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Alberto Vera Arejula, obispo de Nacala, en Mozambique

Alberto Vera Arejula, obispo de Nacala, en MozambiqueACN

Alberto Vera, obispo de Nacala

«Entre los yihadistas también hay cristianos que se unen al grupo por dinero»

Los grupos armados de Estado Islámico siembran muerte y destrucción en una zona en la que se mezclan los intereses económicos, el narcotráfico, los recurso de gas y de minerales

Monseñor Alberto Vera Aréjula, obispo de Nacala, en el norte de Mozambique ha relatado a Agencia Fides la gravedad de la violencia con la que Estado Islámico está castigando la zona:

«Son los terroristas los que quieren hacernos creer que se trata de una cuestión religiosa, pero no lo es y la opinión internacional ha establecido la idea de que se trata de una guerra religiosa, una guerra del Estado Islámico» relata el obispo Vera, que no niega la presencia de yihadistas, y que «puede haber 50 fanáticos, entre ellos, 10 o 15 que dirigen o manejan toda la red de terrorismo en Cabo Delgado y ahora en Nampula», pero, además, recuerda el pastor de Nacala, detrás hay otros intereses silenciados.

El islam local siempre ha sido pacífico y nunca ha habido problemas graves de convivenciaAlberto Vera

En primer lugar, los intereses económicos ligados a la explotación de grandes yacimientos de gas por parte de empresas occidentales, pero también hay recursos minerales aún por determinar que podrían despertar el interés de muchos.

Otros intereses, de los que se habla muy poco, son los relacionados con el narcotráfico, con «la heroína procedente de India, Pakistán o Afganistán, que entra por esta zona costera». El crimen organizado también trafica con niñas para enviarlas a la prostitución. El enorme desplazamiento provocado por la violencia de los terroristas –más de un millón de personas obligadas a huir– puede facilitar la captación de niñas que se han visto separadas de sus familias.

El asalto a la misión de Chipene, donde fue asesinada la religiosa comboniana María De Coppi, podría ser, según el obispo de Nacala, una acción destinada a obtener una fuerte resonancia mediática: «Esto se debe a que había personas de tres nacionalidades diferentes y sabían que al día siguiente su acción tendría una repercusión internacional, sobre todo cuando el gobierno dice que ha controlado más o menos el problema».

Los yihadistas reclutan a los jóvenes más por desesperación que por ideología o fanatismoAlberto Vera

Aunque Mozambique es un país predominantemente cristiano, en las provincias del norte, la mayoría de la población (hasta el 70%) profesa el Islam. Sin embargo, «el islam local siempre ha sido pacífico y nunca ha habido problemas graves de convivencia», afirma el obispo Vera. «El problema no es el islam de aquí, sino el que viene de fuera, normalmente de extranjeros que crean mezquitas financiadas por no sabemos quién», subraya el obispo. «En los pueblos la gente sencilla, cristianos y musulmanes, se siente muy unida, no hay problemas. En las visitas que hago a las misiones, siempre me encuentro con los responsables de las mezquitas. La relación es muy buena. Prueba de esta buena sintonía es que en la misa suele haber también musulmanes. En la que oficie hace unas semanas en el distrito de Liupo, había casi tantos musulmanes como cristianos», dice.

Los yihadistas reclutan a los jóvenes más por desesperación que por ideología o fanatismo religioso. «Entre los yihadistas también se encuentran jóvenes no musulmanes sin futuro (algunos incluso cristianos) que se unen al grupo simplemente por dinero», reconoce el obispo de Nacala.

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