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Las hermanas peruanas consolando a las victimas de los bombardeos en Gaza

Las hermanas peruanas consolando a las victimas de los bombardeos en Gaza

Las servidoras de Gaza

Las monjas mellizas no se dejan vencer por el miedo y siguen ayudando a los necesitados en Gaza

En el panorama desolador que es la Franja de Gaza, hay un pequeño rebaño que no pierde la fe ni la esperanza: los cristianos de Gaza, que apenas son unos mil entre la multitud

Gaza es en estos momentos una de las zonas más conflictivas y sufridas del mundo. Desde hace décadas, esta franja de tierra situada entre Israel y Egipto vive bajo el bloqueo, la violencia, la pobreza y la desesperación. Sus más de dos millones de habitantes, en su mayoría musulmanes, carecen de los servicios básicos y de las oportunidades para una vida digna.

En medio de este panorama desolador, hay un pequeño rebaño que no pierde la fe ni la esperanza: los cristianos de Gaza, que apenas son unos mil entre la multitud. Y entre ellos, hay un grupo aún más pequeño pero muy valiente: las Religiosas de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, que pertenecen a la Familia Religiosa del Verbo Encarnado.

Estas hermanas no son hermanas de religión, son también hermanas biológicas, originarias de Perú. Llegaron a Gaza en 2011, con el deseo de servir a Dios y al prójimo en este lugar tan necesitado. Desde entonces, han desarrollado una intensa labor pastoral, social y humanitaria junto al párroco, el padre Gabriel Romanelli.

Su misión consiste en atender a los enfermos, los ancianos, los niños, los discapacitados y los refugiados que acuden a la parroquia en busca de ayuda. También colaboran con otras congregaciones religiosas presentes en Gaza, como las Hermanas del Rosario y las Misioneras de la Caridad. Además, organizan actividades formativas, recreativas y espirituales para los fieles cristianos, como catequesis, retiros, rosarios y misas.

La madre María del Pilar Llerena Vargas, religiosa de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, mandó el 21 de octubre desde Gaza, este mensaje:

«Soy la hermana María del Pilar, misionera del Instituto del Verbo Encarnado en la Franja de Gaza. Ayer por la tarde asistimos al funeral de 18 cristianos que murieron como consecuencia de un bombardeo israelí que hizo que la casa cediera desplomándose sobre ellos. Fue muy triste y doloroso ver a los hijos despedirse de sus padres y más doloroso aún ver a los padres despedirse de sus hijos. Algunos de ellos despedirse de todos, de todos sus hijos. Fue una imagen que será muy difícil de borrar. Algunos de esos niños asistían a las distintas actividades de nuestra parroquia. Eran familias conocidas y muy cercanas a nosotros».

En la Parroquia de la Sagrada Familia reciben algunos de los heridos leves para ser atendidos. Casi 700 fieles entre los que se encuentran las Hermanas de la Madre Teresa con 50 niños discapacitados, las Hermanas de Nuestra Señora del Rosario, el Padre Isuf Emad y las Hermanas del Verbo Encarnado.

«Actualmente estamos sin luz y sin agua potable, estamos usando agua del pozo que no sabemos cuánto durará y agua mineral que tuvimos que comprar al triple del precio original para poder beber. Buscamos con mucha caridad que todos reciban lo que necesiten de la mejor manera posible», cuenta la hermana María del Pilar para El Debate.

Las hermanas Servidoras no se limitan a su comunidad cristiana, sino que también buscan el diálogo y la convivencia con sus vecinos musulmanes. Así nos explica la hermana María del Pilar Llerena:

«La colaboración con la gente del barrio es buena y constante, como lo es habitualmente en Gaza. Cristianos y musulmanes vivimos juntos en Gaza».

«Buscamos con mucha caridad que todos reciban lo que necesiten de la mejor manera posible»Hermana María del PilarReligiosa de las Servidoras del Señor

Las hermanas Servidoras han tenido que enfrentarse a numerosas dificultades y peligros en su misión. Han vivido momentos dramáticos durante los bombardeos israelíes, que han causado miles de muertos y heridos entre la población civil. Han tenido que asistir a los funerales de sus amigos y parroquianos. Han tenido que soportar la falta de luz, agua potable, medicinas y otros recursos básicos. Han tenido que renunciar a muchas comodidades y libertades.

Sin embargo, las hermanas Servidoras no se han dejado vencer por el miedo ni por el desánimo. Al contrario, han mantenido su alegría y su confianza en Dios. Han sido testigos valientes y coherentes del Evangelio en medio del mundo. Han sido una luz en medio de la oscuridad.

«En esta parroquia tenemos la misa dos veces al día y constantemente estamos rezando el rosario pidiendo a la Virgen y a Dios por esa paz que tanto anhelamos. Pedimos que se unan a nuestras oraciones para que Dios en su misericordia nos la conceda, pues sólo él puede hacer este gran milagro», termina contándonos la hermana.

Las hermanas servidoras son un ejemplo luminoso para los cristianos de hoy, llamados a ser sal y luz del mundo. Su testimonio nos invita a renovar nuestra fe y nuestro compromiso con Dios y con los hermanos, especialmente con los más necesitados. Su presencia nos recuerda que Dios no abandona a su pueblo y que siempre hay esperanza para la paz.

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