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Fotografía mortuoria de santa Teresa de Lisieux

Muere la última carmelita de Lisieux que convivió con hermanas de santa Teresita

Sor Marie Lucile Perrine quedó conmovida en particular por la humildad de sor Genoveva de la Santa Faz, nombre religioso de la hermana y confidente de santa Teresa de Lisieux, con la que compartía labores comunitarias

Contemporánea de la construcción de la basílica de Lisieux (iniciada en 1929), del Concilio Vaticano II y del centenario del nacimiento de la santa patrona de las vocaciones y Doctora de la Iglesia (1873-1897), sor Marie-Lucile Perrin falleció el pasado 18 de marzo, a los 97 años, según informa el periódico La Croix.

Ingresó en el Carmelo de Lisieux en diciembre de 1948, a la edad de 33 años, y emitió sus primeros votos de manos de la Madre Inés de Jesús, (Pauline Martín (1860-1951), hermana mayor de santa Teresa de Lisieux).

Un instante entre dos eternidades

Fue con Céline Martin, otra hermana de santa Teresita, con quien sor Marie Lucile Perrin compartió casi diez años de vida contemplativa. Nunca subrayó esta cercanía, pero se prestaba fácilmente a responder cuando se le preguntaba por las hermanas Martin.

Lucile Perrine quedó conmovida en particular por la humanidad de sor Genoveva de la Santa Faz, nombre religioso de la hermana y confidente de Teresa de Lisieux con la que compartía labores comunitarias.

Demasiado pequeña

El legado de la santa de Lisieux sigue resonando en el mundo como un cristianismo no voluntarista, sino plenamente entregado a la voluntad de Jesús, al amor de Jesús; esto es, a la incapacidad humana de responder a ese amor de Dios, si el Hijo de Dios no se acerca antes. El camino espiritual de santa Teresa de Lisieux es el de la vida como «un instante entre dos eternidades», en palabras de la santa, que añadía: «quisiera disponer de un ascensor para elevarme directamente hasta Jesús, porque yo soy demasiado pequeña como para subir por la escalera de la perfección».