¿Qué es la misa mozárabe? El rito hispánico del siglo VI que utilizó un Papa por primera vez en 1992
Apenas se conocen los detalles de su origen, aunque se ha relacionado con la expansión del cristianismo en las provincias romanas de Hispania
Ya van 520 años sin Isabel la Católica. La Reina de Castilla murió un 26 de noviembre, pero de 1504, y para conmemorar esta efeméride, el cardenal y arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, va a presidir una misa de acción de gracias de rito mozárabe. Esta antigua liturgia nació en la Península Ibérica y se consolidó en torno al siglo VI, pero fue practicada en los territorios hispanos hasta bien entrado el siglo XI, tanto en regiones bajo control cristiano, como musulmán. No obstante, no sería hasta 1992 cuando fue utilizada en una celebración por un Papa de Roma
Apenas se conocen los detalles de su origen, aunque se ha relacionado con la expansión del cristianismo en las provincias romanas de Hispania. En este momento, los primeros seguidores de Cristo de la península interpretaron su mandato de celebrar la Eucaristía con su propia personalidad y la tradición se fue instaurando como rito gracias al trabajo de los Concilios Hispano-Romanos y Visigóticos, sobre todo en el tercero y el cuarto de ellos celebrados en Toledo.
En el año 1080, el Papa Gregorio VII suprimió el rito mozárabe, aunque sobrevivió en algunas parroquias de Toledo, que hasta cinco años más tarde seguiría todavía en manos de Al-Qádir, emir de esta taifa. Para los cristianos conquistados, la liturgia había sido lo que les había permitido mantenerse firmes en su fe. A ellos se les permitió poder seguir celebrando a lo mozárabe, pero las nuevas parroquias deberían aceptar el rito romano, al igual que la catedral.
Cisneros recupera el rito
Así siguieron las cosas hasta que el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo, con el apoyo de la Reina Católica, editó el misal y fundó en la sede primada del arzobispo toledano la capilla del Corpus Christi para celebrar en ella la misa a la manera hispánica. En comparación con el romano, el rito mozárabe divide la misa en las mismas tres partes, la liturgia de la palabra, la plegaria eucarística y el rito de comunión; lo que lo diferencia es el modo peculiar de realizar estas tres secuencias esenciales.
Durante el Concilio Vaticano II, la liturgia hispana tuvo que ser adaptada a los preceptos de la nueva Constitución Apostólica. El misal, que databa del siglo XVIII –cuando se reedita el del cardenal Cisneros al haberse acabado los ejemplares– fue revisado para mantener actualizadas las celebraciones y devolverle su pureza primitiva a los textos. Juan Pablo II amplió los permisos para que pudiera utilizarse en cualquier misa en España, donde la devoción lo requiriera.
El primer volumen de este nuevo misal hispano-mozárabe fue presentado en 1992, después de que una comisión de expertos formada por el arzobispo de Toledo trabajaran por nueve años. Ese mismo año, el 28 de mayo, el Papa viajero se convirtió en el primer Pontífice en celebrar una misa mozárabe en Roma, más de 1.400 años después de que los primeros reyes visigodos de Hispania se convirtieran al catolicismo.