El Papa condena el atentado en el Congo y pide a los fieles «leer la tristeza»
El Papa Francisco lamenta los ataques de la República Democrática del Congo y afirma que la desolación puede ser una experiencia vital importante
Tras la audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco ha condenado el atentado que tuvo lugar en el norte de la República Democrática del Congo. En él murieron al menos siete personas, entre ellas una monja.
El Papa ha lamentado que estos acontecimientos sigan «tiñendo de sangre» el país. «Deploro firmemente el inaceptable ataque que ha tenido lugar en los últimos días en Maboya, en la provincia de Kivu del Norte, donde fueron asesinadas personas indefensas, entre ellas una monja que trabajaba en la asistencia sanitaria», ha señalado.
Además, ha pedido oraciones «por las víctimas y sus familias, por la comunidad cristiana y los habitantes de esa región, agotados por la violencia desde hace demasiado tiempo». Después, el Pontífice ha renovado su llamamiento por Ucrania para lograr «una paz duradera» en la región.
Cristianos perseguidos
Una religiosa entre los asesinados en el atentado de República Democrática del Congo
Una semana más, el Pontífice ha dedicado la catequesis al discernimiento. De esta manera, ha hablado de «la desolación» como una experiencia que «todos» de alguna manera han probado, y ha instado a no querer liberarse de este sentimiento. «El problema es cómo poder leerla, porque también tiene algo importante que decirnos, y si tenemos prisa en liberarnos de ella, corremos el riesgo de perderla», ha recalcado.
La tristeza, indispensable para la vida
Asimismo, ha asegurado que «una vida siempre alegre, feliz y satisfecha» no es posible y tampoco sería buena. Y cree que «el cambio de una vida orientada al vicio puede empezar por una situación de tristeza, de remordimiento por lo que se ha hecho». Por todo esto, ha rogado a los fieles que aprendan «a leer la tristeza».
El Papa Francisco ha concluido afirmando que, en nuestro tiempo, la tristeza «está considerada mayoritariamente de forma negativa, como un mal del que huir a toda costa, y, sin embargo, puede ser una campana de alarma indispensable para la vida, invitándonos a explorar paisajes más ricos y fértiles que la fugacidad y la evasión no consienten».