Jeffrey Bruno, el «fotógrafo del alma» que evangeliza con una cámara
El prestigioso fotógrafo, escritor y director creativo neoyorquino, conocido en los Estados Unidos como el «fotógrafo del alma». El Debate publica su primera entrevista con un medio español
Jeffrey Bruno es un galardonado fotógrafo, escritor y director creativo neoyorquino, conocido en los Estados Unidos como el «fotógrafo del alma». El Debate publica su primera entrevista con un medio español.
Si una foto puede comunicar más que mil palabras, una instantánea del «fotógrafo del alma» es capaz de cambiar corazones. Así puede resumirse la obra de Jeffrey Bruno, desde hace treinta años galardonado fotógrafo, escritor y director creativo neoyorquino.
Habla por primera vez en un periódico español y El Debate ha tenido la exclusiva. Periódicos, revistas, páginas web, perfiles de Instagram de todo el mundo reconocen en su obra una huella de eternidad.
Entre sus temas favoritos están los Franciscanos de la Renovación, también conocidos como los Franciscanos del Bronx. Sus fotos son virales gracias a su perfil en Instagram. En esta entrevista revela cómo se acabaría dedicando su vida a evangelizar con la imagen.
–¿Cómo descubriste a estos Franciscanos? Cuando uno ve tu obra, se da cuenta de que está muy influenciada por ellos.
–Ha pasado mucho tiempo. No lo recuerdo bien. Creo que la primera vez que me encontré con ellos, fue hace quince años. Estaba en un viaje de misión, como voluntario. Llevábamos a un grupo de jóvenes en Newark, Nueva Jersey.
Allí conocí a unos de los fundadores, el padre Glenn Sedano. Tuvimos algunas conversaciones y me interesé por su misión desde el primer momento. No sabía mucho acerca de ellos. Con el tiempo, nuestra relación fue creciendo.
Los frailes, empezaron entre 1989 y 1990. Como neoyorquino, esto era muy original para mí, porque si vas a Roma es fácil ver frailes, curas o monjas…, pero en Nueva York, no. Tenemos muchas carencias y dificultades espirituales. Para los católicos en Nueva York, esta orden es un signo visible de la gracia de Dios hacia nosotros.
Lo que te «atrapa» y fascina de ellos es su carisma para atender a los pobres
–¿Por qué el mundo está tan fascinado por los Frailes Franciscanos de la Renovación?
–En el momento en que yo les descubrí, no eran muy conocidos. Lo que te «atrapa» y fascina de ellos es su carisma para atender a los pobres, dar de comer a los sin techo.
Lo que más impresiona es que no se puede escapar de su alegría: la alegría que viven es contagiosa. Impacta. Es la alegría del Espíritu Santo. Fluye a través de ellos. Una vez que los conoces y te asocias con ellos y te involucras con ellos, no puedes evitar experimentar la alegría.
–¿Cómo organizas tus sesiones de trabajo con los Frailes Franciscanos de la Renovación?
–Muy fácil, una llamada telefónica, un email muy familiar, y me dicen: «Jeff, vamos a hacer esto». Y nos coordinamos.
Al principio, fue algo casual, pero hace cinco años querían comenzar a evangelizar a través de las redes sociales. Recuerdo que recibí una llamada del Padre Mark Mary, que era el director de comunicación. Me preguntó:«¿Podrías subir y fotografiar el Domingo de Ramos para que podamos empezar a promover lo que hacemos». Fue un exitazo.
–¿Cómo comenzaron la misión de los sábados en las clínicas abortistas?
–Se trata del movimiento 'Testigo por la Vida', iniciado por un sacerdote que no es franciscano, hace ya 20 años. Un grupo de personas comenzó a rezar con él, en el exterior de una clínica de abortos que estaba cerca de la catedral de San Patricio, en pleno Manhattan.
Los franciscanos empezaron a hacerse cargo de la operación. Fue entonces cuando empecé a trabajar con ellos muy de cerca. La vieja catedral de San Patricio representa mucho en esta ciudad: es el símbolo del dinamismo católico de Nueva York, ya que desde 1800, cuando fue construida, grupos de anticatólicos la atacaban. Lo triste es que hoy en día todo sigue igual.
Todos los sábados salen para rezar frente a las clínicas, para evitar que las mujeres aborten. Permiten dar a conocer a las mujeres que hay otra opción. Siempre llevan a la Virgen de Guadalupe. Es patrona de los bebés no nacidos, patrona de las Américas, pero es también la patrona de Nueva York. La devoción de los frailes a la Santísima Madre es muy fuerte. Si vas a cualquiera de los conventos, siempre tienen una imagen muy grande de Gaudalupe, como del tamaño de la original de la tilma. En el Bronx, han pintado un mural en un edificio de seis pisos de altura. Una manera de bendecir a toda la comunidad.
–¿Cómo ha crecido el fenómeno de estos Frailes Franciscanos de la Renovación? ¿De dónde vienen?
–Su presencia en las redes sociales ha ayudado mucho, porque son capaces de transmitir un mensaje claro y fuerte, coherente con su vocación. La mayoría de ellos entran al noviciado siendo ya universitarios. Tienen personalidades muy atractivas.
Es una comunidad llena de alegría, pero lo realmente atractivo e interesante, es que se ocupan de algunas de las cuestiones más difíciles de hoy en día. Tratan cada día con realidades muy duras, como la situación de las personas sin techo. Y, sin embargo, en sus fotos desprenden alegría y eso atrae a muchos jóvenes. Se acercan después a conocerles personalmente.
Las vocaciones que llegan a los Franciscanos de la Renovación son muy variadas: abogados, universitarios de todo el país, médicos, chicos que están terminando el instituto… Vienen de todas partes. Es maravilloso ver cómo la comunidad ha crecido, cambiado sin cambiar su carisma. Trabajar con ellos es realmente interesante, porque también ves cómo cambian las comunidades donde están estos franciscanos.
Dios es el autor de la belleza, toda la belleza viene de Él
–¿Desde cuándo consideras que la fotografía es tu misión?
–Me siento llamado ofrecer mi servicio para presentar la belleza y la misión de la Iglesia, no sólo de los franciscanos, sino de todas las realidades católicas.
Recibo mensajes periódicamente de gente diciendo que mi trabajo les ha ayudado en su fe. Estoy muy agradecido por ello, porque hay momentos en que me pregunto si estoy haciendo un trabajo diferente, ya que la diferencia de mis fotos es que tratan de evangelizar… Hay momentos en que me pregunto: «¿Debería estar haciendo otra cosa?». Estoy en discernimiento constante. Pero, en esos momentos, se me acerca alguien y me dice: «Tu trabajo me ha ayudado». Entonces pienso que vale la pena seguir adelante, y alabado sea Dios por siempre.
En la Iglesia, hay diferentes tipos de belleza: la belleza de ver a una persona en unión con Dios, y la belleza de ayudar a alguien que está sufriendo…. Cuando ves a los Franciscanos, a las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta, Misioneras de la Caridad, ayudando a una persona, que ha estado en la calle toda su vida, y ves el amor y el cariño con que los limpian, los abrazan y les hablan, es otro tipo de belleza diferente a la de una catedral gótica.
Dios es el autor de la belleza, toda la belleza viene de Él. Así que por eso hay tanta belleza dentro de la Iglesia, a pesar de sus fallos. Cuando escuchas a alguien que te dice: «tu foto me ha conmovido, me ha acercado a la fe», lo único que puedo decir es: «Wow. Voy a rezar por esa persona».
Nueva York, con una palabra, sería «cambio». Siempre está cambiando, es un cambio constante
–¿Cuál es tu opinión sobre la fotografía digital? Ahora todos con un móvil podemos captar la actualidad inmediata.
–Las cosas están siempre evolucionando y cambiando. ¿Te acuerdas cuando National Geographic, Time Magazine o Life Magazine eran los únicos lugares en que podíamos ver fotografías de calidad?
La forma en que nos comunicamos ha cambiado: antes pesaban más las palabras, ahora la gente se comunica a través de imágenes. Los fotógrafos continuaremos a pesar de los cambios tecnológicos.
Ahora, no se trata tanto de cómo está enmarcada la foto. La composición y la escritura la pone el contexto. Creo que la gente es cada vez más consciente del contenido de una fotografía y menos de la calidad. Un periodista y un fotoperiodista debemos potenciar la sensibilidad y el contenido de la imagen. ¿Qué transmite realmente la imagen? ¿Qué es realmente lo que quieres comunicar con la foto?
Por eso me parece apasionante mi vocación de evangelizar con la fotografía.
–¿Qué es Nueva York para Jeff?
–Es la ciudad que siempre he amado, mi ciudad desde que era un niño pequeño: mi padre me llevaba a trabajar con él, en su taxi. La primera vez que lo conduje debía tener unos 18 años.
En los años ochenta y noventa, la ciudad era un lugar terrible. Era muy violento, había mucha delincuencia callejera, era muy sucio y eso lo cambió el alcalde Rudy Giuliani.
Si tuviera que describir Nueva York con una palabra, esa palabra sería «cambio». Siempre está cambiando, es un cambio constante. Es una metáfora brutal de la vida: nos vamos haciendo mayores y todo cambia con el tiempo, según vas creciendo. Todo cambia y todo queda, como Nueva York.