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El Papa Francisco en una audiencia en el Aula Pablo VI del Vaticano

El Papa Francisco en una audiencia en el Aula Pablo VI del VaticanoGTRES

El Papa advierte a los religiosos que el dinero es «un instrumento» que «no debe situarse en el centro»

En un encuentro con los capuchinos que celebran en Roma su Capítulo General, el Santo Padre llamó a los frailes menores a ser operarios de paz

La gestión de los recursos económicos en las órdenes religiosas es algo que preocupa al Papa Francisco, y así lo expresó este sábado en una audiencia concedida a frailes capuchinos, a los que advirtió que los recursos económicos deben ser un instrumento y que, en ningún caso, deben ponerse en el centro. «En el centro siempre las personas», enfatizó.

El Papa se reunió este sábado en el Palacio Apostólico del Vaticano con los participantes en el Capítulo General de la Orden de Frailes Menores Capuchinos, de los que destacó labor como confesores.

En su discurso a los frailes, el Pontífice destacó el camino trazado por San Francisco de Asís, fundador de la orden de los Franciscanos a cuya familia pertenecen los capuchinos, fundados por el beato Matteo da Bascio, junto con otros franciscanos, en 1525.

El Santo Padre, en concreto, reflexionó sobre tres dimensiones de la espiritualidad francisana «que pienso que pueden ayudaros en el discernimiento y en el apostolado misionero: fraternidad, disponibilidad y compromiso por la paz».

Fraternidad

El Papa Francisco recordó que, en la experiencia de San Francisco de Asís, «la misión, según su carisma, nace de la fraternidad para promover la fraternidad».

¿Qué significa esa críptica frase? El Papa se apresuró a aclararlo: en ella reside la «mística de la colaboración» en virtud de la cual «nadie, en el proyecto de Dios, puede considerarse una isla, sino que cada uno está en relación con los demás para crecer en el amor, saliendo de uno mismo y haciendo de la propia unicidad un regalo para los hermanos».

El Santo Padre también llamó la atención sobre dos aspectos concretos del Capítulo General: la formación y la gestión de recursos económicos.

Sobre el primer aspecto, el Papa alabó los esfuerzos para reflexionar sobre la verdad de la vocación y sus implicaciones en el ámbito de la formación. «Hacéis bien, porque sin formación no hay futuro».

Sobre los recursos económicos, el Pontífice invitó a los frailes capuchinos a permanecer vigilantes «para que en el centro no se sitúen nunca los recursos económicos, los cálculos humanos u otras realidades de ese tipo».

Explicó que los recursos económicos «son instrumentos útiles, de los cuales es necesario preocuparse, pero siempre como medios, no como fines».

Por el contrario, «que al centro estén siempre las personas». «En una palabra: que en el centro esté siempre la fraternidad».

Disponibilidad

El Obispo de Roma, en su discurso, destacó que «los capuchinos tenéis fama de estar siempre preparados para acudir allí donde ninguno quiere ir, y esto es muy bello. Vuestro estilo abierto, de hecho, testimonia a todos que la cosa más importante en la vida es la caridad, y que siempre vale la pena, por ella, gastar la propia existencia».

«Tratad de ser siempre así: simples, libre y disponibles, preparados para dejarlo todo, para presentaros allí donde el Señor os llama, sin buscar reconocimientos y sin esgrimir pretextos, con el corazón y los brazos abiertos», añadió.

En ese sentido, el Papa recordó a los «bravos confesores de Buenos Aires», capuchinos que recibieron con los brazos abiertos a quienes llamaban a sus puertas: «Aquellos vascos a los que Franco expulsó llegaron hasta allí», recordó el Santo Padre.

Compromiso por la paz

En su discurso el Sucesor de Pedro hizo hincapié en que los frailes capuchinos «sois pacíficos. De hecho, vuestro saber estar con todos, en medio de la gente, hasta el punto de ser considerados por todos como ‘los frailes del pueblo’, a lo largo de los siglos os ha hecho expertos en ‘operarios de la paz’, capaces de crear ocasiones de encuentro, de mediar en la resolución de conflictos, de reunir a las personas y de promover una cultura de la reconciliación, también en las situaciones más difíciles».

Para lograrlo, es necesaria una condición fundamental: «Permaneced, en Cristo, cercanos a todos, especialmente a los más pobres, descartados, desesperados, sin excluir jamás a nadie».

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