La autenticidad de la Sábana Santa es «indiscutible», según un historiador francés
El Santo Sudario se ubica por primera vez en Jerusalén, y desde allí hasta Turín, donde se alberga la reliquia hoy, que ha pasado por Edesa y Francia
Sobre una vieja tela de lino –tan vieja que se remonta al año 33– hay dibujado un cuerpo. Las manos se ven cruzadas, al igual que los pies; apoyados uno sobre el otro. El tejido ha sido fuente de conflicto entre historiadores y científicos en busca de una explicación de cómo es posible que la imagen del cuerpo de Cristo quedase milagrosamente impresa en la conocida como Sábana Santa.
El historiador francés Jean-Christian Petitfils es uno de los que respaldan su autenticidad, y a él le avalan asimismo cuarenta años investigando el Sudario de Turín. Todo este tiempo le han valido para convencerse de que el rostro fotografiado por Secondo Pia en 1898 es verdaderamente la cara Jesucristo en el sepulcro.
En la última investigación del francés, titulada La Sábana Santa de Turín: La Investigación Definitiva, el autor ha recopilado todos los estudios realizados de la Síndone, incluido el estudio de carbono 14, que tantas dudas arrojó sobre su autenticidad. Este método científico la dató entre 1260 y 1390. No obstante, diversos estudiosos han dudado desde entonces de estos resultados. Petitfils explica que «los problemas de descontaminación son difíciles de resolver en el lino antiguo».
El Santo Sudario fue dañado en un incendio que hubo en 1532 en Chambéry, cuyos restos todavía se pueden ver. El físico John Jackson también ha afirmado sobre el fuego que este pudo alterar la composición química del tejido. Y por su parte, Raymond Rogers, del Laboratorio Nacional de los Álamos, detectó en 2005 que las muestras sometidas al carbono 14 podrían proceder de un remiendo posterior.
Petitfils explica que en abril de 2022, el investigador italiano Liberato de Caro, del Instituto de Cristalografía del Consejo Nacional de Investigación italiano, empleó unos rayos X particulares que indicaron que el lino es efectivamente del primer siglo.
De toda la convergencia de distintos estudios, divergentes en su método, aunque no tanto en sus resultados, el autor francés afirma que llegó a la conclusión «bastante pronto de que la Sábana Santa de Turín no podía ser una falsificación» y continúa: «El método histórico no permite considerar que sea auténtica. Solo la ciencia lo permite».
Se refiere el experto a una laguna histórica en el viaje de Sudario desde Jerusalén hasta Turín, donde se encuentra desde el siglo XVI. Los Evangelios canónicos de Pedro y Juan describen la Sábana Santa sobre el banco de piedra del Sepulcro. Lo siguiente que se sabe del paño de lino es que entre los años 387 y 388 llegó probablemente a la ciudad mesopotámica de Edesa.
Desde entonces y hasta llegar a Italia, la Sábana Santa ha sido llevada a Francia, donde reapareció en 1355 en Lirey, cerca de París. Allí la custodiaba Geoffroy de Charny, nieto de un caballero templario del mismo nombre. De Charny comenzó a exponerla públicamente y los peregrinos a la localidad francesa no tardaron en llegar en masa. Esto se tradujo para la familia en grandes ingresos a cambio de alojamiento, comida o donaciones. El obispo de Troyes pidió a la Santa Sede que prohibiera la muestra, pero el Papa Clemente VI se opuso e impugnó su autenticidad.
Por problemas económicos, la familia vendió la Síndone a nada menos que la Casa de Saboya en 1453. El duque Manuel II la paseó por Italia antes de cobijar la reliquia en una capilla que construyó para tal fin en Chambéry, la capital histórica de Saboya.
Su descendiente Manuel Filiberto la trasladó a Turín en 1578, donde ha permanecido hasta estos días. En 1898 Humberto I de Saboya autorizó al fotógrafo Secondo Pia a que plasmara el Sudario. El resultado conmocionó al mundo tanto como su primera aparición en manos del nieto del templario de Charny. La Sábana Santa actuaba como negativo del hombre cuyo cuerpo se reproducía en el lino. Al invertir los colores, surgió el retrato en positivo de Cristo. Es en este momento cuando se inicia la investigación científica del Santo Sudario.
«Ya no se puede decir que sea un paño medieval», incide Petitfils, pero si lo fuese, aclara, no sería un asunto de fe. «Ha habido muchas falsificaciones en la historia, y obviamente, las creencias en las verdades de la fe, la muerte y resurrección de Jesús, no han sido cuestionadas», concluye.