron que salieran de la casa y que se identificaran, pero las hermanas se negaron a abandonar a los 27 ancianos y discapacitados que cuidan, y que se encontraban en el interior.
La hermana María explicó que las religiosas se comunicaron con el obispo católico de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, quien intercedió ante las autoridades israelíes para que respetaran la casa y a sus habitantes. También se pusieron en contacto con el Comité Internacional de la Cruz Roja, que les proporcionó asistencia humanitaria y médica.
Gracias a la mediación de Pizzaballa y de la Cruz Roja, las fuerzas israelíes se retiraron al día siguiente, y las hermanas pudieron respirar aliviadas. Sin embargo, la situación seguía siendo muy tensa y peligrosa, ya que los combates y bombardeos continuaban en las proximidades de la casa, y el suministro de agua, electricidad y alimentos era escaso.
La hermana María contó que las hermanas no podían salir de la casa, ni recibir visitas, ni suministros de alimentos, agua o medicinas. Tampoco tenían electricidad ni conexión a Internet, y sólo podían usar el teléfono móvil para comunicarse con el exterior. A pesar de las dificultades, las hermanas no perdieron la esperanza ni la alegría, y se dedicaron a atender a los ancianos y discapacitados con amor y paciencia.
Las misioneras de la Caridad cuentan con el apoyo y la cercanía del obispo católico de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, quien intercede ante las autoridades israelíes y palestinas para garantizar su seguridad y su libertad. Siguen recibiendo ayuda de la Cruz Roja y de otras organizaciones humanitarias y voluntarios que colaboran con su labor. Sin embargo, las religiosas no dependen de nadie, sino que confían en la providencia de Dios y en la intercesión de la Madre Teresa.
Llevan más de 40 años sirviendo a los más necesitados en Gaza, una de las zonas más pobres y conflictivas del mundo. Las misioneras de la caridad son un ejemplo de entrega y de santidad para toda la Iglesia y para el mundo. Su misión es hacer presente el amor de Dios en los lugares más olvidados y despreciados de la tierra. Su lema es: «Hacer algo hermoso para Dios».