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El Papa en la misa celebrada por el final del SínodoEFE

El Papa urge a declarar el «cese al fuego» entre Israel y Hamás

Francisco ha clamado contra las «hermosas» y «persuasivas» promesas que se realizan en formas de «explotación». «Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado que corroe la fraternidad y devasta la sociedad», ha indicado

El Papa Francisco ha concluido este domingo la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y lo ha hecho acordándose de las víctimas de las «atrocidades» de la guerra y del «sufrimiento» de los migrantes. En un nuevo llamamiento por la paz, ha implorado el «cese al fuego» en el conflicto entre Israel y Hamás, y ha vuelto a urgir que se garantice el acceso de ayuda humanitaria en Gaza y que sean liberados los rehenes israelíes en manos del grupo islamista.

«Que nadie renuncie a la posibilidad de detener las armas. Que cesen el fuego», ha urgido el Pontífice, quien ha compartido también las palabras de el padre Ibrahim Falta, vicario de la Custodia de la Tierra Santa en Jerusalén para pedir un «alto el fuego». «Deténganse, hermanos y hermanas. La guerra es siempre una derrota, siempre», ha insistido Francisco tras el rezo del Ángelus de este domingo 29 de octubre.

Por otro lado, el Papa ha expresado su apoyo a la población de la zona de Acapulco (México), azotada por el huracán Otis. «Rezo por las víctimas, por sus familias y por los que han sufrido graves daños. Que Nuestra Señora de Guadalupe sostenga a sus hijos en la prueba», ha apostillado.

Francisco también agradeció a los fieles que siguieron el pasado viernes la jornada de oración y ayuno para invocar la paz, que concluyó con una misa especial celebrada en la Basílica de San Pedro y en la que el papa señaló que el mundo vive "una hora de oscuridad

Fin del Sínodo

En la Misa que ha puesto punto y final a esta fase del Sínodo de la Sinodalidad, Francisco ha clamado contra las «hermosas» y «persuasivas» promesas que se realizan en formas de «explotación». «Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado que corroe la fraternidad y devasta la sociedad», ha indicado. Durante la homilía, el Pontífice ha agradecido también la «fraternidad» surgida en la Asamblea y confía en que en el futuro «la Iglesia servirá a las mujeres y a los hombres».

«Nos hemos escuchado mutuamente y sobre todo en la rica variedad de nuestras historias y nuestras sensibilidades nos hemos puesto a la escucha del Espíritu Santo. Hoy no vemos el fruto completo de este proceso, pero con amplitud de mira podemos contemplar el horizonte que se abre ante nosotros. El Señor nos guiará y nos ayudará a ser una iglesia más sinodal y misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo», ha proclamado.