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Erik Varden encontró en la Iglesia católica la tradición dinámica de Cristo.YouTube

Erik Varden: «Con el pretexto de proteger a minorías sexuales, estas políticas tienen el efecto de aumentar la angustia»

Erik Varden, monje cisterciense y primer obispo de Trondheim (Noruega) no es célebre solamente por elaborar la primera cerveza trapense del Reino Unido, sino por su escritos espirituales y su conversión desde el luteranismo mayoritario en Noruega al catolicismo en un país con una pequeña presencia de la Iglesia Católica.

En declaraciones a National Catholic Register Varden relata la situación de diáspora católica de los diferentes ritos que conviven en el país, que es todo «un desafío para crear unidad a partir de tal diversidad, interesante y hermoso» y con el que se puede comprobar «la gran vitalidad de la Iglesia de Trondheim, sobre todo entre los jóvenes».

La tendencia es más bien que las personas ahora encuentran su camino hacia la Iglesia desde un entorno no religiosoErik Varden

Migración y conversiones

Entre las razones que Varden se da para explicar el crecimiento del catolicismo en Noruega está «la inmigración, principalmente de Polonia y Lituania, pero también hay un goteo constante de conversiones». «Anteriormente, –declara Varden–los conversos católicos tendían a provenir de otras denominaciones cristianas, pero la tendencia general es más bien que las personas ahora encuentran su camino hacia la Iglesia desde un entorno no religioso. El descubrimiento de la Iglesia Católica coincide con un despertar a la fe». Además, a ojos «de los lugareños la Iglesia católica se ha hundido menos en los excesos progresistas de las iglesias protestantes».

Varden afirma que «ser católico es alejarse de los excesos, sean estos progresivos o regresivos. Lo que importa es recibir la plenitud de la tradición para, con gratitud y humildad, transmitirla sin menoscabo» y enfatiza que «la traditio indica principalmente un proceso dinámico», no paralizado en formas e imágenes preconcebidas.

Varden ha comprobado que «muchos jóvenes desean beber profundamente de las fuentes del pasado, pero un cristiano es alguien que está en movimiento hacia adelante».

No menos claro se muestra con las políticas de nuevos derechos, como acaba de hacer al firmar, junto con los obispos Markus Bernt Eidsvig de Oslo y Berislav Grgić de Tromsø, una carta al gobierno noruego en la que critica la reciente prohibición de las llamadas «terapias de conversión» en casos de disforia de género en el país. Usted sugiere en cierto modo que bajo el pretexto de proteger a ciertas «minorías sexuales», estas políticas tienen el efecto de aumentar su confusión y angustia.

«La intención declarada del gobierno es proteger a los vulnerables; sin embargo, –a juicio del obispo–al querer prohibir una gama extraordinariamente amplia de enfoques terapéuticos pobremente definidos, proscribe efectivamente un enfoque pastoral inteligente y sensible a una forma particular de angustia humana»; además, no intenta descubrir «por qué la experiencia de la disforia de género está aumentando tan rápidamente en este momento y por qué afecta de manera abrumadora a las mujeres jóvenes»; hechos que apuntan «hacia preguntas urgentes que deben plantearse y, en la medida de lo posible, responderse».

Varden se arriesga en su respuesta: «veo una indicación entre muchas de una crisis antropológica, hemos perdido en gran medida nuestro sentido de lo que significa ser un ser humano. Sin referencias, intentamos furiosamente formarnos a nuestra propia imagen, cambiante y proteica, a veces con consecuencias trágicas». Por eso, apunta a una gran tarea cristiana: «la de explicar el significado y la orientación de la naturaleza humana en términos bíblicos y cristológicos y dar testimonio del potencial de nuestra naturaleza a través de vidas santificadas».

¿Diría que hay un sesgo anticristiano en el gobierno noruego?

En este sentido, la situación en Noruega tampoco ayuda, ya que «hay una ignorancia casi completa de la visión cristiana de la naturaleza humana». Es asombroso lo rápido que «las coordenadas cristianas que se daban por sentadas ayer pueden desaparecer del discurso público»; de ahí que sea crucial, que los cristianos se conciencien «de las profundidades y riquezas contenidas en el patrimonio cristiano y que las compartan de manera inteligible con la sociedad en general».

En cuanto a la cuestión de su conversión al catolicismo, Erik Varden solo encuentra una razón: «por la gracia y la llamada de Dios».

Su historia es la historia de un encuentro, en primer lugar «con la Iglesia, en los libros, atraído por su historia ininterrumpida y su teología coherente». Después encontró su liturgia, «que me habló al corazón»; luego, progresivamente, «la maravillosa herencia de sus santos, y en el compromiso dedicado de comunidades católicas».

La Providencia

Entre su vocación cisterciense y su orden episcopal no ha encontrado contradicción alguna, ya que aunque Varden reconoce que todavía «elabora una síntesis existencial», dicha síntesis está asentada en la «obediencia a la gracia, la estabilidad en la comunidad que la Providencia confía, y conversión de vida en el empeño constante de conocer, servir y amar mejor a Cristo».

Erik Varden no quiere despedirse sin testimoniar la inspiración que le despierta la figura de San Olav , el célebre rey santo, patrón de Noruega, «que nos permite ver el impacto progresivo de la gracia de Cristo a lo largo del tiempo» y le hace tan fascinante: «A través de la experiencia, sobre todo del sufrimiento, su orientación se vuelve cada vez más sobrenatural, más entregada al Señor en la fe y la confianza. San Olav «nos recuerda que ser cristiano es entrar en un proceso de transformación» como el que el obispo de Trondheim ha experimentado en su vida.

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