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El Papa Francisco pasa junto a Viktor Orban

En su primer discurso ha abordado distintos temas de la actualidad: la guerra en Ucrania, Europa, las migracionesAFP

Francisco, en Hungría: «¿Dónde están los esfuerzos creadores de paz?»

«Los valores cristianos no pueden ser testimoniados por medio de la rigidez y las cerrazones, porque la verdad de Cristo conlleva mansedumbre y amabilidad, en el espíritu de las Bienaventuranzas», ha señalado Francisco en su primer discurso en Hungría

El Papa Francisco ha aterrizado en Budapest, capital de Hungría, a las 10 horas de la mañana, para conceder su primer discurso a las autoridades del país.

En su primer discurso ha abordado distintos temas de la actualidad: la guerra en Ucrania, Europa, las migraciones.

Francisco ha definido Budapest como «un lugar central en la historia. Habiendo sigo testigo de cambios significativos a lo largo de los siglos, está llamada a ser protagonista del presente y del futuro».

Es esencial volver a encontrar el alma europeaPapa Francisco

El sentido de Europa

Sobre la historia, el Papa ha recordado como, «nacida en tiempo de paz», Budapest ha conocido «conflictos dolorosos»: «la deportación de cientos de miles de habitantes, con el resto de la población de origen judío, encerrada en el gueto y sometida a numerosas atrocidades».

Francisco ha subrayado que el aniversario de la fundación del país «evoca el camino unitario emprendido por Europa, en la que Hungría encuentra el propio cauce vital». El Santo Padre ha lamentado que «la pasión por la política comunitaria y por la multilateralidad parece un bonito recuerdo del pasado; para que asistiéramos al triste ocaso del sueño coral de paz, mientras los solistas de la guerra se imponen».

«Parece –a juicio de Francisco– que la política a nivel internacional tuviera como efecto enardecer los ánimos más que resolver problemas, olvidando la madurez que alcanzó después de los horrores de la guerra y retrocediendo a una especie de infantilismo bélico», añadiendo que «la paz nunca vendrá de la persecución de los propios intereses estratégicos, sino más bien de políticas capaces de mirar al conjunto, al desarrollo de todos; atentas a las personas, a los pobres y al mañana; no solo al poder, a las ganancias y a las oportunidades del presente».

Populismos

El Santo Padre ha afirmado que en este momento histórico «Europa es fundamental. Gracias a su historia, representa la memoria de la humanidad y, por tanto, está llamada a desempeñar el rol que le corresponde: el de unir a los alejados, acoger a los pueblos en su seno».

«Es esencial volver a encontrar el alma europea: el entusiasmo y el sueño de los padres fundadores, estadistas que supieron mirar más allá del propio tiempo, de las fronteras nacionales y las necesidades inmediatas, generando diplomacias capaces de recomponer la unidad, en vez de agrandar las divisiones», ha recordado el Papa.

En este sentido, Francisco ha lanzado una pregunta: «En esta etapa histórica los peligros son muchos; pero, me pregunto, pensando también en la martirizada Ucrania, ¿ dónde están los esfuerzos creadores de paz?»

Europa, para la persona

Asimismo, Francisco ha denunciado los «populismos autorreferenciales"; el camino nefasto de las «colonizaciones ideológicas», que eliminan las diferencias, como en el caso de la ideología de género, o anteponen a la realidad de la vida conceptos reductivos de libertad, como «derecho al aborto».

El Papa ha subrayado: «Qué hermoso, en cambio, construir una Europa centrada en la persona y en los pueblos, donde haya políticas efectivas para la natalidad y la familia – buscadas con atención en este país -; donde naciones diversas sean una familia en la que se vela por el crecimiento y la singularidad de cada uno».

Migraciones

Por último, el Papa Francisco ha reflexionado sobre la ciudad de Budapest como «ciudad de santos» y ha recordado la figura de san Esteban, primer rey de Hungría: «Conjuga inseparablemente la verdad y la mansedumbre. Es una gran enseñanza de fe. Los valores cristianos no pueden ser testimoniados por medio de la rigidez y las cerrazones, porque la verdad de Cristo conlleva mansedumbre y amabilidad, en el espíritu de las Bienaventuranzas».

Como no puede ser de otra forma, Francisco ha terminado abordando el espinoso asunto de las migraciones: «La acogida es un tema que suscita numerosos debates en nuestros días y sin duda es complejo. Pensando en Cristo, presente en tantos hermanos y hermanas desesperados que huyen de los conflictos, la pobreza y los cambios climáticos, necesitamos afrontar el problema sin excusas ni dilaciones. Es un tema que debemos afrontar juntos, comunitariamente, porque en el contexto en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos».

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