Fundado en 1910
Imagen del Archivo Pontificio Vaticano

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Un viaje al búnker del Vaticano: del silencio de Pío XII durante el nazismo hasta el juicio a Galileo

El Archivo Apostólico Vaticano, que antes tenía también el apellido de «Secreto» y cambió de nombre en 2019 a instancias del Papa Francisco, es una preciosa caja fuerte que guarda todos los documentos que pertenecieron al Vaticano

Sergio Pagano ha trabajado durante 44 años en el Archivo Apostólico, durante los que ha estudiado diversos documentos depositados en kilómetros de estanterías. El prefecto del antiguo Archivo Secreto Vaticano conoce los misterios de lo que se llamó «el centro de inteligencia de Europa», con millones de documentos acumulados y conservados en sus locales desde 1611, año de su fundación.

Antes de la jubilación, el obispo ofreció una larga entrevista al periodista, Massimo Franco, editorialista político del periódico Il Corriere della Sera. El libro Secretum, ediciones Solferino, es la recopilación de ese diálogo sobre los principales acontecimientos de la historia del Vaticano y del mundo: Desde el proceso a Galileo Galilei, el asalto de las tropas de Napoleón al Archivo, cuando se llevaron los documentos a París en 1810; pasando por la documentación sobre los silencios de Pío XII; incluyendo la financiación del Vaticano por los norteamericanos para permitir la celebración del cónclave a la muerte del Pontífice que lo había gastado todo.

El Archivo Apostólico Vaticano, que antes tenía también el apellido de «Secreto» y cambió de nombre en 2019 a instancias del Papa Francisco, es una preciosa caja fuerte que guarda todos los documentos que pertenecieron al Vaticano. Todo está contenido en un depósito, llamado búnker, de 86 kilómetros lineales de largo.

Sergio Pagano

Sergio Pagano

El silencio de Pío XII

Monseñor Sergio Pagano no eludió las preguntas sobre Pío XII y la leyenda negra alrededor de su pontificado (1939-1958) y los judíos. «Mi investigación aborda el silencio de Pío XII. A medida que avanza la pesquisa, surgen más documentos, incluso de la comunidad católica alemana, que denunciaban los campos de exterminio», contó Monseñor Pagano durante la presentación del libro en Roma el 29 de febrero. «Sin embargo - continuó- , al mismo tiempo se exhortaba al Papa a no hablar, ya que la vida de muchas personas estaba en juego en Europa. Se temía que Hitler exterminaría a todos los católicos. Es tristemente cierto que hubo el exterminio de los judíos. Admiro cada vez más a este Papa por llevar consigo, hasta la tumba, el peso de la autoconsciencia del silencio, manifestado en tres ocasiones diferentes con varios diplomáticos».

Durante la guerra, Pío XII interrogó a diplomáticos de la época sobre lo que se decía sobre su silencio, entre ellos a Angelo Roncalli (futuro Juan XXIII). Cartas de católicos de Francia, Italia o Alemania pedían al Pío XII una condena abierta a Mussolini, el comunismo y el nazismo. «Pedían imitar la valentía de Jesús y hablar claro», contó el obispo Pagano.

Pío XII en julio de 1924, en ocasión del ix centenario de la ciudad de Bamberg

Pío XII en julio de 1924, en ocasión del IX centenario de la ciudad de Bamberg

La caridad silenciosa de Papa Pacelli

El experto archivista del Vaticano opinó que Pío XII demostró un compromiso encubierto con obras de caridad, incluso manejando cinco cuentas bancarias, incluyendo una a nombre de Pacelli y otra a nombre de Raffaello, específicamente dedicada a ayudar a los judíos. «Durante audiencias con Montini, confirmó haber llevado a cabo gestos significativos de caridad, contribuyendo a salvar numerosas vidas judías y de refugiados. Después de la guerra, a pesar de la presencia de algunos fascistas disfrazados de religiosos en conventos, optó por el silencio, probablemente debido a un profundo sentido de la autoconciencia, similar al experimentado como nuncio en Alemania, en relación a la locura de Hitler».

En efecto, antes de convertirse en el Papa Pío XII, el cardenal Pacelli fue nuncio en Alemania, por lo que luego se le acusó de germanófilo. Monseñor Pagano afirmó que Pío XII «llevó ese peso a la tumba. Era consciente de su silencio e hizo todo lo posible con una diplomacia de caridad. ¿Es condenable? Eso es subjetivo. En mi opinión, en esas circunstancias, hizo lo mejor que pudo para salvar lo que se podía salvar. Tal vez, después de la guerra, podría haberse expresado de manera más explícita, pero ese período fue un crisol de desafíos, especialmente desde 1945 hasta 1947, en relación a la situación en Palestina».

Efecto, comparó las controversias que se levantan cada vez que un Papa habla sobre el conflicto Palestino-Israelí con el periodo de la segunda guerra mundial. «Hoy en día, podemos observar las consecuencias. Además, bastaría que el Papa Francisco pronunciara algunas palabras para desencadenar un alboroto de ambas partes. La cuestión de Palestina, sobre la cual la Santa Sede había invertido recursos considerables para defender los lugares santos, se entrelazó con el nacimiento del Estado de Israel en 1948. También en este contexto, Pío XII mantuvo un equilibrio en sus palabras hasta el final, evitando hacer declaraciones que pudieran causar daño o sufrimiento. Fue un Papa atormentado y, en cierto sentido, complejo en su forma de razonar, pero extremadamente honesto y, en mi opinión, un gran hombre».

Documentos del pontificado de Pío XII en el Archivo Histórico Vaticano

Documentos del pontificado de Pío XII en el Archivo Histórico VaticanoCNS

La Santa Sede y los campos de Concentración

El texto también narra de las primeras noticias que llegaron al Vaticano de la existencia de los campos de concentración y de la Solución Final. Una de las primeras fuentes fue el sacerdote italiano Pirro Scavizzi (1884-1964), quien informaba a la Santa Sede en el verano de 1941 sobre las masacres llevadas a cabo por los nazi, que odiaban y perseguían a los judíos. Monseñor Sergio Pagano describió el papel de informador de Scavizzi, quien era capellán en los trenes-hospitales de la Orden de Malta que viajaban en Europa del Este. «Conocía Alemania, y por lo tanto, sabía, veía las cosas, y mandaba informes a sus amigos sobre lo que escuchaba y contaba sobre las terribles masacres de la Wehrmacht. No era un informador, p. Scavizzi escribía cartas a un amigo eclesiástico que luego pasaba las noticias a la Santa Sede».

Otra fuente de la Santa Sede fue el arzobispo metropolitano de Leópolis de los Ucranianos, Andrej Szeptycki, quien refería a la Santa Sede sobre la persecución y asesinato de judíos por parte de los nazis. «Por tanto, en el Vaticano se comienza a saber entonces algo sobre las matanzas». Al inicio, algunos pensaron que eran exagerados los números y producto de la propaganda de la guerra y de los enemigos del fascismo en Italia, que era un fenómeno más reducido. «Especialmente el célebre monseñor Dell'Acqua, que más tarde fue sustituto de la Secretaría de Estado y cardenal, se mostró cauteloso ante la relata efectiva de esos informes», explicó monseñor Pagano.

Galilei y los marcianos

En el texto también se menciona otros supuestos misterios: el proceso de Galilei, que más tarde fue rehabilitado por la Iglesia. Monseñor Pagano desmiente también muchas leyendas, como que en el Archivo se guardan clavos de la Cruz de Cristo o cráneos de marcianos. Un periódico escribió hace unos años que «los marcianos existían realmente, que habían aterrizado en la Tierra en sus naves espaciales en un pasado no muy lejano, y que el Vaticano escondería algunos cráneos grises de marcianos». «Un disparate catastrófico», comenta monseñor Pagano a modo de conclusión.

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