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Joaquín Mora y César Campos, los jesuitas asesinados en México

Joaquín Mora y César Campos, los jesuitas asesinados en MéxicoJesuitas México

La Iglesia mexicana denuncia el «violento río de sangre» en el que se ha hundido el país

La Iglesia pide al presidente López Obrador la revisión de la seguridad para hacer un México seguro y libre de «esta vergonzosa impunidad», que ha convertido al país en un río de sangre y violencia

La Iglesia católica mexicana ha instado al Gobierno a revisar su estrategia de seguridad, tras los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, ocurrido en el estado de Chihuahua, y denuncia que en el país corre un río de sangre por la creciente violencia e impunidad.

El pasado lunes, Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín Mora Salazar, de 80, intentaron auxiliar y brindar protección al guía de turistas Pedro Palma, que se había refugiado en la iglesia huyendo de personas armadas, por lo que fueron asesinados.

122.000 asesinatos

«El asesinato de los sacerdotes jesuitas refuerza el llamado a examinar la estrategia de seguridad en México, pues vivimos una ola de violencia histórica: el número de asesinatos en lo que va del sexenio supera las 122.000 personas», ha señalado la Archidiócesis de México en su editorial del semanario Desde la fe.

Además, la publicación eclesial señala que «es grande el dolor que dejan sus muertes, pero más grande es el dolor de saber que son miles de muertos en México» según palabras del representante en México de la Compañía de Jesús, Luis Gerardo Moro, que ha reconocido que «la sangre de Pedro, Javier y Joaquín se une al río de sangre que corre por nuestro país».

«Queremos justicia y queremos paz. Queremos un México seguro y queremos ver el fin de esta vergonzosa impunidad. Si en 72 horas lograron recuperarse los cuerpos de 2 sacerdotes y un laico, y avanzar en las averiguaciones, ¿por qué no hacer esto con tantos y tantos casos impunes?», dijo Moro.

Este domingo, se ha celebrado la misa de cuerpo presente en la comunidad de Creel, en Chihuahua, y posteriormente los cuerpos de los sacerdotes han sido trasladados a Cerocahui donde han sido velados antes de ser sepultados hoy en la misma iglesia donde ocurrió el asesinato.

Invadidos de violencia

La Archidiócesis de México también ha señalado que la promesa de las autoridades de atrapar al asesino de estos sacerdotes jesuitas ya «no es suficiente, pues atrapar a un líder del crimen organizado no resolverá la violencia en México».

«Queremos una promesa de un mejor futuro, donde reine la paz y la justicia, donde la impunidad sea nula y donde las personas puedan caminar seguras por las calles», ha apuntado, además de recordar «el deseo de la Iglesia de trabajar en conjunto para construir puentes, dejar atrás la polarización y reconstruir el tejido social en beneficio de un México mejor».

El sábado, en la misa de cuerpo presente celebrada por la muerte de los sacerdotes jesuitas, religiosos de esa congregación pidieron al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, revisar su estrategia de seguridad y señalaron que el país está invadido por la violencia.

Revisar la seguridad

«Respetuosamente pido, pedimos, señor Presidente de la República, revise su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien, y esto es clamor popular», dijo el sacerdote jesuita Javier Ávila, líder de la comunidad en Cerocahui, Chihuahua, durante la misa.

El jueves, López Obrador prometió que se investigará «a fondo» el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y ofreció recompensa por el presunto homicida.

Ese mismo día, autoridades del estado mexicano de Chihuahua, Guardia Nacional y Ejército mexicano aprehendieron, en el municipio Urique, a César Iván P. P; identificado como primo de José Noriel Portillo Gil, conocido como El Chueco, y que está relacionado con los tres asesinatos.

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