Entrevista con la teóloga Emilce Cuda
La IA, tema del año en el Vaticano: «Su uso ha de ser responsable, al servicio de la dignidad humana»
La disrupción laboral provocada por la Inteligencia Artificial socava la cohesión política comunitaria y desafía el principio de 'solidaridad' arraigado en la Doctrina Social de la Iglesia
La disrupción laboral provocada por la inteligencia artificial socava la cohesión política comunitaria y desafía el principio de solidaridad arraigado en la Doctrina Social de la Iglesia.
La profesora Emilce Cuda, Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina y la primera mujer en ocupar este cargo en el Vaticano, destacada teóloga y experta en el perfil teológico del Papa latinoamericano, comparte con El Debate su análisis sobre la Jornada Mundial para la Paz de 2024, dedicada por el Papa Francisco a la inteligencia artificial
–¿Podría resaltar la relevancia de este tema y compartir cómo cree que podría impactar en la Iglesia?
–La nueva inteligencia artificial representa un salto tecnológico cualitativo en la historia de la humanidad, similar a otros momentos significativos que han provocado cambios en ámbitos políticos, sociales, económicos e incluso bélicos a lo largo de la historia. Actualmente, presenciamos un cambio tecnológico considerable que, como ha señalado el Papa, marca un cambio de época y que sufrimos como una crisis socio-ambiental. En este contexto, el documento que se difundió para la Jornada de la Paz de 2024 nos invita a reflexionar sobre el uso responsable de la inteligencia artificial.
la Iglesia católica es madre y maestra en temas de cuestión socialSecretaria para la Pontificia Comisión para América Latina
–¿Qué significa un uso responsable de la inteligencia artificial?
–Para comprender el significado católico del concepto de responsabilidad tenemos que vincularlo con los cuatro principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia. Así lograremos comprender plenamente el mensaje del Papa, que gira en torno al criterio de responsabilidad social, por eso pone en relación la inteligencia artificial con la paz, y la paz para Francisco es paz social. Veamos. Por un lado, el uso responsable de la Inteligencia Artificial remite a los cuatro principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia: dignidad humana; acceso equitativo y universal a los bienes comunes; solidaridad y subsidiariedad. Nuestra responsabilidad social como católicos es garantizar una concepción integral de la vida manteniendo la «armonía» -dice Francisco en el Mensaje que estamos comentado-, en términos políticos, económicos y sociales. Ahora, si la IA al generar desempleo estructural impide la organización política comunitaria desafiando el principio de solidaridad; o si la IA interviene en los modos de comunicación, publicidad o propaganda, alterando incluso los estilos democráticos de participación política impidiendo el principio de «subsidiariedad», entonces, la paz social no es posible porque todo eso atenta contra la «dignidad humana» y el «acceso universal a los bienes comunes». Como verá, la Iglesia católica es madre y maestra en temas de cuestión social.
–El Papa Francisco ha entablado precisamente un diálogo con las grandes empresas que se ocupan de desarrollar la IA. ¿Cómo va ese diálogo y en qué términos está?
–El diálogo de la Santa Sede -a través de sus dicasterios, academias y comisiones pontificias-, con las grandes empresas desarrolladoras de Inteligencia Artificial es crucial. No se trata, para la Santa Sede, solo de compromisos o documentos, sino del inicio de un proceso de practicas socialmente responsables. Un gesto significativo, por ejemplo, fue cuando monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia por la Vida, presentó un documento de compromiso ante 216 rectores de universidades de América Latina, convocados por la Pontificia Comisión para América Latina, promoviendo el uso responsable de la IA al servicio de la dignidad humana y la protección del medio ambiente. Todos los rectores firmaron, en su mayoría provenientes de universidades públicas y no confesionales. Esos rectores representan a millones de jóvenes estudiantes y profesores de todo un continente, y apoyan el magisterio social del pontificado de Francisco. Eso es «organizar la esperanza», como pide el Papa Francisco, para humanizar la tecnología.
–¿Cómo cree que este enfoque puede contribuir al diálogo interdisciplinario entre la fe y la tecnología en la búsqueda de la paz?
–La teología siempre estuvo y estará en diálogo interdisciplinario. De lo contrario no es teología, sino culto o magia. Sin diálogo interdisciplinario, la teología no tendría lenguaje para expresarse, ni siquiera para predicar el Evangelio. ¿Quién puede negar lo que está a la vista? Si no, cómo se explica la catedral de Milán sin el arte de la arquitectura y la ingeniería; el Canto Gregoriano sin el arte de la música; el Gótico sin el arte de la pintura; la Suma Teológica sin el arte de la filosofía; el Concilio Vaticano II sin el arte de las ciencias jurídicas y sociales, o Fratelli Tutti sin el arte de la política.
El discernimiento sobre lo bueno y lo malo no es ideológico sino evangélicoSecretaria de la Pontificia Comisión para América Latina
–Ante la creciente influencia de la Inteligencia Artificial en múltiples aspectos de la sociedad, ¿cómo visualiza que la ética teológica pueda enriquecer las discusiones sobre el uso responsable de la IA, especialmente en relación con la preservación de la dignidad humana y la promoción de un mundo más justo?
–Según mi opinión, el mensaje del Papa Francisco sobre la IA, dado no casualmente en la Jornada Mundial de la Paz, no puede leerse a espaldas de su magisterio pontificio. Así como Laudato Si denuncia una crisis ecológica socioambiental, en Fratelli Tutti dice qué hacer en términos políticos. No olvidemos que el pensamiento social de la Iglesia es lo que hace del cristianismo católico una teología. Por consiguiente, cuando el uso irresponsable de la tecnología conduce a la desorganización social, la injusticia impide la paz. En esa situación caótica que generan los saltos tecnológicos cualitativos es donde -históricamente- comienza una guerra de dioses mortales para ordenar el caos. Pero también es el momento de lo religioso llamando al discernimiento sobre lo bueno y lo malo a partir de un dato revelado. La ética teológica, no es ética filosófica; no es ética porque es más que ética: es evangelización. Sus principios de discernimiento son revelados, y su práctica imita a Jesucristo, crucificado y resucitado. El discernimiento sobre lo bueno y lo malo no es ideológico sino evangélico. Y el Evangelio llama a cuidar, a sanar, a enamorarse, a contenerse, a compadecerse, a proyectarse, a soñar, a «tocar la carne sufriente de Cristo en el Pueblo». Todas estas modalidades, esta sintonía fina del sentir, no puede hacerlo una IA. Respetar la dignidad humana no es producto de un cálculo estratégico a partir de recursos disponibles, es consecuencia de la decisión de unirse para salvarse, como dice Francisco, porque sí.