¿Por qué viaja el Papa a Canadá, con bastón y en pleno julio?
El pasado marzo, Francisco no dudó en pedir «perdón a Dios por aquella deplorable conducta de miembros de la Iglesia. Yo os digo de todo corazón: Me duele mucho»
El Papa Francisco acostumbra a tener unos días de vacaciones en el mes de julio. Algo que este año no ha hecho efectivo, pese a los problemas con la rodilla que le obligan a caminar con bastón. Tan solo ha reducido su agenda, mientras que ha recibido a personajes como Elon Musk o a los príncipes de Mónaco, y ha realizado algunas entrevistas para televisiones. Tras haber anulado un viaje a África debido a razones médicas, este domingo arranca un viaje a Canadá de seis días.
Viaje penitencial
Con el riesgo que conlleva un viaje de diez horas en avión para la curación de su rodilla, el Papa no ha querido suspender esta visita. Hace unos días calificaba como «viaje penitencial» este periplo que comenzará en Edmonton el 24 de julio y terminará en Iqaluit el día 29. Allí se encontrará con diversos pueblos indígenas a los que ya recibió en el Vaticano hace meses.
Muchos de los fallecidos durante esa etapa fueran enterrados en fosas comunes
La realidad es que desde finales del siglo XIX hasta el año 1996, el Gobierno de Canadá encargó la re-educación de unos 150.000 niños indígenas a diversas instituciones religiosas, católicas y protestantes. El objetivo era que asimilaran la cultura y los valores occidentales, rompiendo con las raíces de sus familias.
Esta cancelación cultural dejó heridas tanto en los que sobrevivieron a esos años, como en sus familias, ya que normalmente eran forzados a separarse de los hijos desde los 3 años hasta los 16. Las condiciones en que vivían en los internados variaban mucho en función de las zonas y las distintas épocas, pero era normal que vivieran hacinados, lo que facilitaba el contagio de algunas enfermedades.
El último escándalo con respecto a estos centros educativos proviene de que muchos de los fallecidos durante esa etapa fueran enterrados en fosas comunes. No se les recordaba ni con una cruz en los terrenos que rodeaban los internados.
Los propios obispos católicos canadienses han reconocido que «el mayor abuso no es lo que se hacía en esas escuelas, sino la mera existencia de ellas mismas». Una declaración que deja en entredicho la labor positiva de muchos religiosos en esos centros educativos.
La inculturación de la fe
El Papa Francisco siempre ha tenido una sensibilidad especial con las poblaciones indígenas. Es algo que ha puesto de manifiesto en el Vaticano con un Sínodo sobre la Amazonía. Está convencido de la necesidad de inculturación, de que la Iglesia se adapte a las culturas y lenguajes locales de forma amigable. Por ello, el caso de Canadá le parece un error gravísimo.
En el mes de marzo de este año, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a representanes de distintas comunidades nativas de Canadá. No dudó en pedir «perdón a Dios por aquella deplorable conducta de miembros de la Iglesia. Yo os digo de todo corazón: Me duele mucho. Y me uno a mis hermanos, los obispos de Canadá, en pediros disculpas».
El hecho de acudir en persona a Canadá, para manifestar su cercanía ante los representantes de esos pueblos, tiene un especial valor simbólico. El Papa no duda en aceptar los errores pasados de la Iglesia y trata de cerrar heridas y construir puentes con quienes han dejado la Iglesia o consideran que no ha sido ejemplar en algunas épocas.
El lema de este viaje, Caminar juntos, deja claro el objetivo de los encuentros de estos días. El Papa espera que la reconciliación de la Iglesia con los pueblos nativos de Canadá abra las puertas a un clima de confianza. Solo así se pueden afrontar los retos de futuro.
Tras los pasos de san Juan Pablo II
La Sala Stampa del Vaticano ha recordado que Juan Pablo II visitó Canadá en tres ocasiones. Y en dos de ellas se encontró con las comunidades indígenas. En su primer encuentro, en 1984, les animó «a ser los artífices de vuestro propio futuro, en total libertad y responsabilidad». Lo hizo en el Santuario de Sainte Anne de Beaupré, en Quebec, el mismo lugar donde celebrará Misa el Papa Francisco el jueves 28 de julio.
Años después, en 1987, San Juan Pablo II se desplazó hasta otra localidad que no había podido visitar años antes, Fort Simpson, para escuchar y dialogar con estas comunidades. En ese encuentro recalcó «la dignidad como pueblos nativos» de los presentes y les invitó a poner la esperanza en Dios «para construir el futuro de vuestras tribus y naciones».