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20 de septiembre de 2024

Ester, reina de Persia y Media, obra de Edwin Long (1878)

Ester, reina de Persia y Media, obra de Edwin Long (1878)

Este es el único libro de la Biblia que no menciona a Dios

Un funcionario del rey, llamado Amán, estaba planeando un genocidio contra el pueblo judío. Lo que convirtió a Ester en una heroína fue salvar a su gente de la matanza

el nombre de Dios aparece más de 7.000 veces escrito en la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Sin embargo, uno de todos los libros que componen las Sagradas Escrituras parece haber olvidado incluirlo. Este es como una novela histórica, donde una heroína tendrá que salvar al pueblo judío de la destrucción. Se trata, claro, de Ester.

En la versión hebrea –es decir, quitando los añadidos de la Septuaginta, aunque está aceptada como deuterocanónica por la Iglesia católica tras el concilio de Trento–, no se menciona a Dios. Algunos autores dicen que este libro en realidad se coló en el canon bíblico y fue objeto de debate en los primeros años del cristianismo. De hecho, Jerónimo de Estridón puso en juicio también los añadidos griegos, pero finalmente las recogió en la Vulgata.

Su protagonista, Ester, quedó huérfana siendo una niña, por lo que fue criada por un primo suyo, Mardoqueo. Como hija de Abijail, descendía de la tribu de Benjamín, que fue exiliada a Babilonia en el año 586 a.C. El rey persa Asuero decidió destituir a su reina consorte, Vasti, tras lo que encargó a la corte que le buscara una nueva esposa. La elegida fue Ester, quien por consejo de su primo tuvo que ocultar su ascendencia hebrea.

Un banquete para parar una matanza

Paralelamente, un funcionario del rey, llamado Amán, estaba planeando un genocidio contra el pueblo judío. Lo que convirtió a Ester en una heroína fue salvar a su gente de la matanza. Lo logró personándose ante Asuero, que estaba prohibido por ley. Sabía que su vida estaba en juego, pero el rey lo perdonó e incluso le ofreció la mitad de su reino. A cambio, la joven solo le pidió que acudiese con Amán a un banquete que había preparado. Es durante la cena cuando Ester, ante el funcionario que había ordenado el exterminio, le pidió al rey que salvara su vida y la de su pueblo. «¿Quién pretende hacer semejante cosa?», preguntó Asuero. «El perseguidor y enemigo es ese malvado, Amán», dijo la reina. En la horca en la que pensaba degollar a Mardoqueo, él mismo vio la muerte.

Ester es el colofón de los libros históricos, aunque no hay ninguna prueba de que lo que cuenta sucediese de verdad. El único personaje cuya existencia puede ser corroborada con otras fuentes es Asuero. La narración termina con la institución de la fiesta judía de los Purim.

Aunque no se cite expresamente, la tradición rabínica explica que las cuatro letras hebreas del nombre de Dios, YHWH, están presentes en todo el texto bíblico, pero escondido en distintos acrósticos. No es que no aparezca, es que está oculto. Ester es el ejemplo de que Dios siempre está dirigiendo el curso de la historia.

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