De padres musulmanes a hijos cristianos: las familias interreligiosas que esperan al Papa en Indonesia

el obispo de la pequeña isla de Flores, Ciprianus Hormat, recibió su ordenación episcopal en 2020. Al recordar ese momento, menciona que aquel día acudieron a la catedral, entusiasmados, sus parientes musulmanes. Este es un ejemplo más de la realidad tan extensa que se vive en la isleta indonesia, donde las familias interreligiosas se han vuelto lo normal a medida que los cristianos brotan en Flores.

Allí, muchos son los hijos que eligen tener una fe distinta a la de sus progenitores, y según cuenta el propio Hormat a la Agencia Fides, «esto ocurre cuando se trata de respetar y no obstaculizar la vocación a la vida sacerdotal y religiosa que es acogida como un don por padres o familiares que profesan el Islam o una fe diferente». Entre los miembros de ese hogar, según cuenta el obispo, prevalecen los lazos familiares y hay también un «profundo respeto por la fe de cada uno, conscientes de que la armonía es un don precioso que debe preservarse», comenta.

«La sotana y el velo no son obstáculos para la armonía, sino indicadores de fraternidad», explica Hormat, quien opina también que las historias de sacerdotes nacidos de parejas interreligiosas «muestran que las diferencias no son barreras, que la vida espiritual es siempre una riqueza y que el vínculo familiar es una regalo de Dios y es fuerte».

Uno de ellos es Robertus Belarminus Asiyato, quien ha recibido la ordenación sacerdotal a los 31 años. Su madre, Siti Asiyah, le dio su bendición como musulmana. Vistiendo su hiyab acudió a la celebración y estuvo presente en la procesión de entrada, junto a los demás padres. La mujer puso sus manos sobre la cabeza de su hijo y confesó que estaba muy feliz de verle ordenador sacerdote católico. «Sigue tu corazón», fue el consejo que le dio antes de entrar en el seminario.

En otra isla cercana, la de Sumba, vive el padre Frederikus Mayolus, que es testigo del «el ambiente de comunión espiritual con sus parientes» que vivió cuando fue ordenado en la catedral. Ese vínculo «humano y espiritual», según cuenta, aún perdida y se ha visto fortalecido con los años. De ello mismo da fe el sacerdote Edi Prasetoy, quien todavía recuerda emocionado el abrazo que le dio su abuela, una musulmana ferviente, el día en que recibió la ordenación.

Las familias islamo-cristianas se encuentran por todo el país, que acoge estos días la visita del Papa Francisco en el que se ha convertido en el viaje de mayor envergadura de su pontificado. En otro lugar del archipiélago, en Sumatra, los cristianos son una pequeña minoría – a diferencia de Flores–. Allí dos gemelas han emprendido vidas completamente diferentes, pero son ejemplo de un amor profundo y de una convivencia armoniosa. Una de ellas es musulmana devota, sigue las prácticas de su fe y participa en la peregrinación a La Meca. Su hermana, sor Tarcisiana, es católica y trabaja en un orfanato en Papúa, tras haber entrado a formar parte de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Merauke.