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Papa Francisco saluda a un compatriota en el Aula Pablo VIGTRES

Francisco, el Papa que sigue presente en los barrios más pobres de Buenos Aires

El Pontífice, que cuando era arzobispo de Buenos Aires solía visitar estas zonas varias veces al año, ha mantenido un vínculo afectivo y espiritual con sus habitantes, a quienes ha apoyado en sus luchas y esperanzas

Las villas de Buenos Aires, son los barrios más pobres y marginados de la capital argentina. Son también los lugares donde el Papa Francisco ha dejado una huella imborrable de su cercanía, su humildad y su compromiso con los más necesitados.

El Pontífice, que cuando era arzobispo de Buenos Aires solía visitar estas zonas varias veces al año, ha mantenido un vínculo afectivo y espiritual con sus habitantes, a quienes ha apoyado en sus luchas y esperanzas.

'Villas miseria'

Las villas, también llamadas «villas miseria» o asentamientos informales, son urbanizaciones precarias que carecen de servicios básicos como agua potable, electricidad, cloacas o pavimento. Según el Relevamiento Nacional de Barrios Populares realizado en 2018, en Argentina hay 4.228 barrios de este tipo, donde viven más de 3 millones de personas. En la ciudad de Buenos Aires hay unas 20 villas, que albergan a unas 250.000 personas, casi un 10 por ciento de la población de la capital.

Jorge Mario Bergoglio en 2008

El Papa Francisco conoce bien esta realidad, pues desde que era cardenal Jorge Bergoglio se involucró personalmente en el acompañamiento pastoral y social de las villas. Creó el Vicariato para las Villas de Emergencia, una estructura eclesial que coordina la acción de las parroquias y capillas que trabajan en estos barrios, así como la labor de numerosas organizaciones sociales y religiosas que brindan asistencia sanitaria, educativa y legal a los vecinos.

El Papa no se limitaba a enviar sacerdotes o colaboradores a las villas, sino que él mismo iba a visitarlas, a celebrar misa, a bendecir casas, a escuchar confesiones, a compartir mate y a dialogar con la gente. Su presencia era frecuente y esperada, especialmente en ocasiones como Navidad, Semana Santa o el Corpus Christi. Los habitantes de las villas lo recuerdan con cariño y respeto, y lo llaman el padre Jorge.

Casa en la Villa 31

Donde había un curita que estaba solo o no había muchas cosas, ahí se metía élEduardo Drabble

Uno de los lugares donde el Papa dejó una huella especial fue la Villa 31, una de las más emblemáticas y pobladas de Buenos Aires, situada a pocos metros de los edificios más lujosos y los barrios más caros de la ciudad. Allí se encuentra el centro Padre Carlos Múgica, un espacio comunitario que lleva el nombre de un sacerdote asesinado por la dictadura militar en 1974 por su compromiso con los pobres. El centro ofrece talleres, cursos, actividades culturales y deportivas, y un comedor donde se sirven unas 600 raciones diarias de comida.

Jorge Mario Bergoglio conversa con Cristina Fernández de Kirchner

La jubilación como arzobispo

El Papa Francisco solía ir al centro Padre Múgica para reunirse con los sacerdotes, los voluntarios y los vecinos. También celebraba misa en la parroquia Cristo Obrero, a la que pertenece el centro. El padre Eduardo Drabble, vicario de la parroquia, contó en una entrevista con Efe que el Papa estaba muy presente en ese barrio y en todos los lugares más ocultos y marginales de la ciudad. «Donde había un curita que estaba solo o no había muchas cosas, ahí se metía él», dijo.

El padre Drabble también reveló que el Papa Francisco tenía planeado trasladarse a vivir a una pequeña casa en la Villa Barracas-21, otra zona muy pobre del sur de Buenos Aires, cuando se jubilara como arzobispo. Allí lo esperaban cuatro sacerdotes amigos: Toto, Charly, Juan y Facundo. Sin embargo, su elección como Papa frustró ese proyecto. El Pontífice no se olvidó de ellos y los invitó a visitarlo en Roma, pagando él mismo los pasajes. «Nos recibió y nos trató como siempre», dijo el padre Drabble.

No olvida las villas

El Papa Francisco tampoco se ha olvidado de las villas desde que está en el Vaticano. Ha enviado mensajes y cartas a sus habitantes en diversas ocasiones, expresando su cercanía y su aliento. Por ejemplo, en noviembre del año pasado le escribió una carta a un grupo de madres de las villas que luchan por la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, frente al proyecto de ley de aborto que se debatía en el Congreso. El Papa les agradeció su testimonio y su compromiso y les dijo: «La patria está orgullosa de tener mujeres así».

El Papa también ha mostrado su preocupación por la situación de las villas durante la pandemia del coronavirus, que ha golpeado con fuerza a estos barrios vulnerables. Ha llamado por teléfono a varios sacerdotes y referentes sociales que trabajan en las villas para interesarse por su salud y su labor. Además, ha enviado respiradores, equipos de protección y alimentos a través de la Nunciatura Apostólica y la Conferencia Episcopal Argentina.

El legado del Papa Francisco sigue vivo en las villas de Buenos Aires, donde su ejemplo de humildad, trabajo, dedicación y cercanía con los más necesitados ha inspirado a muchos a seguir sus pasos. Su sueño de una Iglesia pobre y para los pobres se hace realidad cada día en estos barrios, donde la fe, la esperanza y la caridad se encarnan en gestos concretos de solidaridad y fraternidad.

Villa 31

El Papa suele llamarlos por teléfono, enviarles cartas y mensajes e invitarlos a visitarlo en Roma

El Vicariato para las Villas de Emergencia cuenta actualmente con 22 sacerdotes que trabajan en las villas de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Estos sacerdotes forman parte del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, una estructura eclesial que depende del Arzobispado de Buenos Aires y que coordina la acción pastoral y social de las parroquias y capillas que se encuentran en estos barrios. Bergoglio quiso aumentar la presencia de la Iglesia en las zonas más pobres y marginadas de la ciudad, siguiendo el ejemplo de los llamados curas villeros, un grupo de sacerdotes que desde los años 60 se dedicaron a vivir y trabajar en las villas, inspirados por la Teología de la Liberación y el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

Relación paterna

Los sacerdotes que trabajan en el Vicariato para las Villas de Emergencia realizan una labor muy valiosa y comprometida, pues no solo celebran los sacramentos y ofrecen acompañamiento espiritual a los vecinos, sino que también colaboran con diversas organizaciones sociales y religiosas que brindan asistencia sanitaria, educativa, legal y alimentaria a los habitantes de las villas. Además, se enfrentan a los problemas de la violencia, la droga, la exclusión y la discriminación que sufren estas comunidades.

Los sacerdotes del Vicariato para las Villas de Emergencia mantienen una relación muy cercana y afectiva con el Papa Francisco, quien los conoce personalmente y los apoya en su misión. El Papa suele llamarlos por teléfono, enviarles cartas y mensajes e invitarlos a visitarlo en Roma. También les ha enviado ayuda material durante la pandemia del coronavirus. Los sacerdotes del Vicariato consideran al Papa como un padre espiritual y un referente pastoral.