A un mes del sínodo empiezan las presiones de los críticos más duros del Papa
La publicación de El proceso sinodal es una Caja de Pandora, con prólogo de unos de los críticos más contumaces del Papa Francisco, el cardenal Raymond Burke, trata de hundir el próximo sínodo, alarmando sobre cambios doctrinales, herejías y batallas por la usurpación de la verdad
A un mes de la apertura del Sínodo sobre la Sinodalidad, los grupos tradicionalistas –que en gran parte se conciben fuera de la Iglesia o como la única Iglesia verdadera, libre del relativismo–han comenzado una campaña de descrédito a la importante asamblea que comenzará en octubre. Esta vez, la punta de lanza del ataque es La Sociedad Americana para la Defensa de la Tradición.
Mitos conspiracionistas
La Sociedad Americana para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad (TFP) fue fundada por el brasileño Plinio Corrêa de Oliveira y, según su propia web, está «en la primera línea de la guerra cultural, defendiendo pacíficamente los valores de la tradición, la familia y la propiedad privada».
Dicha Sociedad lleva más de más de un mes enviando miles de panfletos para denunciar «el peligro inminente de construir una nueva Iglesia, diferente de la Iglesia católica tal como ha existido siempre».
La publicación de El proceso sinodal es una Caja de Pandora, con prólogo de unos de los críticos más voraces del Papa Francisco, el cardenal Raymond Burke, trata de hundir el próximo sínodo, centrando las críticas en exageraciones, mentiras y medias verdades, como aquella célebre adoración de la Pachamama en el Vaticano, que no era una diosa, sino la Virgen María.
En el texto se afirma que «después de una fase de preparación de tres años, la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos se reunirá en Roma en octubre. El encuentro tiene como objetivo dar forma a una nueva Iglesia 'sinodal', es decir, democrática y participativa. Esa Iglesia debería incluir a todos, particularmente a las 'minorías marginadas' como las personas LGBT, las parejas no casadas, las personas que viven en matrimonios polígamos, etc. Quieren discutir la ordenación de las mujeres al sacerdocio, o al menos al diaconado. Buscan reconsiderar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad y el matrimonio y alterar la forma de gobierno de la Iglesia transformándola en una 'pirámide invertida' cuya cima está debajo de la base», según comparten en la web de la asociación.
En un intento de influir en toda la Iglesia, las asociaciones de Tradición Familia Propiedad (TFP) y otras organizaciones publican esta obra de Julio Loredo de Izcue y José Antonio Ureta ya que, a su juicio, «está en marcha un plan para reformar la Santa Madre Iglesia que, llevado hasta sus últimas consecuencias, podría subvertir sus propios cimientos».
El cardenal Burke en el prólogo denuncia que «aborda de forma clara y exhaustiva una situación gravísima en la Iglesia actual» y que «es una situación que con razón preocupa a todo católico reflexivo y a todas las personas de buena voluntad que observan el evidente y grave daño que está infligiendo al Cuerpo Místico de Cristo».
Mitos y herejías
La Sociedad Americana para la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad (TFP), de ideología tradicionalista, se ha empeñado en «una campaña mundial» para difundir el libro en los idiomas más hablados, puesto que «el amor a la Iglesia, a la sagrada jerarquía y a la civilización cristiana obliga a las TFP y a las organizaciones hermanas a cumplir con el imperativo deber de denunciar los errores de esta reforma sinodal».
Deriva cismática
El texto es el compendio de todos los prejuicios repetidos por los grupos preconciliares desde el papado de san Juan Pablo II, el de Benedicto XVI y, especialmente, el de Francisco; pontífice que más empeño ha puesto en ordenar las derivas anticonciliares y litúrgicas de todos los grupos–satélite a la rebeldía del excomulgado Marcel Lefebvre.
El escrito recoge la conciencia de que «el proyecto sinodal aquí analizado retoma viejas herejías repetidamente condenadas por el magisterio, llevando aún más lejos la obra de autodestrucción mencionada por Pablo VI».
A propósito de esto, ya el célebre y mediático obispo Barron salió al paso de los temores infundados en cuanto al Sínodo por parte de los católicos norteamericanos.
«El Papa lo ha dicho una y otra vez antes del Sínodo: que el Sínodo no es un parlamento, no es un proceso democrático. No vamos a votar sobre la doctrina», señaló el televisivo prelado añadiendo que la razón del sínodo es «diseñar estrategias para evangelizar y acompañar de modo positivo a personas de todos los ámbitos de la vida».
El Sínodo no es la televisión
Precisamente, y hablando de ideas ajenas a la dinámica de la fe cristiana que quieren influir en la Iglesia, el Papa advirtió en su viaje de vuelta de Mongolia que «en el Sínodo no hay lugar para la ideología» y avisó de que la asamblea sinodal «no es un programa de televisión» en el que se habla «de todo», ya que tampoco es «un parlamento» sino un momento de «intercambio religioso».
Preguntado por los periodistas presentes en el vuelo por estas críticas al Sínodo desde algunos círculos, y por el miedo de los católicos a que cambie la doctrina, Francisco alertó de que en la raíz de estas ideas se encuentran ideologías que «defienden una doctrina entre comillas, que es una doctrina como el agua destilada, no tiene sabor a nada y no es la verdadera doctrina católica que está en el Credo».