La compararon con la madre de los Macabeos
Teresa Ferragud, la anciana que acompañó a sus 4 hijas monjas al martirio y pidió ser asesinada la última
Una nueva web recoge el testimonio de las cinco beatas, que tenían entre 46 y 83 años de edad cuando fueron ejecutadas por los milicianos en 1936
«Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el cielo es para siempre». Estas fueron las últimas palabras que dedicó, preñadas de cariño y fortaleza, María Teresa Ferragud Roig a sus cuatro hijas monjas, instantes antes de ser asesinadas por los milicianos de izquierdas el 25 de octubre de 1936 a las afueras de Alcira (Valencia). Posteriormente, ella correría la misma suerte.
Tenía 83 años de edad. Había implorado a sus verdugos que la ejecutaran la última de todas. «Su madre quiso acompañarlas voluntariamente en todo momento, hasta el momento final de su martirio, animándolas y exhortándolas a ser fieles a su Esposo. Murió la última, presenciando el martirio de sus hijas con admirable entereza», explica la biografía de la beata María Teresa que recoge la nueva página web de la parroquia San Pio X de Algemesí (Valencia), donde están enterradas María Teresa y sus hijas Maria Jesús, Verónica, Josefa y Felicidad.
Maria Teresa Ferragud Roig nació el 14 de enero de 1853 en Algemesí (Valencia). Le faltaban menos de dos meses para cumplir los 20 años cuando se casó con Vicente Silverio, con quien tendría 9 hijos, y se quedó viuda en 1916. Según explica Óscar Benavent Calatayud, párroco de la iglesia de San Pio X de Algemesí, se trató de «una madre anciana que, junto a sus cuatro hijas contemplativas, fueron animadas a renegar de la fe católica y, ante la tranquila pero rotunda negativa de estas, fueron fusiladas porque prefirieron morir que vivir como si Dios no existiera». «El amor que Dios nos tiene es tan grande que, siendo nosotros tan frágiles, tan pecadores y tremendamente vulnerables, nos transforma en testigos y héroes», señala el sacerdote quien, refiriéndose a las mártires, se muestra convencido de que «su santidad despertará la vuestra, su fecundidad hará brotar en vosotros el deseo de Dios».
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El ejemplo de la madre y sus cuatro hijas despertó la admiración de tres Papas. Pío XII llegó a decir de la beata María Teresa que «era más que la madre de los Macabeos». Juan Pablo II, quien las beatificó en 2001, se preguntó: «¿Cómo no conmovernos profundamente al escuchar los relatos de su martirio?». Por último, Benedicto XVI, recordó: «Al inicio de este milenio, la Madre Iglesia ha inscrito en el catálogo de los beatos a María Teresa Ferragud Roig, que en España, juntamente con sus cuatro hijas vírgenes consagradas a Cristo, consiguió la palma del martirio y la gloria celestial».
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