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08 de septiembre de 2024

Santuario de San Miguel de Aralar, en el Pirineo navarro

Santuario de San Miguel de Aralar, en el Pirineo navarroSantuario

Las tres veces que el arcángel Miguel se apareció en España: un dragón en el Pirineo y una mezquita convertida

Hay numerosas apariciones de san Miguel en el mundo y han surgido santuarios y monasterios en los lugares donde se dice que han ocurrido

San Miguel arcángel es considerado por la tradición cristiana un guerrero, protector de la fe en Dios frente a Satanás. En las Sagradas Escrituras es el ángel que reveló el Apocalipsis a san Juan. Y siempre será él, el día del Juicio Final, quien toque la trompeta anunciando el fin del mundo.

Miguel es mencionado en la Biblia hebrea, en el libro de Daniel (12, 1), como el primero de los príncipes y guardián del pueblo de Israel. En el Nuevo Testamento se le menciona como arcángel en la Epístola de Judas (9), y en el Apocalipsis de Juan (12, 7-8).

Su representación iconográfica tiene un significado preciso. A menudo se le representa con una balanza en las manos, símbolo del equilibrio. En efecto, según la tradición cristiana, el arcángel sostiene el equilibrio del sistema solar y el del sistema interior del hombre. Por otra parte, la espada que empuña representa el poder del cambio y la liberación, pero también la capacidad de discernir y distinguir entre el bien y el mal. Otro importante atributo suyo es el dragón, que representa el mal, sobre el que triunfa sin llegar a matarlo para siempre.

Hay numerosas apariciones de san Miguel en el mundo y han surgido santuarios y monasterios en los lugares donde se dice que han ocurrido. Las más famosas son las cuatro ocurridas en el año 490 d.C. en el Gargano, en Apulia, al sur de Italia, donde se encuentra la gruta más famosa del arcángel.

Un demonio disfrazado en el Pirineo

En España, las apariciones más conocidas del arcángel se produjeron en Navarra y la Comunidad Valenciana. Los estudiosos de la angelología catalogan al menos tres de ellas. En Navarra, datan principalmente de los primeros años de la Reconquista (periodo comprendido entre 711 y 1492 en el que los reinos cristianos del norte lucharon por recuperar los territorios del sur de manos de los musulmanes), antes incluso de que los españoles se consagraran a Santiago.

Según una arraigada tradición popular, san Miguel apareció en un lugar llamado Aralar, en los Pirineos. Allí existe un santuario dedicado a él, en la cima de una montaña donde se abre el valle del Araquil.

El protagonista de la leyenda es Teodosio, un caballero navarro que vivió en tiempos del rey Witiza, en el siglo octavo. Descendiente del linaje de los Goñi, al casar con doña Constanza de Butrón y Vianda, pasó de vivir en la casa de sus padres o palacio viejo, a la casa de su esposa llamada Larrañarenetxea (casa de la era), ambas en el pueblo de Goñi, una pequeña localidad enclavada en las montañas que separan el valle del Araquil de la cuenca de Pamplona y de la tierra de Estella, dominando desde una alta ladera –Goñi, en euskera significa en lo alto– un paisaje compartido por los bosques y los campos de labor.

Eran tiempos de guerra en que los pueblos del norte de la Península Ibérica se defendían de la invasión musulmana, y Teodosio hubo de abandonar su casa y marchar a la guerra.

Tras una larga ausencia pudo volver a su valle natal y poco antes de avistar su pueblo, en el término conocido como Errotabidea (camino del molino, en euskera) se cruzó en el camino con un peregrino, que en realidad era el demonio disfrazado, quien le dijo que su esposa Constanza le era infiel con un criado y que este compartía con ella el lecho en la casa conyugal.

Teodosio confesó su horrendo crimen al párroco Juan de Vergara y al obispo de Pamplona, Marcial, quienes le ordenaron ir a Roma como peregrino para pedir la absolución al Papa Juan VII, quien le impuso una severa penitencia: caminar con cadenas en los pies y vivir lejos de cualquier ciudad. El hombre regresó a España y vagó durante años por los Pirineos. Un día fue atacado por una criatura monstruosa y Teodosio puso su fe en san Miguel. El arcángel descendió del cielo con gran esplendor, portando una cruz en la cabeza, aniquiló al dragón y rompió las cadenas de Teodosio. Teodosio quedó así liberado de la penitencia y regresó con su familia a Goñi, donde dedicó el resto de su vida a difundir el culto a san Miguel.

Otra aparición en Valencia

También se relata la protección del arcángel en un hecho milagroso ocurrido en un barrio de Valencia, la llamada «conversión de los moriscos». El historiador Gaspar Escolano, que vivió en el siglo XVII, narra que unos niños cristianos cogieron una efigie del arcángel y la llevaron a una mezquita: los infieles allí presentes, en lugar de reaccionar mal, se convirtieron al cristianismo en el acto.

Los infieles eran los moros, los musulmanes invasores que habían conquistado Valencia y en 1521, año mencionado por Escolano, ocuparon el barrio donde tuvo lugar el milagro de san Miguel. Según el relato del historiador español, los niños fueron movidos por la «Divina Inspiración» cuando tomaron la imagen que representaba al arcángel, «y uniéndose a ellos otras personas, con grandes aclamaciones la llevaron a la Mezquita de los moros, que no se atrevieron a resistirles».

Al producirse este milagro, los niños comenzaron a gritar: «Viva san Miguel, viva san Miguel y la fe de Jesucristo». Así pues, colocaron allí la efigie, y el día de san Dionisio, 17 de noviembre, se oficia una santa misa en la mezquita. A raíz de ello, un prelado local, Vincenzo Pérez, aprovechó la ocasión «para instar a aquellos moros a que se hicieran cristianos, y así sucedió. Todos los moros fueron bautizados y la mezquita fue consagrada y se convirtió en parroquia».

En Zaragoza

Otra aparición del arcángel estaría relacionada con la construcción de la iglesia de San Miguel de los Navarros, en Zaragoza. Entre la leyenda y la realidad, la tradición cristiana cuenta una aparición de san Miguel al rey Alfonso I de Aragón, conocido como el Batallador, cuando en 1118 se decidió una cruzada para liberar Zaragoza de los moros. Los caballeros franceses, conocidos como Navarrini, también participaron en la empresa, y en mayo de ese año se puso sitio a la ciudad, que cayó el 18 de diciembre. Fue durante esta batalla cuando san Miguel «en medio de celestiales esplendores se apareció al Rey, y le hizo saber que había venido en socorro del ejército. Y en efecto, le favoreció con una espléndida victoria, de modo que tan pronto como la ciudad se rindió, se construyó un Templo, justo donde se apareció el Príncipe Seráfico, que se convirtió en una de las principales parroquias de Zaragoza». Una escultura de piedra de San Miguel derrotando al diablo domina la fachada, recordando metafóricamente la ayuda celestial del arcángel contra el mal (los moros) en la victoriosa reconquista de la ciudad.

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