44º Viaje Apostólico
Francisco deja en Marsella la hoja de ruta en materia de migración: «Acoger, acompañar y proteger»
El mensaje central de Francisco, como ya se venía avisando y él mismo ha defendido desde los comienzos de su Pontificado, ha sido la acogida de los migrantes que llegan a las costas mediterráneas
La segunda jornada en Marsella, en imágenes
Dos días en Marsella han bastado al Papa Francisco para poner el grito en el cielo no tanto sobre el fenómeno migratorio, sino sobre cómo se está afrontando. Cuatro intervenciones públicas y dos encuentros privados (primero con personas en dificultad económica y después con el presidente francés) se han sucedido este viernes 22 y sábado 23 de septiembre, en las que el Santo Padre ha dejado clara su posición con respecto a la migración: «Nuestros hermanos migrantes han de ser acogidos, acompañados y protegidos», ha afirmado en varias ocasiones.
El mensaje central de Francisco, como ya se venía avisando y él mismo ha defendido desde los comienzos de su Pontificado, ha sido la acogida de los migrantes que llegan a las costas mediterráneas. «No podemos considerar los naufragios como noticias, ni los náufragos como números. Son rostros, vidas y sueños destrozados, dejémonos conmover por sus historias», ha aconsejado el Santo Padre para anteponer la cultura de la fraternidad frente a la de la indiferencia.
Para hacer concreta (otra de las palabras que más han sonado en los diez años de Papa Francisco) la acogida, varias han sido las propuestas que se han escuchado, no solo de boca del Santo Padre, sino también del arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline. Como fruto de este encuentro posiblemente nazca una Conferencia Episcopal del Mediterráneo, iniciativa mencionada tanto por Aveline como por Bergoglio, en la que se unan los obispos de las cinco costas del Mare Nostrum: norte de África, mar Negro, Egeo, Balcanes y Europa latina.
44º Viaje Apostólico
El Papa, en Marsella: «El Mediterráneo se ha convertido en un enorme cementerio»
Otro de los planes que han resonado es la elaboración de una pastoral específica, nacida y «enraizada en la realidad», en palabras de Francisco. Esta tendrá el objetivo de dar herramientas al clero y a los religiosos para su labor, que el Papa ha resumido en llevar «a los hermanos la mirada de Dios y a Dios la sed de los hermanos».
Un nuevo desafío surgido del fenómeno migratorio es lo que ha llamado Francisco una «teología del Mediterráneo». Esta ha de ser, igual que la pastoral, enraizada en la vida, porque si no, «no funciona», ha expresado el Papa Francisco. Esta teología mediterránea habrá de nacer para desarrollar «un pensamiento adherido a la realidad y fomentar el encuentro ecuménico y el acercamiento con otras religiones», según ha explicado el Pontífice.
44º Viaje Apostólico - Marsella
El Papa denuncia el cierre de puertos: «Quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida»
Grandes denuncias
A demás de la propuesta constructiva, el Papa Francisco ha denunciado también la situación de los puertos europeos, que se cierran y escudan ante la «emergencia» y la «invasión». El argentino ha rechazado estas dos palabras y ha criticado la gestión de la crisis migratoria. «Quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida», destacó de manera particular en su intervención en la sesión final de los Encuentros del Mediterráneo.
Francisco considera un deber de humanidad socorrer a los migrantes. «Demasiadas personas huyendo de la pobreza se encuentran en las olas del Mediterráneo, este espléndido mar que se ha convertido en un enorme cementerio», afirmó en el momento de recogimiento junto a líderes de otras confesiones religiosas en la tarde de este viernes 22.
La causa migratoria, además de clamar por soluciones justas, también pasa para Francisco por denunciar las ilegalidades que suceden en el mar. Así, afirmó que es un crimen que a hombres, mujeres y niños que huyen de la pobreza, «los traficantes los condenan a muerte subiéndoles a una barca vieja», igual que también lo es «cuando las instituciones políticas prohíben a las oenegés rescatar a los náufragos».
En su viaje de idea, a bordo del avión papal, Francisco confesó ante los periodistas que viajaban con él: «Espero tener la valentía para decir todo lo que quiero decir»; el arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, ha sido quien ha dejado claro que así ha sido al agradecerle sus «fuertes y valientes palabras» tras la misa final del viaje en el estado Vélodrome.
El contexto en el que se ha producido esta visita ha sido clave. En las últimas semanas, unas 10.000 personas han llegado a la isla italiana de Lampedusa. En Francia, el Gobierno de Macron está elaborando un proyecto de ley migratoria (que el presidente ha abordado con el Papa durante su reunión) y esta semana se tramitará la ley de la eutanasia en Consejo de Ministros, aprobación que fue aplazada por el mandatario galo cuando se confirmó el viaje del Santo Padre al país.
Desde el comienzo de su papado, Francisco ha denunciado la situación de los migrantes en el mar. Su primer viaje como Pontífice fue a la misma Lampedusa en el año 2013. Diez años después ha denunciado en otro puerto mediterráneo que el Mare Nostrum se ha transformado en un mare mortum.