El Papa en Kazajistán: ¿qué puede hacer para acabar con la guerra?
En 2019, el Papa besó los pies de los líderes enfrentados de Sudán del Sur. Un país que llevaba más de 55 años de guerra. Desde entonces, los conflictos en el país africano se han limitado y al menos el diálogo se impone a las armas.
Este gesto dio la vuelta al mundo. Es un ejemplo de cómo la humildad y la voluntad de paz logran superar situaciones bloqueadas por el odio. Por eso, el Papa viaja este mes de septiembre a un encuentro con líderes religiosos en Kazajstán.
Frente a quienes minusvaloran el papel del Pontífice, es preciso recordarles que toda guerra tiene un origen moral. Tanto en quienes luchan, como en quienes fomentan la paz. En una guerra no solo está en juego la propia vida, sino la de otras personas a las que puedes matar por una orden superior. Y no es verdad que quienes combaten no tienen otra opción. Pensemos en cómo se deshizo el Ejército de Afganistán al perder el apoyo norteamericano hace poco más de un año.
Contaban con armamento moderno, con buena formación, pero se rindieron sin ofrecer resistencia. Tal vez pensaron que los talibanes fueran más honrados que sus gobernantes legítimos. Pero el caso es que no hubo la más mínima resistencia.
Pensemos también en los 14 millones de refugiados que en Europa, especialmente en Polonia y Hungría, han encontrado acogida. Un éxodo multitudinario que se ha gestionado bien, sin ningún campo de refugiados, gracias a la generosidad de personas particulares, movidas por principios cristianos. Sin ese soporte moral, no hubiera sido posible acoger, y sobre todo integrar, a tantas personas.
Numerosas instituciones no gubernamentales han tomado una posición activa en esta crisis porque asumen que están haciendo lo que es justo. También los Gobiernos actúan en función de lo que sus ciudadanos creen justo o no. Por ello, menospreciar el papel de quienes son un referente moral supone un error de bulto. Las guerras no se ganan o pierden solo por el número de tanques, sino por la moral y el espíritu de quienes las combaten.
El Papa Francisco tiene claro que la paz solo se construye superando el odio y la violencia, no apelando a las armas.
El mundo necesita paz. No una paz basada en el equilibrio de los armamentos, en el miedo recíproco. No. Esto no va. Esto quiere decir volver atrás 70 años en la historia
El hecho de que Volodímir Zelenski haya reclamado reiteradamente, ya desde antes de la invasión de Rusia, que el Papa Francisco visite su país es significativo. Lo es porque Zelenski no es católico, y gobierna en un país de mayoría ortodoxa. Pero es consciente del valor moral del pontífice para sus ciudadanos y para los países que les sostienen en todo el mundo.
El respaldo del Papa a Ucrania ante la agresión rusa es un elemento adicional, que ayuda a justificar la ayuda económica y militar a su país en un momento crítico, justo cuando los focos internacionales han dejado de apuntarles.
Esta semana, el Papa Francisco tiene previsto acudir a Kazajstán, a un encuentro mundial de líderes religiosos. Permanecerá del 13 al 15 de septiembre. Allí, ante budistas, musulmanes y cristianos de todo el mundo, el Papa insistirá en una de sus ideas clave: las religiones son clave para la paz. Quienes las usan para dividir o generar conflicto solo las están manipulando. El patriarca de Moscú ya ha anunciado que no acudirá a este foro, donde la mayoría de los líderes manifestarán su rechazo a la violencia.