200 años sin el cardenal Ercole Consalvi, el brillante diplomático que supo frenar la ira de Napoleón
El cardenal Pietro Parolin ha resaltado la capacidad de Ercole Consalvi para superar desafíos, desde negociaciones con Napoleón hasta la defensa de prerrogativas papales
Ercole Consalvi fue un destacado eclesiástico y diplomático italiano que nació el 8 de junio de 1757 en Roma y falleció el 24 de enero de 1824 en la misma ciudad. Su vida abarcó un período crucial de la historia europea, y desempeñó un papel significativo como secretario de Estado del Papa Pío VII.
En conmemoración del bicentenario de la muerte del cardenal Consalvi, los Museos del Papa acogieron del 22 al 23 de enero de 2024 el congreso internacional de estudios El cardenal Ercole Consalvi. Un diplomático en tiempos turbulentos 1757-1824.
Organizado por la Secretaría de Estado, junto con el Pontificio Comité de Ciencias Históricas y los Museos Vaticanos, los dos días de trabajo fueron una ocasión para rendir homenaje a una singular personalidad eclesiástica, considerada por la historiografía como una de las figuras políticas más importantes de la Iglesia católica en los últimos siglos, especialmente durante el Congreso de Viena en 1814-1815.
La figura moderna del secretario de Estado
Ercole Consalvi pasó a la historia por su servicio como secretario de Estado del Papa Pío VII, con quien, según recuerda el actual secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, «logró construir una mutua comprensión política y humana». Su legado incluye contribuciones a la diplomacia papal.
De hecho, la figura moderna del Secretario de Estado, se inspira en el legado del cardenal Consalvi que ha sabido lidiar con las ínfulas imperiales de Napoleón Bonaparte (1769-1821). En el Panteón de Roma, a la derecha de la tumba de Rafael Sanzio, hay un busto en memoria del cardenal «ilustre diplomático» esculpido por el célebre escultor Bertel Thorwaldsen, donde en su interior se guarda su corazón.
Consalvi puede ser considerado el prototipo del Secretario de Estado por antonomasia, pionero del «pragmatismo político» o «política realista» de la Santa Sede. Capaz de defender los principios doctrinales y adaptarse a las contingencias de la época, así lo describió el cardenal Pietro Parolin durante su discurso en la sala de conferencias de los Museos Vaticanos el 22 de enero.
Hábil político y diplomático, Secretario de Estado en dos ocasiones (del 15 de marzo de 1800 al 17 de junio de 1806 y luego del 19 de mayo de 1814 al 20 de agosto de 1823), desempeñó un papel destacado junto a dos pontífices, Pío VI y Pío VII, en tiempos «turbulentos» para el sucesor de Pedro.
No se rindió a los caprichos de Napoleón
Su genial habilidad se manifestó en el Congreso de Viena (1814-1815), cuando logró obtener para el Estado Pontificio mucho de lo que había sido requisado por la fuerza por el emperador Napoleón, incluidas innumerables obras de arte.
El cardenal Parolin resaltó momentos significativos en la biografía del cardenal romano, quien desempeñó el cargo de secretario de Estado en dos periodos, primero de 1800 a 1806 y luego de 1814 a 1823. «La interrupción se debió al capricho del emperador Napoleón, quien, influenciado por información inadecuada de su embajador en Roma, el cardenal Joseph Fesch, consideraba a Consalvi como el verdadero responsable del distanciamiento entre las cortes de París y Roma. Específicamente, lo culpaba de la falta de disposición pontificia para adaptarse a la política exterior francesa».
El actual secretario de Estado del Vaticano explicó que la figura del cardenal Consalvi le inspiró durante su carrera diplomática. De hecho, afirmó, en la Academia Eclesiástica de la Piazza della Minerva, donde los diplomáticos pontificios se forman para su futura labor y donde el propio Consalvi estudió, se conserva uno de los pocos retratos del cardenal.
La figura de Consalvi, entre los cardenales «negros»
Asimismo, destacó que Consalvi supo «negociar con el primer cónsul Napoleón Bonaparte para asegurar la pacificación religiosa en Francia mediante el concordato de 1801; resistió al emperador Napoleón, quien quería frenar la autonomía de la política exterior pontificia en 1806».
Consalvi «defendió las prerrogativas papales sobre la nulidad de los matrimonios imperiales en 1810, al punto de perder los atributos externos del cardenalato (el color rojo) y ser reducido a un «cardenal negro» –Consalvi se negó a asistir al matrimonio entre Napoleón y María Luisa de Austria, lo que provocó la ira del emperador, quien ordenó la confiscación de sus bienes y los de otros 12 cardenales, privándolos de su rango y obligándolos a vestirse como sacerdotes comunes, de ahí el apodo de cardenales negros–.
El genio de la diplomacia eclesial, recuerda el cardenal Parolin, «volvió a situar a la Santa Sede en las dinámicas internacionales gracias a su labor en el Congreso de Viena (1814-1815), al punto de ver al Papado participar activamente en la época de la diplomacia multilateral de los Congresos internacionales de la Restauración desde Verona hasta Liubliana, y revitalizó con determinación y creatividad la época de los concordatos, llegando por primera vez a firmar textos incluso con potencias no católicas».
Además, subrayó que «en una época en la que el principio de legitimidad permeaba las reflexiones políticas y los criterios de reorganización internacional», Consalvi «supo expresar e encarnar la teología política de la época, que, siguiendo la línea paulina según la cual todo poder proviene de lo alto, ya no se preocupaba por la legitimidad desde el punto de vista dinástico o legal, sino que con extremo realismo dialogaba con aquellos que efectivamente detentaban el poder». Se enfatiza el enfoque bíblico-teológico de Consalvi, que «define la política realista del cardenal».
El pragmatismo diplomático
Parolin ha elogiado la capacidad de Consalvi para aceptar el mundo surgido de la Revolución francesa sin intentar hacerlo desaparecer a través de una «actitud diplomática con predominio de la realidad sobre las expectativas ideales».
Enfatizó la adaptabilidad de Consalvi, siempre dentro de los límites doctrinales. Parolin señaló que este enfoque realista llevó a la diplomacia papal a enfrentar la realidad sin romanticismos, manteniendo un esfuerzo continuo, discreto y virtuoso.
Esta perspectiva también se encuentra en otros secretarios de Estado, como Rampolla del Tindaro, Gasparri, Pacelli y Casaroli. Concluyó que es una diplomacia que inteligentemente se adapta a los tiempos, buscando soluciones para mantener y desarrollar las comunidades católicas locales.
El congreso realizado en el Vaticano en homenaje a Consalvi también rememora la notable habilidad diplomática que el escultor Antonio Canova pudo presenciar, forjando así una profunda y sincera amistad con él. En la actualidad, de manera ideal y simbólica, Consalvi es honrado a lo largo del itinerario expositivo dedicado al «príncipe de los escultores» en los Museos Vaticanos, con motivo del bicentenario de su fallecimiento (1757-1822).
Los trabajos del Congreso se inauguraron también con los saludos de Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos, y de Marek Inglot SJ, presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas. Durante la ceremonia, el cardenal Parolin expresó su agradecimiento a monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, por su destacada iniciativa en la organización de la celebración en honor al aniversario de Consalvi.