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El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus

El Papa Francisco, durante el rezo del ÁngelusAFP

El Papa reclama durante el rezo del Ángelus una Iglesia que no trate a nadie como «impuro» y que acoja sin «prejuicios»

Comentando el evangelio del día con la curación de la hija del jefe de la sinagoga, Jairo, y una mujer con hemorragias, Francisco ha subrayado el «contacto físico» con Jesús como elemento común de ambos milagros

El Papa ha reclamado durante el Ángelus de este domingo una Iglesia que no trate a nadie como «impuro» y que acoja sin «prejuicios».

«Miremos al corazón de Dios, porque necesitamos una Iglesia y una sociedad que no excluyan a nadie, que no traten a nadie como »impuro«, para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas ni prejuicios. Sin adjetivos», ha señalado el Papa tras celebrar la fiesta de San Pedro y san Pablo este sábado.

El Pontífice ha destacado a los dos Santos protomártires romanos y ha definido el actual como «un tiempo de martirio en varias partes del mundo en las que hay persecución y discriminación por la fe».

También ha pedido al Sagrado Corazón que pueda «tocar el corazón de cuantos quieren la guerra para que se conviertan en proyectos de diálogo y de paz» como ocurre en Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y tantos otros lugares que viven conflictos bélicos.

Comentando el evangelio del día con la curación de la hija del jefe de la sinagoga, Jairo, y una mujer con hemorragias (cf. Mc 5,21-43) - , Francisco ha subrayado el «contacto físico» con Jesús como elemento común de ambos milagros ya que «la mujer toca la túnica de Jesús y Jesús toma de la mano a la pequeña». «Es importante (ha añadido el Papa) porque ambas, por la sociedad, se consideran impuras y por lo tanto con ellas no puede haber contacto físico. Y, en cambio, Jesús se deja tocar y no teme tocar».

Para el Pontífice, «antes incluso de la curación física, Él desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. «En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que viene de un corazón impuro», ha añadido.

En este sentido, ha señalado que frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no se mantiene a distancia, no se avergüenza de los hombres, no los juzga. «Al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte. Siempre nos toma de la mano para decirnos: ¡Hija, hijo, levántate, camina, sigue adelante!», ha añadido.

De este modo, Francisco ha invitado a los fieles a preguntarse si actúan así «etiquetando a las personas».

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