Los desafíos pendientes de la cumbre del clima a pesar de las advertencias del Papa en 'Laudate Deum'
El Papa Francisco tenía la esperanza de que la COP28 en Dubái, llevada a cabo del 30 de noviembre al 12 de diciembre, fuera un hito en la transición energética, con compromisos sólidos y un seguimiento constante
Aunque el acuerdo firmado por casi 197 países y Europa fue considerado «histórico», ha suscitado debate sobre dos puntos clave: la transición de los combustibles fósiles y la progresiva eliminación de sus subsidios ineficientes. Según el documento final divulgado este miércoles, el acuerdo no impone una eliminación inmediata, sino más bien una «transición ordenada y equitativa».
El urgente llamamiento del Papa Francisco en su exhortación Laudate Deum antes de la COP28 en Dubái parece haber sido parcialmente desatendido o pospuesto. El Pontífice advirtió sobre el riesgo de no actuar rápidamente para abandonar los combustibles fósiles y adoptar energías limpias, destacando que el ritmo actual podría desencadenar consecuencias catastróficas para el clima y la sociedad. A pesar de que han transcurrido casi 30 años desde la primera COP, la dependencia de los combustibles fósiles, responsables del 86 % de las emisiones contaminantes, apenas comienza a ser reconocida.
Exhortación apostólica 'Laudate Deum'
Las seis claves de 'Laudate Deum', la nueva exhortación del Papa Francisco sobre el cuidado del planeta
Obispos de Europa: el lenguaje vago
«A pesar de aplaudir el desafiante acuerdo para la eliminación gradual de los combustibles fósiles, nos inquieta la autenticidad del compromiso de las partes para llevarlo a cabo eficazmente». Estas declaraciones marcan el inicio de una reflexión difundida después del cierre de la Conferencia sobre el Clima en Dubai. El padre Manuel Barrios Prieto, secretario de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), destaca que los obispos europeos celebran el consenso alcanzado sobre temas vitales, como abordar seriamente las pérdidas y daños, y promover el abandono progresivo y equitativo de los combustibles fósiles. A pesar de ello, existe preocupación por la posibilidad de que un «lenguaje vago» pueda reflejar una falta de compromiso genuino.
El acuerdo se ve afectado por lo que se percibe como un «lenguaje vago», especialmente en los puntos d y h, donde se debate la noción de «transición» en relación con los «combustibles fósiles». Esta palabra surgió tras intensos diálogos entre los participantes, siendo un término que permitió alcanzar el acuerdo. Las Naciones Unidas, activistas y más de 150 países buscaban específicamente que el texto incluyera una mención explícita sobre la «eliminación gradual de los combustibles fósiles». Sin embargo, esto fue considerado inaceptable por Arabia Saudita y otros productores de petróleo. Como resultado, las negociaciones llevaron a un compromiso lingüístico con la expresión: «transición».
Ni reducir, ni eliminar
El texto aboga por una «transición de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, ordenada y equitativa, con un enfoque acelerado en los países en desarrollo». Este consenso fue alcanzado por los 224 países que forman parte de la convención de la ONU contra el cambio climático. Sorprendentemente, ni «reducir progresivamente» ni «eliminar progresivamente» fueron incluidos en la versión final del texto. Además, la sección 'h' resalta la urgencia de «eliminar gradualmente las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no aborden la pobreza energética o las transiciones justas, lo antes posible».
Este hito se califica como «histórico» dada la intensa confrontación de posturas. A pesar de ello, el llamado del Papa Francisco en Laudate Deum, instando a una transición energética eficiente, obligatoria y fácil de monitorear, aún no se ha atendido completamente. Este llamamiento busca que los líderes actúen en favor del bien común, el futuro de las próximas generaciones y, especialmente, de los países más pobres, de donde proviene la mayoría de los «migrantes forzados» debido al cambio climático.
Descarbonización: ¿qué futuro para el petróleo?
El balance en la COP28 recibe elogios por establecer directrices en las Contribuciones a Nivel Nacional (NDC) para la descarbonización económica y el control del calentamiento global por debajo de 1,5 grados. A pesar de esto, las opciones flexibles para cada país generan preocupaciones sobre la efectividad del acuerdo, ya que podrían resultar en avances mínimos. De hecho, el artículo 28 permite a países como Arabia Saudí justificar reducciones de emisiones mediante diversas tecnologías, pero el acuerdo carece de fuerza vinculante inmediata. Se espera que los países presenten nuevos planes en 2025 para evaluar el progreso hacia el objetivo de 1,5 grados para fin de siglo.
¿Reducir las emisiones, pero cuándo o en qué plazo?
El texto reconoce la urgencia de reducir de manera significativa, rápida y constante las emisiones, pero carece de una fecha precisa para alcanzar el pico máximo de emisiones. Establece metas de reducción del 43 % para 2030 y del 60 % para 2035, respecto a los niveles de 2019, con el objetivo final de lograr cero emisiones para 2050. Sin embargo, países en desarrollo y activistas, critican que el texto sigue siendo ambiguo. Por ejemplo, se enfoca en la reducción de la energía proveniente del carbón no abatido, haciendo referencia a tecnologías de eliminación de CO2 que los científicos consideran poco efectivas a gran escala. Además, se mencionan como combustibles de transición sin definir claramente su implementación.
Fondo sin dinero suficiente para países pobres
En la COP28, se aprobó un fondo gestionado provisionalmente por el Banco Mundial para mitigar los daños climáticos en países vulnerables. Aunque atrajo donaciones por más de 700 millones de dólares, resulta insuficiente frente a los 109.000 millones que estos países requieren tras sufrir efectos climáticos devastadores. Los 39 países de la Alianza de Pequeños Estados Insulares critican el acuerdo, considerándolo incierto e injusto, ya que no aborda de manera adecuada el problema del aumento del nivel del mar. La financiación prometida a los países en desarrollo se pospone para la COP29. A pesar de avances, el acuerdo posterga la solución a esta urgente problemática.
Por otro lado, el multilateralismo en la crisis climática ha logrado avances parciales al unir naciones con intereses divergentes, como los miembros de la OPEC y el G-20, que contribuyen al 20 % de las emisiones mundiales. La participación activa de la delegación de la Santa Sede en la COP28 marca un hito, siendo la primera vez que va más allá del rol de observador, como ha sido en las pasadas cumbres de Naciones Unidas.