¿Quién es Julio Martínez, el jesuita a cargo de los ejercicios espirituales de los obispos de España?

Una vez al año, los obispos españoles se retiran durante una semana para recibir una tanda de Ejercicios Espirituales. Se trata de una práctica piadosa de marcado carácter ignaciano, que sirve a los prelados no solo para desconectar de su agenda de gobierno en las diócesis, sino también alimentar su propia vida de fe y para cultivar «la convivencia y la relación fraterna que debería marcar siempre nuestras relaciones», como explica para El Debate un obispo español, justo antes de desconectar el móvil y guardar «el mayor silencio posible durante estos días».

El creador de los Ejercicios Espirituales fue san Ignacio de Loyola, allá por el siglo XVI. Por ese motivo, es habitual que los obispos elijan entre la familia religiosa de los jesuitas a algún sacerdote de reputada vida espiritual y probada sabiduría doctrinal para dirigir las meditaciones y prédicas de esos días.

Tras los pasos de Bergoglio

De hecho, en el año 2006 fue el entonces cardenal jesuita de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, quien impartió los Ejercicios al episcopado español. Una ocasión que el hoy Papa no desaprovechó para hablarles de su devoción a la Virgen «Desatanudos», y cuyas meditaciones se publicaron, una vez elegido sucesor de Pedro, en una de las dos editoriales de la Conferencia Episcopal, la Biblioteca de Autores Cristianos, bajo el título En Él solo la esperanza.

Este año, el teólogo invitado por la Conferencia Episcopal ha sido el jesuita Julio Martínez, que fue rector de la Universidad Pontificia de Comillas entre los años 2012 y 2021. Él será el encargado de dirigir los Ejercicios, en los que van a participar una treintena de los 117 obispos que hay actualmente en España (79 en activo y 38 eméritos), y entre los que estarán el presidente, el vicepresidente y el secretario general de la CEE.

Experto en Teología Pública y de marcado carácter social

Martínez, de 59 años, es natural de Vigo y miembro de la Compañía de Jesús desde 1982. En 1995 fue ordenado sacerdote y pronunció sus últimos votos como jesuita –la llamada tercera probación– en 2004. Es doctor en Teología Moral por la Universidad Pontificia de Comillas, donde también ha dirigido la Cátedra de Bioética y el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones.

Julio Martínez es considerado uno de los principales expertos de España en Teología Pública, especialmente en la dimensión pública de la religión y en las implicaciones políticas de la fe. Además, su teología tiene una fuerte impronta social.

Inmigración, trata, aborto y Ley de Amnistía

En los últimos años, han sido numerosas sus intervenciones públicas en torno a cuestiones como la acogida a los migrantes o la trata de personas, sus denuncias del aborto y la eutanasia, o su defensa cerrada de la libertad de enseñanza, que ejerció no solo de palabra, sino también activamente cuando en 2014 fue elegido vicepresidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).

Capítulos todos ellos que los obispos habrán de abordar en su labor pastoral durante el año recién iniciado, y para los que también ejercerán como interlocutores de primer nivel ante las Administraciones del Estado.

Se da la particularidad de que uno de los temas que más ha abordado recientemente Julio Martínez en distintos foros ha sido el de la necesidad de preservar la legitimidad y la integridad de las instituciones democráticas, expresando incluso duras críticas a la Ley de Amnistía anunciada por el Gobierno del PSOE.

Como ya decía san Ignacio, nada hay en la vida que no pueda ser puesto en contemplación de Dios. Así que es muy posible que Julio Martínez invite a los obispos españoles a poner la situación social y política de España a la luz de esa famosa oración de los Ejercicios Espirituales: «Tomad, Señor, y recibid, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponedlo a toda vuestra voluntad. Dadme tu amor y gracia, que ésta me basta».