«Tu padre y yo te buscábamos angustiados»
Dios nos ha creado con un corazón sensible, capaz de gozar y sufrir, porque es capaz de amar aunque suponga un riesgo hacerlo
Casi todo el mundo piensa que el amor es un fenómeno que provoca bienestar en aquellos que lo reciben o incluso en aquellos que lo dan. Pero no siempre es así, pues el amor es una aventura en la que todo puede suceder, también el sufrimiento y la pena. Es por esto que la Virgen María, cuando encuentra a su hijo en el Templo de Jerusalén después de buscarle durante tres días, le dice que han estado, tanto su padre como ella, llenos de angustia. Porque Dios nos ha creado con un corazón sensible, capaz de gozar y sufrir, porque es capaz de amar aunque suponga un riesgo hacerlo.
Esto es lo que sucede también y de un modo especial en la familia, que nace del amor y es el escenario natural donde se desarrolla el amor humano; pues es el lugar de nacer y morir, de llorar y reír, de sufrir y gozar, de luchar y descansar. Todos hemos sido llamados a la vida en una familia y la mayoría de los hombres están llamados a fundar una familia en la que la norma sea el amor, es decir, el respeto, la escucha, el perdón y la capacidad de entregarlo todo sin llevar cuenta de lo que se ha dado.
Este domingo la Iglesia nos invita a contemplar la Sagrada Familia de Jesús, María y José como un modelo en el que todos nos podemos ver reflejados y a quien podemos pedir ayuda en los momentos más duros de la vida doméstica. Ellos también padecieron angustia, incomprensión, persecuciones y toda clase de privaciones y sufrimientos inesperados e injustos. Dios no nos pide que tengamos una familia perfecta en la que todo siempre se resuelva bien y sea un constante remanso de paz y gozo. Más bien permite que sean los familiares la mayor fuente de dolor e incertidumbre, pues todo lo que les afecta nos afecta a nosotros, pues por el amor forman parte de nuestro ser y nos duele todo lo que les duele. Es en esos momentos cuando estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, sin mirar lo que nos conviene más o menos, pues el amor siempre es generoso y aunque cansado, al final comprendemos que lo mejor que hemos hecho en la vida es luchar por una familia y perder la vida por ella. Es así como sucedió en la familia santa de Nazaret y es así como sucederá en nuestras familias.