Las congregaciones religiosas en Israel sufren el impacto de la violencia: «No hay respeto por la vida humana»
Se trata del único país del mundo donde la mayor parte de la población es de religión judía. El cristianismo y el islam cuentan también con importante presencia de fieles. Además, existe también otras minorías religiosas como drusos y bahaístas
Israel concentra numerosos lugares sagrados de las tres grandes religiones monoteístas y reconoce la libertad religiosa, permitiendo a los peregrinos de todo el mundo el libre acceso a los lugares santos. Sin embargo, esta convivencia pacífica se ve amenazada por el conflicto armado que estalló el pasado sábado, cuando el grupo islamista Hamás lanzó un ataque sorpresa a gran escala desde Gaza, disparando miles de cohetes e infiltrando hombres armados en territorio israelí.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, declaró el estado de guerra y ordenó una respuesta militar contundente contra los objetivos de Hamás en Gaza, donde han muerto al menos 1.200 personas y miles más han resultado heridas. Por su parte, Hamás dijo que el ataque fue una respuesta a los ataques a las mujeres, la profanación de la mezquita de al-Aqsa en Jerusalén y el actual asedio a Gaza.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la violencia ha afectado a los lugares sagrados en Israel. Estos hechos han generado más tensión y resentimiento entre las comunidades religiosas, que ven amenazada su libertad y su identidad. Muchos líderes religiosos han pedido el cese de las hostilidades y el diálogo para preservar la convivencia pacífica en la Tierra Santa.
Más de 150 comunidades religiosas
En medio de este escenario de violencia, las congregaciones religiosas que viven y trabajan en Israel sufren el impacto de los cohetes, los disparos y el miedo. Según la web del Patriarcado Latino de Jerusalén, hay más de 150 comunidades religiosas católicas presentes en Israel, que se dedican a la educación, la salud, la pastoral y la oración. Entre ellas se encuentran los salesianos, los hermanos de La Salle, los Benedictinos, los Dominicos, los Trapenses, los misioneros del Verbo Encarnado, los Carmelitas y los Padres Blancos.
Estas congregaciones han expresado su preocupación por la situación y han pedido oraciones por la paz. Algunas de ellas han tenido que suspender sus actividades o refugiarse en lugares seguros. Otras han ofrecido su ayuda a las víctimas o han denunciado las injusticias que se cometen.
Un ejemplo es el padre Gabriel Romanelli, superior provincial de los Misioneros del Verbo Encarnado en Tierra Santa, que vive en Gaza desde hace 12 años, cuenta que su parroquia ha acogido a unas 300 personas que han huido de sus casas por los bombardeos. «Estamos tratando de darles lo básico: comida, agua, colchones, mantas… También tenemos un equipo médico que atiende a los heridos», dice.
El padre Romanelli también ha criticado la falta de soluciones políticas al conflicto y la indiferencia internacional. «Es una situación muy triste e injusta. No hay respeto por la vida humana. Se mata a inocentes por ambos lados. No hay diálogo ni voluntad de paz. Y el mundo mira para otro lado», lamenta.
Testimonios de Tierra Santa
Otro testimonio es el del padre Rafic Nahra, vicario patriarcal para los católicos hebreoparlantes en Israel. En una carta publicada en la web del Patriarcado Latino, el sacerdote libanés expresó su dolor por la violencia y llamó a la reconciliación entre judíos y árabes. «No podemos aceptar que se nos divida según nuestra pertenencia étnica o religiosa. Somos hermanos y hermanas en Cristo y ciudadanos de este país», afirma.
El padre Nahra también ha pedido a los católicos que no se dejen llevar por el odio o el miedo. «No podemos caer en la tentación de cerrarnos en nosotros mismos o de identificarnos con una sola parte del conflicto. Debemos ser testigos del amor de Dios que abraza a todos sus hijos e hijas», exhorta.
La hermana María de Roncesvalles, misionera del Verbo Encarnado y superiora del Hogar Niño Dios, donde 6 hermanas atienden a más de 39 niños, desde 1995 cuando comenzaron a ayudar en un centro de rehabilitación en Belén y allí comenzaron a tener contacto y conocer la situación de muchas personas discapacitadas en Palestina, la hermana Roncesvalles, cuenta: «Estamos todos bien, pero tienen que rezar mucho, por nosotros y porque la paz que legue en algún momento a esta tierra»
Estas son solo algunas voces de las muchas congregaciones religiosas que viven en Israel y que sufren el impacto de la violencia. Ellas nos recuerdan que la paz es posible y necesaria, y que la oración es una fuerza poderosa para conseguirla.