Augustus Tolton, el primer cura negro de EE.UU. que llenaba los templos con su palabra

El uno de abril de 1854 nacía Augustus, fruto de un matrimonio de esclavos, Peter Paul Tolton y Martha Jane, residentes en Missouri, donde creció como esclavo.

Tras estallar la guerra civil americana, su padre partió a servir en las filas de la Unión, donde murió junto a otros 180.000 soldados negros que sirvieron en la lucha contra la Confederación.

Por otro lado, su madre junto a sus hijos logró escapar y cruzar el Mississippi, lo que les condujo a Illinois. Allí su madre, Martha Jane, asistía asiduamente a una parroquia católica; y llevó a sus hijos a un colegio católico, donde seguramente nació en él la idea de ser sacerdote.

Dos sacerdotes alemanes, el padre McGirr y el padre Richardt, le apoyaron en su decisión de ordenarse sacerdote. No lo tuvo fácil pues debido a su color no era bien recibido como 'candidato' a sacerdote en los seminarios estadounidenses.

Finalmente, consiguieron que el colegio Franciscano de Quincy, donde vivía, le aceptara como 'estudiante especial' y dos años después los sacerdotes McGirr y Richardt consiguieron enviarle al Pontificio Colegio Urbano «De Propaganda Fide» en Roma.

Augustus se ordenó sacerdote el 24 de abril de 1886 en San Juan de Letrán y un día después, el 25 de abril, celebro misa por primera vez en la basílica de San Pedro.

Tolton estaba preparado para ser enviado en misión a Africa para lo que había estudió las lenguas y culturas de aquellas tierras. Sin embargo, en el último momento el cardenal Giovanni Simeoni cambió su destino misionero y le envió a Estados Unidos, de vuelta al pueblo donde había crecido en Illinois.

El cardenal explicó que «Estados Unidos necesita sacerdotes negros; ha sido llamada la nación más iluminada, veremos ahora si merece ese honor. Si los Estados Unidos nunca han visto a un sacerdote negro, tendrán ahora que ver uno» y preguntó al recién ordenado Tolton: «¿Puede beber de este cáliz?», a lo que Augustus respondió: «Puedo».

Sin duda esta misión resultaba mucho más difícil, pues el prejuicio racial estaba a la orden del día en las tierras estadounidenses.

Su primer destino fue en la Iglesia de San José, en Quincy, pueblo donde había crecido. Tolton predicó allí durante dos años, donde ganó fama entre numerosos fieles de origen irlandés y alemán que compartían parroquia con sus hermanos negros.

Sus catequesis eran tan buenas que además de su propia iglesia llenaba las parroquias de las que era llamado para predicar entre sus fieles. Su creciente fama se extendió más allá de los fieles católicos, lo que sumado al prejuicio racial provocó envidias entre los pastores protestantes y algún que otro sacerdote católico.

Las envidias que provocaba su fama y su color de piel finalmente le obligaron a marcharse de Quincy; tras una larga búsqueda, el arzobispo de Chicago, Patrick Augustine Feehan, le acogió en su diócesis.

Una vez en Chicago le asignaron una parroquia en una zona pobre al sur de Chicago, donde había una gran comunidad negra católica. Aquella parroquia se convirtió en la Iglesia de Santa Mónica y en el centro de evangelización de la comunidad negra en Chicago.

En 1889 acudió al primer Congreso de Católicos en Washington DC, allí conoció a santa Catharine Drexel, que fue canonizada por San Juan Pablo II en el año 2000. Esta santa estadounidense, movida por Leon XIII, fundó en Filadelfia la congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento dedicadas a la enseñanza entre indios americanos y negros.

Tolton abrió, cerca de su parroquia, uno de estos colegios para niños negros que financió la congregación de santa Catharine.

El 9 de julio de 1897, con 43 años, Tolton sufrió un golpe de calor cuando volvía de unos ejercicios espirituales; esa misma noche, asistido por su madre y su hermana Augustus Tolton murió. El 13 de febrero de 2012, el Dicasterio de las Causas de los Santos le otorgaba el título de Siervo de Dios.