
El papa Francisco durante una Audiencia General en el Vaticano
El Papa y la estrategia de las bromas para hablar de su maltrecha salud
Hace saber que el curso de su pontificado se encuentra al final de la línea para medir el estado de ánimo, especialmente de aquellos dentro de la Iglesia que desearían que diera un paso atrás incluso ahora
Una vez más el Papa Francisco insinúa que su pontificado no será largo. ¿Una broma divertida, como tantas otras, o un pensamiento real? En el vuelo de regreso de Mongolia, a la pregunta de un periodista sobre un posible viaje apostólico a Vietnam, el pontífice respondió: «Para mí viajar no es tan fácil como antes. En Vietnam, estoy seguro de que irá Juan XXIV», bromeando sobre la posibilidad de que fuera su sucesor en su lugar.
Medir estados de ánimo
El Papa lleva tiempo utilizando esta estrategia de comunicación. Hace saber que el curso de su pontificado se encuentra al final de la línea para medir el estado de ánimo, especialmente de aquellos dentro de la Iglesia que desearían que diera un paso atrás incluso ahora.
Lo ha hecho en varias ocasiones. A menudo utiliza el argumento de la precaria salud para lanzar pullas a sus adversarios, siempre acompañadas de una sonrisa y de ironía. Hace sólo unos meses, con motivo de sus diez años de pontificado, el Papa hizo este razonamiento sobre su posible renuncia a una televisión suiza: «Un cansancio que no te hace ver las cosas con claridad, una falta de claridad, de saber valorar las situaciones» llevaría a su renuncia, y «también el problema físico, puede ser. Sobre esto, siempre pregunto y me dejo aconsejar: '¿Cómo van las cosas?'. '¿Tengo pinta de tener que...?', pregunto a la gente que me conoce, incluso a algún cardenal avispado. Y me dicen la verdad: adelante, todo va bien».
Hablando a un grupo de jesuitas el pasado mes de febrero, la revelación de un «secreto» causó mucha discusión. Francisco anunció que había escrito su renuncia dos meses después de su elección como pontífice, en 2013, y entregó la carta al cardenal, entonces secretario de Estado, Tarcisio Bertone. «No sé dónde está esta carta. Lo hice por si tengo algún problema de salud que me impida ejercer mi ministerio y no soy plenamente consciente para renunciar. Esto, sin embargo –dijo el pontífice–, no significa en absoluto que renunciar a los Papas se convierta, digamos, en una moda, en algo normal, en alusión a la renuncia de Benedicto XVI y su «exilio» en el Vaticano.A veces me falta paciencia, sobre todo cuando emiten juicios sin entrar en un verdadero diálogo
Infalible ironía
Entrevistado por Associated Press unas semanas antes, en enero de 2023, el Papa había invocado el espectro de la muerte, de nuevo con infalible ironía. «Podría morir mañana, pero está bajo control. Gozo de buena salud», declaró el Pontífice. E incluso cuando recientemente fue ingresado en dos ocasiones en el Policlínico Gemelli de Roma -primero por una infección pulmonar y después por una operación intestinal-, en ambos casos, al salir del hospital comentó que «seguía vivo», exorcizando el tam tam de los Sagrados Palacios y de las redes sociales sobre la 'carrera por su sucesor'.
«Sigo vivo»
Pero el momento en el que el Papa Francisco se mostró más displicente sobre el tema de la 'renuncia' y la 'salud' fue tras su viaje a Eslovaquia en septiembre de 2021, revelando algunos detalles que han causado debate. Bergoglio venía de su primera operación intestinal (de divertículos), que había superado en julio. Sigo vivo. A pesar de que algunos me querían muerto', subrayó a los jesuitas durante un encuentro privado en Bratislava, capital de Eslovaquia. Luego añadió: «Sé que incluso hubo reuniones entre prelados que pensaban que el Papa era más serio de lo que se decía. Estaban preparando el Cónclave. Paciencia!».
De la ironía en esa ocasión, pasó a un tono más impaciente. «Yo personalmente puedo merecer ataques e insultos porque soy un pecador, pero la Iglesia no merece esto: es obra del diablo», dijo Francisco. «También hay clérigos que hacen malos comentarios sobre mí. A veces me falta paciencia, sobre todo cuando emiten juicios sin entrar en un verdadero diálogo. Sin embargo, sigo adelante».
Y con la misma firmeza sigue dirigiendo la Iglesia mundial. Podemos jurar que no faltarán otras bromas e ironías, pero una cosa es cierta, como recordaba uno de los médicos de su equipo tras su último «paso» por el hospital: la salud de Francisco tiene unos parámetros envidiables para sus 86 años. Y el larguísimo viaje a Mongolia no le ha amilanado, hasta el punto de que a su regreso al Vaticano ha ampliado incluso la agenda de reuniones previstas.