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Los 'influencers' de la mesa de la tarde del sábadoCEU

Más de mil jóvenes en el Católicos y Vida Pública

La tarde del sábado ha sido la de los jóvenes, que han debatido sobre redes sociales, evangelización y han escuchado impactantes testimonios

«Es el Católicos y Vida Pública más concurrido que recuerdo». La frase la han repetido en los pasillos de la universidad CEU San Pablo de Madrid varios de los asiduos a este simposio que celebra su vigesimosexta edición. Seguramente, no les falte razón: de los alrededor de 1.800 inscritos, más los cientos de internautas que lo siguen a distancia, alrededor de mil de ellos son jóvenes.

En la tarde de este sábado han tenido su espacio, y han hablado de uno de los temas que más les interesan: las redes sociales. Pero éstas como instrumento para evangelizar y hacer el bien. Ya por la mañana, monseñor Munilla había dejado una cita del padre Mendizábal para cincelar en piedra: «Las nuevas tecnologías son un buen siervo, pero un malísimo señor».

En eso han coincidido los jóvenes que han intervenido. Tras la presentación de Diego de Julián Latorre, profesor del colegio CEU San Pablo Sanchinarro de Madrid, y Lluis Gracia, un joven barcelonés fundador y presentador en el canal de YouTube @aladetres.es, ha llegado el turno de los influencers. «Detesto esa palabra», ha comenzado reconociendo Carlos Taracena, de Misión Hatari. El evangelizador digital ha comentado que, desde que comenzó en redes sociales, «me di cuenta de que estamos con una sed de verdad increíble. La gente lo necesita, abren el corazón con nosotros. La responsabilidad de llegar a los corazones es muy grande», ha expresado.

Posteriormente ha intervenido Carla Restoy Barrero, directora de Bosco films, quien ha compartido su conversión al catolicismo. «El mundo tiene una gran crisis de identidad. Estamos en el mejor momento de la historia para mostrar al mundo la Revelación. Nunca habían estado tan sedientos y tan poco saciados», ha asegurado, coincidiendo con Taracena. Restoy ha añadido que «la fe es un don y para tú querer ese don tienes que enamorarte de la belleza que te da. Lo primero que te da la fe es esa identidad. Tienes que pedir esa fe para reconocerte como de verdad eres: hija amada de Dios».

La mesa redonda ha versado sobre evangelizar en las redesCEU

Irene Alonso Hidalgo, creadora de ‘Soy una madre normal’, ha sido la última en intervenir. Ella también se ha referido a «la sed enorme de la belleza y la verdad que mostramos desde nuestras redes». «Lo que yo escribía llegaba a gente, tocaba corazones, eso conlleva una responsabilidad y una misión. Con lo que hago, se muestra cómo se vive cuando el Señor está detrás», ha explicado. En este sentido, la madre de 12 hijos ha reflexionado que «es necesario estar de cara a Dios para poder ayudar a los demás, para ello hay que formarse, es una gran responsabilidad. Estar informados y en gracia».

Tras la mesa redonda de influencers ha llegado el momento de los testimonios. El primero de ellos ha sacudido a todos los asistentes: «Mi nombre es Álvaro Trigo y para cambiar nos tienen que pasar cosas, pero no tienen por qué ser tan drásticas como me pasó a mí», ha comenzado diciendo el invitado, un joven de 30 años que sufrió un accidente durante un incendio, quedó 10 días en coma, varios meses de hospital y, a partir de ese momento, comenzó una impactante historia de superación personal. «Soy el mayor de 3 hermanos y, desde los 16 años, yo quería ser bombero, como mi tío. Por la tarde iba a la universidad con 19 años, y por las mañana a la academia de bomberos, era el más pequeño de la academia», ha explicado.

«En la academia entrenábamos cinco o seis días a la semana, media maratón, 10 km, una maratón entera... Con 19 años iba poco a misa, solo para cumplir, para que no me regañaran», ha reconocido. «Estudiaba lo que me gustaba, hacía el deporte que quería, el cien por cien de mi tiempo lo quería dedicar para mí», ha manifestado.

De no caminar a una maratón

«Cuando tenía 23 años, mi hermana de 20 años murió en un accidente. Todos mis planes, cosas que dabas por hecho, desaparecieron. Sufría y veía sufrir a otros. Ese verano puse la chimenea, tuve un incendio, se me quemó la espalda, los brazos, del tobillo a la rodilla, salí por mi propio pie, vino la ambulancia, subí y perdí el sentido», ha añadido.

«Me hicieron un tratamiento experimental, con piel de laboratorio a raíz de tu propia piel, con eso me cubrían la espalda y las piernas. A los cuatro meses de hospital, no tenía fuerzas para andar más de 30 metros, me sangraba todo. La piel te la ponen pero, hasta el año y medio, no se genera la cicatriz. Me duchaban mis padres, me ponían crema cada tres horas, muchas pastillas... Me dije: 'ey, he sobrevivido'... pero la gente me trataba distinto, me veían muy débil, qué podría hacer... y me dije: '¡correr una maratón!' Mis padres me hicieron pensar que lo más normal es que yo pudiera volver a ser normal». Y, meses después, lo consiguió.

«Yo digo: 'la vida pasa, la vives o no'. Crecer y avanzar no es una línea recta. Pasa también con la fe: hay veces que me separo más, pero has de darte cuenta, valorar. Este congreso me ha venido muy bien para poner los pies en la tierra. Si Dios nos da un don es poder decidir lo que hacemos, porque hay cosas que nos pasan, las merezcas o no, pero que lo que te pase no guíe al cien por cien tu vida. Puedes actuar con cabeza y corazón en situaciones buenas y malas», concluyó Álvaro.

El 26 Congreso Católicos y Vida Pública concluirá este domingo con la conferencia «El reto de vivir en este tiempo» que pronunciará el escritor y filósofo Fabrice Hadjadj.