Summa Humanitate reúne en el CEU a setenta comunidades religiosas dedicadas a los mayores
La Fundación Summa Humanitate ha celebrado el III Congreso Humanitate, 'Gestión de Comunidades Mayores' el 14 y 15 de marzo. Dos días que la Fundación ha proporcionado herramientas, para reflexionar sobre el cuidado a los ancianos
La Fundación Summa Humanitate ha pretendido proporcionar herramientas para ver la realidad del cuidado con gratitud y para mejorarlo sin caer en un hipercuidado agotador.
Fruto de las vivencias y experiencias en la atención y el cuidado a los mayores de la Iglesia, José Ramón López, director operativo de la Fundación Summa Humanitate, ha ofrecido una reflexión a los 2000 participantes en el III Congreso Humanitate titulado «mejorar el cuidado de nuestros mayores es posible».
La Vida Fraterna, la esencia
Durante estos dos días de ponencias y debate en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad CEU, doscientas religiosas y religiosas de 70 comunidades de vida consagrada han compartido sus inquietudes y han buscado respuestas a las preguntas que se formulan en el día a día: ¿Quién cuidará de nosotros? ¿Cómo serán las comunidades religiosas del mañana? ¿Quiénes las constituirán? ¿Cómo se mantendrán? ¿Cómo se organizan? ¿De quiénes dependerán? ¿Cuál será funcionamiento?
José Ramón López ha animado primero a retomar con fe la reflexión sobre el sentido teologal de la vida fraterna, caracterizada por la búsqueda de comunión y de comunidad. La fecundidad de la vida religiosa pasa por la calidad de la vida fraterna en común. Y, a continuación, propone tener un espíritu de apertura para seguir caminando juntos.
Comunidades de vida
José Ramón López encuentra un denominador común en las casas de hermanos y hermanas mayores: sigue habiendo comunidad y en ella hay vida. Alega la importancia de dar valor a estas comunidades de vida que son depósitos de sabiduría, que tiene una misión y un valor en sí mismas. . Nuestros mayores siguen viviendo en la comunidad religiosa donde han sido enviados. No son simplemente de grupo de mayores que se colocan en un lugar. Son personas que se identifican y están unidos.
142 comunidades menos al año
Está claro que el impacto económico del buen cuidado en estas casas es elevado, que las comunidades de mayores no son autosostenibles y que supone un esfuerzo para las congregaciones religiosas.
A esta realidad se suma el decrecimiento del número de religiosos y de comunidades, con una pérdida anual de 3083 religiosos y de 142 comunidades. Ser realistas, comentaba a los religiosos este experto en la gestión de casas de hermanos mayores, permite tomar medidas con valentía para afrontar los retos del futuro: la unificación de costes, de enfermerías, la intercongregacionalidad y la necesidad de encontrar superiores para las casas
La intercongregacionalidad
Contra lo que pudiera parecer, las comunidades intercongregacionales no son únicamente una respuesta a la falta de vocaciones, sino en el creer que juntos somos más. Se necesita una reflexión seria que muchas congregaciones van realizando para entender que los proyectos comunes en este ámbito no solo potencian la misión y el servicio a los más vulnerables, sino que la multiplica. Evidentemente, la falta de vocaciones y, sobre todo, el apoyo que el Papa Francisco plantea, son dos catalizadores, pero bajo su punto de vista, no son determinantes. La verdadera fuente de estos proyectos son los deseos de trabajar y de poner a las personas en el centro y de hacernos fuertes en el apoyo mutuo.
Profesionales laicos
Actualmente muchos religiosos en activo están saturados, no dan para más. Las congregaciones necesitan apoyarse en profesionales laicos, expertos en el cuidado de mayores, que les permitan gestionar y coordinar sus casas, sabiendo estos últimos que atienden, respetan y cuidan a religiosos y consagrados en sus propias casas. Un escenario en que laicos y religiosos trabajan y sirven juntos por atender y acompañar a cada religioso, a cada persona en el final de su vida aquí en la Tierra.