Antonio Canova vuelve a los Museos Vaticanos: el héroe de la diplomacia en nombre del arte
Los Museos del Vaticano ofrecen una exposición del artista que desempeñó importantes funciones institucionales para los Papas y figura clave en la recuperación de las obras robadas por Napoleón
Los Museos Vaticanos han inaugurado una exposición dedicada exclusivamente a Antonio Canova (1757-1822) en el bicentenario de su muerte, quien desempeñó un papel heroico en la diplomacia en nombre del arte con el apoyo del Papa Pío VII (1742-1823), con el objetivo de lograr que Francia devolviera las obras de arte que fueron saqueadas de Italia durante la campaña bélica de Napoleón Bonaparte (1769-1821).
Hasta el día de hoy, el orgullo italiano sigue herido por la ausencia de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci en su tierra natal. No obstante, Canova logró exitosamente repatriar obras italianas tan emblemáticas como el Apolo del Belvedere, la Transfiguración de Rafael Sanzio, el Descendimiento de la Cruz de Caravaggio y las esculturas del Laocoonte. Se estima que las tropas de Napoleón sustrajeron alrededor de 500 obras de arte de Italia desde 1797.
En cuanto al saqueo de obras de arte en Italia, Napoleón llevó a cabo esta acción como parte de su política de expansión. Italia, en ese momento, estaba dividida en varios estados y regiones, y muchas de sus ciudades albergaban valiosas obras de arte y tesoros culturales. Bonaparte ordenó la confiscación y el envío de numerosas obras de arte a Francia como botín de guerra, donde fueron exhibidas en el Museo del Louvre y en otros lugares. Con la derrota de Bonaparte en 1815, el Papa Pío VII solicitó al artista Antonio Canova que viajara a Francia para recuperar las obras emblemáticas del arte italiano.
Canova, en los Museos del Vaticano
De esta manera, los Museos del Vaticano han querido ofrecer una exposición permanente de vaciados en yeso del artista que desempeñó importantes funciones institucionales para los Papas, como superintendente, director de museo y figura clave en la recuperación de las obras robadas por el general Bonaparte. La exposición Antonio Canova en los Museos del Vaticano se abrió en octubre y durará hasta el próximo mes de enero. Está dividida en diferentes secciones de las colecciones pontificias. En la sala XVII de la Pinacoteca Vaticana se expone el busto de Pío VII y el ambiente del estudio romano del escultor.
La iniciativa expositiva, que cierra las celebraciones canovianas del 2022-2023 en los Museos del Papa, fue estudiada por Alessandra Rodolfo, encargada del Departamento de Arte de los Siglos XVII-XVIII, y contó con la participación directa de la directora, Barbara Jatta. Se divide en varias secciones dentro de los Museos Vaticanos, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de admirar una amplia selección de obras de Canova que destacan su importancia e influencia en el arte de su época, resaltando su personalidad y maestría técnica.
Para la ocasión, la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, ha abierto al público la Sala delle Dame, en la que se han dispuesto obras, bocetos y esculturas en yeso realizados por Canova, junto con obras de artistas cercanos a él, como Giuseppe De Fabris y Cincinnato Baruzzi. Esta sala es una de las más refinadas de los Museos Vaticanos y hasta ahora no estaba abierta a los visitantes. Fue construida por el Papa Paulo V Borghese entre 1608 y 1609, y fue el mismo pontífice quien encargó a Guido Reni los maravillosos frescos del techo que representan la Pentecostés, la Transfiguración y la Ascensión al cielo. Las preciosas decoraciones de las paredes sumergen al visitante en una atmósfera del siglo XIX en total armonía con las obras de Canova.
Héroe del arte
«Hemos dedicado a Antonio Canova esta preciosa sala situada en la confluencia entre las Estancias de Rafael y la Capilla Sixtina», sostuvo Jatta. «Queremos testimoniar nuestro afecto y atención hacia Canova, un hombre que fue director de museo, superintendente e inspector de antigüedades del Estado Pontificio, un artista fundamental en los años cruciales de la ocupación napoleónica y de la Restauración», añadió la directora.
La observación se refiere a la acción de recuperar las obras llevadas por Napoleón a París, que, tras el Tratado de Tolentino en 1799, estuvieron en el Museo del Louvre durante veinte años. «Es el momento en el que Canova se erige como un verdadero héroe», explica Jatta, «un héroe en la recuperación de las obras de artistas como Rafael, Perugino y Caravaggio, y en la restauración del patrimonio pontificio. También desempeñó un papel crucial en la recuperación de la herencia de la antigüedad y la tradición, así como en la preservación de los valores de nuestra cultura y la cultura de los Pontífices. La política cultural de la Iglesia reconoció su habilidad organizativa, su dedicación al servicio y su compromiso con la protección y conservación de las obras de arte confiadas a su atenta supervisión. Los Museos Vaticanos le deben mucho a este personaje excepcional, y por eso hemos decidido rendirle homenaje».
Canova también negoció condiciones para la restitución, incluida la idea de que las obras de arte recuperadas se exhibieran en un lugar público accesible al público en lugar de ser devueltas a sus ubicaciones originales. Esto sentó las bases para la creación de la Pinacoteca Vaticana. Fue así que Roma se convirtió en el depositario de un patrimonio artístico que se consideraba patrimonio de la humanidad.
«A lo largo de la sala delle Dame del siglo XVII», afirma Alessandra Rodolfo, encargada del Departamento de Arte de los Siglos XVII-XVIII, «enriquecida en su bóveda con los frescos de Guido Reni, se ha ubicado el grupo de obras canovianas, en su mayoría de temática religiosa, procedentes de la herencia del cardenal Plácido Zurla (1769 -1834). La disposición culmina en un proyecto destinado a devolver al público todas las obras vaticanas del gran Maestro».
La sala XVII de la Pinacoteca Vaticana ofrece una exposición que recrea el «estudio romano» del destacado escultor italiano. En 1783, Canova estableció su taller en la vía delle Colonnette y la vía di San Giacomo, que hoy se conoce como vía Antonio Canova. Este lugar se convirtió en un punto de referencia para viajeros del Grand Tour, diplomáticos, aristócratas e intelectuales de la época, además de jóvenes escultores que buscaban aprender de Canova y sumergirse en la compleja realidad artística de Roma.
El recorrido continúa en varios espacios de los Museos Vaticanos con obras del artista y paneles explicativos que profundizan en temas significativos para Canova. El Gabinete del Perseo muestra la escultura del héroe de la mitología griega que mira orgullosamente a su trofeo, el rostro de Medusa, y las famosas estatuas de los Pugilatores, Creugante y Damasseno, inspiradas en un relato de Pausanias.
La Galería Chiaramonti, creada en el siglo XIX para ampliar las colecciones escultóricas pontificias, refleja la supervisión de Canova y celebra la arqueología como disciplina moderna. Finalmente, el Braccio Nuovo, diseñado para albergar esculturas antiguas, muestra la armonía entre lo antiguo y lo moderno en una atmósfera iluminada por la luz que rinde homenaje a la antigüedad.
Compromiso con la educación y el arte
Antonio Canova no solo se destacó como un gran artista y diplomático, sino que también sobresalió por su compromiso con la educación y el arte. Después de su exitosa misión diplomática, Canova recibió honores y un título nobiliario en Roma. En lugar de utilizar su nueva riqueza y estatus para beneficio personal, dedicó una asignación anual de 3,000 escudos romanos a premios y becas para jóvenes artistas.
Este gesto generoso simbolizó su compromiso continuo con la República de las Artes y su deseo de promover y apoyar a la próxima generación de artistas. Canova creía en el poder del arte para enriquecer la sociedad y la educación, y su legado sigue vivo en las obras que dejó y en la inspiración que continúa brindando a los artistas de todo el mundo.